América Latina no se caracteriza precisamente por la ausencia de conflictos. Pero sí por una prolongada ausencia de guerras como las que sacuden a otras regiones. ¿Corre ahora peligro la paz en la región?
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Las pugnas que han derivado al terreno de las armas son la excepción en las últimas décadas en América Latina. La vía de la mediación ha resultado efectiva incluso cuando se ha llegado al enfrentamiento militar, como ocurrió a comienzos de 1995 entre Perú y Ecuador, en la cuenca del río Cenepa. En esa oportunidad, las gestiones de Argentina, Brasil, Chile y EE.UU. propiciaron la solución del diferendo y la delimitación de los tramos de la frontera que estaban pendientes.
"Los conflictos escalan retóricamente, quizás se profieren amenazas, y a veces hay otro tipo de escaladas, pero solo en casos muy aislados han llevado a confrontaciones bélicas", destaca Jonas Wolff, politólogo del Instituto de Investigación de la Paz, de Fráncfort, subrayando que "eso diferencia muy positivamente a Latinoamérica de otras regiones del mundo".
¿Podría producirse ahora un cambio de tendencia, debido a las tensiones entre Venezuela y Colombia? Según el fiscal general de Venezuela, Tarek Saab, desde Colombia se estaría planeando "reeditar épocas ya canceladas en la historia de la humanidad, como es el bombardeo militar, la invasión militar, como es la ocupación a sangre y fuego de un país pacífico como Venezuela". Algo que el general Alberto Mejía, comandante de las Fuerzas Militares de Colombia, negó categóricamente, y que tampoco considera probable Jonas Wolff.
"La mayoría de los observadores consideraría bastante absurdo que el Gobierno colombiano interviniera militarmente en Venezuela para derrocar al Gobierno de Maduro", dijo a DW. Pero, a su juicio, no es casual que la posibilidad de una intervención se mencione trayendo a colación a Estados Unidos. "Desde el punto de vista histórico, mirando la política estadounidense hacia países latinoamericanos, eso ha ocurrido en muchos casos, no necesariamente en forma militar", señala, recordando que Estados Unidos "reclama por lo general el derecho de inmiscuirse, cuando piensa que sirve a sus intereses de seguridad y a la estabilidad de la región. Y el actual gobierno de Trump lo hace de forma muy explícita".
No obstante, no vislumbra una intervención en el actual contexto. Tampoco Ronal F. Rodríguez, profesor e investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario. El académico de Bogotá afirma en entrevista con DW que "la relación entre Colombia y Estados Unidos no pasa por su mejor momento", ya que "el gobierno de Trump ha querido nuevamente poner el narcotráfico como el primer problema de la agenda bilateral, dado el aumento de los cultivos ilícitos; de hecho, hay mucha presión en el gobierno colombiano para tratar de bajar esas cifras de cultivos, así que hablar de un posible plan entre Estados Unidos y Colombia para entrar a Venezuela es poco probable".
Largo historial de tensiones
Ambos académicos reconocen, sin embargo, el aumento de las tensiones, aunque Rodríguez subraya que ha habido múltiples episodios complejos en el pasado. "Tal vez el evento más importante, en el cual estuvimos a punto de una guerra (…) fue el caso de la Corbeta Caldas, cuando el patrullaje de una corbeta colombiana por una zona que todavía está en litigio activó una serie de protocolos de guerra de Venezuela (en 1987); pero incluso en esa ocasión todo se resolvió por la hermandad que existe entre los países, y a pesar de que los canales diplomáticos se habían roto", afirma. "Esa hermandad es superior incluso a la voluntad política de sus líderes de turno", concluye.
Pero hay elementos nuevos, que podrían agudizar la tirantez adicionalmente. La semana pasada, el jefe de las Fuerzas Armadas de Colombia denunciaba que el ELN ha iniciado un proceso de reclutamiento de ciudadanos venezolanos que cruzan la frontera. "¿Qué sucedería si en una acción militar colombiana, dentro de territorio colombiano, se producen bajas de ciudadanos venezolanos que forman parte de esta guerrilla?", plantea el investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
Una pregunta inquietante, teniendo en cuenta que, según Rodríguez, "el gobierno venezolano (…) puede llegar a buscar en la excusa de una posible confrontación internacional algo de legitimidad para sostenerse en el poder".
El principio de la no injerencia
No obstante, los escenarios bélicos siguen siendo improbables en la región, donde hay una marcada visión legalista, que hace buscar salidas a través de cortes internacionales y mediaciones. Y hay otro factor clave: "En Latinoamérica impera un muy fuerte respeto a la soberanía. Eso está muy marcado. Y tiene que ver también en parte con que los Estados latinoamericanos se constituyeron deslindándose de intervenciones externas. Es decir, deslindándose de las viejas potencias coloniales y luego en especial de Estados Unidos. Por eso, en Latinoamérica la norma de la no injerencia es bastante fuerte, lo que también lleva a que las intervenciones que escalan en lo militar no se observen con frecuencia", plantea el politólogo del Instituto de Investigación de la Paz, puntualizando: "La característica general de América Latina no es que sea pacífica y armónica en todos los aspectos. Pero los conflictos se libran en forma mucho más intensa al interior de los Estados que entre ellos".
Emilia Rojas Sasse (VT)
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Cúcuta: el desbordamiento del éxodo venezolano
Miles de venezolanos cruzan la frontera con Colombia. Muchos se instalan en Cúcuta, mientras que otros trabajan para ahorrar dinero y continuar su viaje hasta Ecuador, Perú o Chile.
Imagen: DW/A. Sáez
Un éxodo incalculable de venezolanos
Por el Puente Internacional Simón Bolívar que separa Cúcuta (Colombia) y San Antonio del Táchira (Venezuela) cruzan a diario numerosos venezolanos. Unos 5.000 se quedan en Colombia o siguen su viaje hacia otros países.
Imagen: DW/A. Sáez
Hacer la compra en la ciudad vecina
La mayoría de los miles de venezolanos que cruzan a Cúcuta suelen hacerlo semanalmente para realizar la compra de la cesta básica que no pueden obtener en su país y regresan el mismo día. Muchos viven en las ciudades venezolanas limítrofes, aunque cada vez vienen de más lejos y hasta hacen trayectos de un día.
Imagen: DW/A. Sáez
Cada vez más maletas
DW estuvo en mayo pasado en el mismo puente fronterizo y el flujo de personas con varias maletas era escaso y se limitaba a grupos de jóvenes, mientras que ahora es común observar un notable tránsito de maletas y familias con niños.
Imagen: DW/A. Sáez
La primera de muchas filas
El primer paso para un venezolano que desea quedarse en Colombia o seguir su viaje es pasar por el puesto migratorio para sellar el pasaporte, un trámite que hace pocos meses no se contemplaba. La primera fila en territorio colombiano se acumula en la misma frontera, donde centenares de venezolanos aguardan entre cuatro y seis horas su turno.
Imagen: DW/A. Sáez
Maletas al aire
El kilómetro que separa ambos accesos fronterizos (315 metros de puente más el ingreso) obliga a los venezolanos a cargar alzadas sus maletas para evitar deteriorar sus ruedas. Decenas de jóvenes aguardan tras los controles migratorios de ambos países para ofrecer carretillas o cargar los bultos a hombro por apenas 2.000 pesos (0,7 dólares).
Imagen: DW/A. Sáez
La venta ambulante copada por los venezolanos
Los venezolanos han copado la venta ambulante en los primeros metros de la frontera colombiana, en La Parada. La pérdida del valor del bolívar ha provocado que sea más rentable vender directamente en pesos. Los vendedores suelen ganar unos 25.000 pesos diarios (9 dólares). Eso ha disparado el microcontrabando de carne. Entre 150 y 200 kilos requisan a diario las autoridades aduaneras.
Imagen: DW/A. Sáez
Dos comedores sociales en toda la ciudad
La mayoría de los recién llegados pasan varios días en Cúcuta para lograr el dinero suficiente para continuar su viaje. Muchos llegan en condiciones de malnutrición, como cuenta Fabiola Ruíz, voluntaria de uno de los dos comedores sociales que han abierto las parroquias locales.
Imagen: DW/A. Sáez
Desnutrición
David Andrade, de 49 años, perdió 50 kilos en el último año debido a los problemas para conseguir alimentos en Venezuela. Vino desde Valencia hace un mes para poder seguir su viaje a Ecuador, pero antes espera recuperar algo de peso y ahorrar el dinero necesario.
Imagen: DW/A. Sáez
Obstáculos para dar comida gratis
El comedor de Diócesis de Cúcuta atiende a unas 500 personas diarias. Hace un año daban comida a más de 1.500 pero los vecinos se quejaron y tuvieron que limitarse a los más vulnerables. El alcalde de la ciudad, César Rojas, dijo que planteó la posibilidad de abrir un comedor municipal pero varios organismos internacionales le advirtieron que tal iniciativa requería de una preparación extensa.
Imagen: DW/A. Sáez
Más mujeres solas con niños
Leyvis Dorante, de 28 años, pasó de 65 a 40 kilos en los últimos meses por los problemas alimenticios. Acaba de llegar a Cúcuta sola con sus dos hijos, Junior de 12 y Zairi de 4, para buscar un trabajo en Colombia. Cada vez se observan más mujeres solas con niños que en muchos casos emprenden el viaje para reencontrarse con el marido que abandonó Venezuela meses antes para instalarse en otro país.
Imagen: DW/A. Sáez
Un trámite, una fila interminable
Las colas de venezolanos han copado el paisaje urbano de Cúcuta. Una de las más comunes se encuentra frente a la Registraduría, donde centenares de venezolanos aguardan hasta cinco días y pernoctan en la entrada para solicitar la doble nacionalidad colombiana. La ciudad se ve desbordada por esta llegada masiva y apenas se producen mejoras en la atención de la crisis.
Imagen: DW/A. Sáez
Las calles de Cúcuta, un albergue a cielo abierto
Tras el desalojo a finales de enero del llamado ‘hotel Caracas’, unas canchas donde pernoctaban unos 500 venezolanos, la mayoría buscó hostales baratos o casas particulares donde hospedarse, pero muchos otros malviven por las calles.
Imagen: DW/A. Sáez
Se dispara la prostitución
La necesidad ha llevado a decenas de jóvenes venezolanas –muchas son menores de edad– a vender sus cuerpos. Ofrecen sus servicios por 25.000 pesos (9 dólares), un precio cada vez más bajo. Algunas recaudan lo necesario para continuar su viaje, mientras que otras vienen por temporadas para ahorrar lo suficiente para regresar a Venezuela y mantener a sus familias.
Imagen: DW/A. Sáez
Entran materiales de construcción y sale comida
Durante la noche se cierra el paso peatonal por el Puente Simón Bolívar y se inicia el transporte de carga. Según datos de las autoridades aduaneras colombianas (Dian), en el mes de enero ingresaron 239 camiones con carga desde Venezuela, una media de unos ocho diarios. Casi todos transportan materiales de construcción. Los camiones colombianos que cruzan a Venezuela suelen llevar alimentos.
Imagen: DW/A. Sáez
Pernoctar en la misma frontera
Centenares de venezolanos duermen en la misma frontera colombiana de La Parada, una imagen inusual hace unas semanas. Algunos son vendedores que prefieren evitarse el trajín de ida y venida a Venezuela, mientras que otros lo hacen por falta de dinero para pagarse un alojamiento en el centro de Cúcuta, donde la policía los desalojará de parques y aceras.
Imagen: DW/A. Sáez
Aumenta el peligro en la frontera
En lo que va de año han sido asesinados, al menos, 20 venezolanos en varios puntos fronterizos. En varias ocasiones fueron hallados con signos de tortura. Las autoridades manejan la hipótesis que se deba a ajustes de cuentas entre las bandas que proliferan en esos lindes o bien acciones de grupos sucesores del paramilitarismo que controlan las trochas fronterizas ilegales.
Imagen: DW/A. Sáez
Una terminal dormitorio
Durante toda la jornada, centenares de venezolanos se aglomeran en la terminal de autobuses de la ciudad. La mayoría tiene que esperar al menos un día hasta lograr su pasaje y deben pernoctar en la terminal, uno de los lugares más seguros ya que están custodiados por agentes policiales.
Imagen: DW/A. Sáez
Bogotá o Rumichaca, los destinos predilectos
La mayoría de los venezolanos que aguardan en la terminal se dirigirán hacia Bogotá, la ciudad con mayor migración venezolana, o hacia Rumichaca, el paso fronterizo con Ecuador, que en los últimos meses comienza a presentar las mismas aglomeraciones que Cúcuta. Los principales destinos del éxodo venezolano terrestre: Colombia, Ecuador, Perú y Chile, en este orden marcado por la distancia.