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Amaru Cholango: el arte entierra al capitalismo

11 de septiembre de 2010

Amaru Cholango expone por primera vez en Berlín con la muestra titulada “De noche, todos los gatos son pardos”. La instalación del ecuatoriano invita a reflexionar sobre el agotamiento del actual modelo capitalista.

Matemático, geólogo, artista: el ecuatoriano Amaru Cholango expone en el Tacheles de Berlín.Imagen: DW

Los libros quemados descansan sobre los atriles. Una cruz de madera calcinada cuelga del techo. El rojo de una corona de rosas contrasta con su impactante negrura. Al fondo, una veintena de plantas de maíz completan la escena. No son unas plantas cualquiera: se trata de maíz transgénico arrancado clandestinamente de una plantación de la vecina Strausberg, en el estado federado de Brandeburgo.

Libros quemados: la enfermedad cultural, según Cholango.Imagen: DW

Cultura, religión y naturaleza son los ejes alrededor de los cuales gira la última exposición del artista ecuatoriano Amaru Cholango: “Nachts sind alle Katzen grau” (“De noche, todos los gatos son pardos”), que se puede visitar hasta el 30 de septiembre en el edificio Tacheles de Berlín.

¿Civilización en crisis?

Pero, ¿qué se esconde tras los libros quemados, la cruz calcinada y el maíz transgénico arrancado de la plantación? La interpretación, por supuesto, queda a criterio del espectador. Ése y no otro es el objetivo del artista. Sin embargo, Cholango no duda en exponer sus intenciones. Como las que se desprenden de unos libros abiertos que, en lugar de palabras, muestran hojas quemadas.

Es la parte de la instalación que el artista ecuatoriano denomina “La enfermedad cultural”. “Es verdad que la ciencia ha avanzado mucho. Hemos llegado a la Luna y construido aparatos tan sofisticados como las bombas atómicas. Pero, en realidad, ¿estamos evolucionado o estamos involucionando?", se pregunta Cholango en conversación con Deutsche Welle.

Eso, en lo que respecta a la cultura y a la ciencia. Una deriva a la que no es ajena tampoco la religión. ¿Es válido el sentimiento religioso en esta época que nos ha tocado vivir? ¿Creemos realmente o nos limitamos a repetir automatismos que nos han sido transmitidos mediante la educación?

La exposición también pretende reflexionar acerca de la validez actual del sentimiento religioso.Imagen: DW

Tras el planteamiento de Amaru Cholango no hay ningún tipo de provocación. Tan sólo la sana voluntad de poner a los espectadores entre la espada y la pared de sus incómodas preguntas. “No hay una crítica, se trata tan sólo de un cuestionamiento, de que nos planteemos si realmente esto es válido”, sostiene mientras señala la cruz calcinada a la que ha bautizado como “Inri”.

Pero a la enfermedad cultural y a la desorientación en materia religiosa, Cholango ha querido añadir una tercera temática con la que completar su reflexión acerca de la realidad de la sociedad en la que vivimos: la explotación de la naturaleza en beneficio del rendimiento económico.

Simbolizado en las plantas de maíz transgénico que completan su instalación en la cuarta planta del edificio Tacheles de Berlín. “La ciencia se ha puesto al servicio del capitalismo. Mediante métodos como la manipulación genética de alimentos se quiere ganar tanto dinero que estamos destruyendo la Tierra. A este ritmo, no resistirá muchos años más”, concluye.

Más allá del pesimismo

Sin embargo, tras el arte de Amaru Cholango no se esconde ningún tipo de pesimismo. Al contrario. Cholango, que antes de dedicarse al arte estudió Matemáticas y Geología en su Ecuador natal, apuesta por la esperanza: “tenemos que buscar un nuevo modelo. El actual, está terminado. El monstruo del capitalismo ya no se levantará. El nuevo modelo debe ser más espiritual. Tal vez así podamos entrar en una nueva civilización”.

Para Cholango, el individuo –en comunión con el resto de la comunidad- tendrá la palabra en la nueva etapa que ahora se abre. También el arte, en el pasado “instrumento del modelo capitalista” y en el futuro otra herramienta más para construir el nuevo mundo “post-materialista”. “El ‘Dios del dinero' ya no es válido, tenemos que buscar un nuevo modelo en el que el espíritu influencie a la política y al ámbito cultural”, afirma.

La primera batalla, en el Tacheles

Pese a que lleva veinticinco años en Alemania –repartidos entre Trier, Brühl y Colonia-, es la primera vez que Cholango expone en Berlín. Y su estreno en la capital alemana no puede tener un mejor escenario: el edificio Tacheles, un auténtico emblema del arte alternativo. Imán turístico y espacio reservado para la creatividad de decenas de artistas llegados de todo el mundo.

Desde la caída del Muro de Berlín, el Tacheles se convirtió en lugar de peregrinaje obligado para los creadores, que “ocuparon” sus locales. En una atmósfera entre bohemia y descuidada, lo de menos en el Tacheles es el entorno arquitectónico. Paredes pintadas, suciedad y un aire de cierta marginalidad lo dominan todo. “No conocía el edificio”, explica Cholango, al que la primera impresión dejó algo desconcertado. “Bueno, esto es una cochinería”, pensó. Pese a todo, pronto descubrió que allí tendría toda la libertad de expresión imaginable.

Pese a llevar más de dos décadas viviendo en Alemania, es la primera vez que Cholango expone en Berlín.Imagen: DW

Los días del Tacheles, sin embargo, podrían estar contados. La empresa propietaria del edificio desde mediados de los noventa quebró y su principal acreedor, el banco HSH Nordbank, reclamó los 24.000 metros cuadrados de superficie que ocupa el centro artístico con el objetivo de subastar la parcela.

Durante todo este tiempo, los artistas tan sólo pagaban por los servicios básicos, como la luz, el agua y la basura. Además, un bar y un cine ubicados en las plantas superiores y las donaciones de los visitantes ayudaban a sufragar parte de los costes de mantenimiento del edificio.

“Este sitio no debería caer en las garras del capitalismo, en las garras de los bancos”, afirma Amaru Cholango. Eso sí, el artista ecuatoriano asegura también que el Tacheles debería “reestructurarse”, aunque “manteniendo el magnetismo que tiene el lugar”. Un magnetismo que atrae cada año a unos 400.000 turistas. Una cifra de la que pocas galerías de arte pueden presumir.

Autor: Emili Vinagre

Editor: Enrique López

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