América Latina: excesiva dependencia de las exportaciones
3 de octubre de 2015 DW habló al respecto con el economista Dr. Víctor M. González Sánchez, docente de la UNED, España, Departamento de Economía Aplicada. Además es “Associate” en el GIGA Institute of Latin American Studies”.
¿Hasta qué punto una política redistributiva basada en exportaciones y déficit interno tiene fundamentos inestables?
Es cierto que buena parte de las políticas redistributivas llevadas a cabo por algunos países de América Latina durante los pasados años se han fundamentado en un relativamente elevado precio de las materias primas, especialmente el petróleo. Eso hace que, efectivamente, las políticas dependan en exceso de las exportaciones y si, como sucede en el momento actual, la demanda del producto y su precio se reducen se pueden generar desequilibrios en la balanza de pagos. Por otro lado, si el país quiere mantener las políticas, sin adoptar otras medidas, puede provocar desequilibrios (incluso déficit) en las cuentas públicas.
Si el modelo se agota, ¿cuál es la alternativa?
El modelo de financiar las políticas sociales o de otro tipo fundamentalmente con los ingresos por exportaciones es tradicionalmente inestable. La alternativa puede presentarse desde la doble perspectiva interna y externa. Por el lado interno, buena parte de los países de América Latina carecen de un sistema impositivo equitativo y variado que permita hacer frente a los gastos y políticas públicas. En mi opinión, deberían incrementar la variedad de impuestos (especialmente los directos) y que fuesen más equitativos. Eso no implica necesariamente aumentar los impuestos, pero el gasto público debe financiarse de algún modo lo más estable posible. Por el lado del sector exterior, la diversificación también es necesaria, así como el tratar de exportar productos con mayor valor añadido.
Llama la atención que el modelo parece tender en algunos países a la propagación del clientelismo y nepotismo (Argentina, Venezuela) y en otros a la corrupción (Brasil). ¿Es así?
Desgraciadamente es así. La corrupción parece algo casi inevitable y, ante una situación económica menos positiva, los recursos son más escasos y, lamentablemente, tienden a ser distribuidos entre los más cercanos políticamente. Esta situación, junto al hecho de que la seguridad jurídica se vea cuestionada en ocasiones, constituye un verdadero freno para la llegada de inversiones que permitieran impulsar las economías latinoamericanas.
¿Puede ese tipo de política redistributiva reducir la desigualdad en esas sociedades o la consolida?
Pueden suceder ambas cosas en función del tipo de política que se implemente. Por ejemplo, si lo que se estimula es el gasto corriente y las subvenciones sin un objetivo claro, cuando la situación económica hace eliminar o reducir este tipo de gasto, los efectos positivos se ven frenados. Mientras que si las políticas redistributivas se dirigen a incentivar la inversión, tanto en capital físico como humano, pueden generar unas sinergias positivas para la economía del país y contribuir a reducir las desigualdades de un modo más consistente.
En cualquier caso, las políticas redistributivas y de inversión no han sido iguales en todos los países. En mi opinión, Ecuador, por ejemplo, ha seguido una política más interesante y que puede dar mejores resultados que las políticas de gastos llevadas a cabo por otros países.
A pesar de mejoras en el ingreso, la situación social de las capas más pobres no ha mejorado decisivamente. ¿Es un problema estructural del modelo o necesita este sencillamente más tiempo?
El tiempo es una variable necesaria para que las políticas económicas den resultados. No obstante, en algunos casos, las políticas redistributivas no dan resultados debido a que no se plantean para hacer frente a los problemas estructurales tales como la corrupción, la necesidad de infraestructuras, el acceso a la educación de calidad o la desigualdad entre hombres y mujeres, por citar algunos ejemplos. Los resultados de unas políticas redistributivas adecuadas se ven habitualmente en el medio o largo plazo, pero los políticos no siempre toman las decisiones con esa perspectiva.