Venezuela desarrollará energía atómica con ayuda de Rusia
18 de septiembre de 2009Hasta ahora, el anuncio de que el Gobierno de Hugo Chávez preparaba un programa para el desarrollo de energía nuclear en Venezuela recordaba a los aspavientos del pastorcito mentiroso en el cuento popular ruso de Pedro y el lobo; no porque el anuncio en cuestión fuera una patraña, sino por el calculado hiato entre una mención del proyecto y otra, por la falta de detalles concretos al respecto y por las reacciones que el presidente venezolano generaba al traer el tema a colación: entre escepticismo y desazón.
Chávez viene hablando de cooperaciones internacionales para generar energía atómica en Venezuela a más tardar desde 2005; primero en colaboración con Brasil, Argentina e Irán y, desde hace un año, con la ayuda de Rusia. Desde entonces y de manera intermitente, el tópico ha sido motivo de titulares en los que se cita al Gobierno venezolano describiendo sus ambiciones con un timbre que pareciera querer tranquilizar a sus vecinos en el hemisferio, pero que siempre termina sonando como una advertencia.
“¡Que viene el lobo!”
Lo que distingue aquellas declaraciones de intención de la que Chávez hizo en días recientes desde el set de su programa de televisión, Aló, Presidente, son las implicaciones que tienen en una América Latina crispada por tensiones diplomáticas irresueltas y una carrera armamentista que algunos Gobiernos perciben como amenazante. La meta explícita, dice el polémico mandatario, es construir una planta nuclear a mediano plazo en territorio venezolano para desarrollar energía atómica "con fines pacíficos". ¿Hay motivos para alarmarse?
“Hay centrales nucleares en México, en Brasil y en Argentina; hasta Cuba tiene una central atómica que está terminada en un 75 por ciento. La pregunta decisiva es si los países que las poseen se asegurarán permanentemente de que no se le dé uso militar a la energía nuclear que producen. En el caso del presidente venezolano y debido a los giros descontrolados de su política exterior, su anuncio genera temores”, explica el Dr. Günther Maihold, subdirector del Instituto Alemán para Política Internacional y de Seguridad de Berlín.
Alianzas inquietantes
Aunque de manera limitada, Venezuela posee yacimientos de uranio aprovechables; la tecnología de la que carece el país suramericano será proporcionada por Rusia, con quien ha establecido una alianza que inquieta a los Estados Unidos. La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Rodham Clinton, ya ha expresado abiertamente su preocupación por la cantidad de armamento que Venezuela ha comprado a Rusia y que, según dijo, sobrepasa las del resto de los países de la región. Su aprensión: que las armas sean desviadas a grupos armados o terroristas en Latinoamérica.
“Para Estados Unidos esa carrera armamentista ya era un asunto perturbador antes de que se avivara la crisis entre Venezuela y Colombia, pero lo es aún más ahora que la industria militar rusa le ha otorgado un crédito a Venezuela para la compra de tanques, entre otras cosas”, sostiene Maihold, aludiendo al préstamo de 2.000 millones de dólares que Moscú concedió a Caracas para la adquisición de tanques T72 y sistemas antiaéreos.
Vigilancia imprescindible
Aunque Chávez siempre ha subrayado que el desarrollo de energía atómica en Venezuela no tendrá fines bélicos, el analista político afirma que, en este momento, cuando se está intentando crear un Consejo de Seguridad suramericano dotado con independencia para poner coto a los conflictos violentos en la región, las pretensiones de Caracas en materia de rearme militar y producción de energía nuclear despiertan más recelo que confianza entre sus potenciales compañeros de mesa.
Maihold aclara que la comunidad internacional sólo puede asegurarse de que la energía nuclear está siendo empleada exclusivamente para fines pacíficos si Rusia, en este caso, restringe la transferencia tecnológica para que se produzca energía sin que se complete el ciclo de enriquecimiento de plutonio necesario para darle uso militar y si autoridades como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) se encargan de la vigilancia del proyecto. “Si los países lo permiten…”, agrega el investigador alemán. “En los casos de Irán y Corea del Norte se vio que eso de la vigilancia no funcionó”.
Autor: Evan Romero-Castillo
Editor: José Ospina Valencia