La nueva novela del indio Amitav Ghosh, “Gun Island”, utiliza el cambio climático como telón de fondo. El galardonado autor habla a DW sobre las diferentes percepciones de la crisis climática entre Oriente y Occidente.
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Cuando era niño, Amitav Ghosh siempre supo de dónde venían las piñas. "Venían del jardín, yo veía a la gente que las cortaba en pedazos”, recuerda.
Su jardín estaba en Calcuta, India, mientras que el mío estaba en los suburbios de Manchester, Inglaterra, y todo lo que tenía era un poco de hierba, un árbol y un viejo balón de fútbol. Sin embargo, también comíamos piña, aunque normalmente de lata. Nunca me pregunté de dónde venía la fruta tropical.
En septiembre de este año, visité al autor indio en Brooklyn, en su cocina hablamos de nuestros recuerdos y de la crisis climática. Sobre lo diferente que se perciben las cosas, algo que también se tematiza en su obra "The Great Derangement”, el ensayo de Ghosh de 2016, subtitulado "Climate Change and the Unthinkable”: "El gran transtorno: el cambio climático y lo impensable” (sin traducir aún al español).
El libro comienza preguntándose por qué es tan difícil tratar el cambio climático en una novela moderna en inglés que no sea de ciencia ficción. Concluye que la literatura occidental de los últimos 200 años, ha quedado atrapada en un mundo en el que la comedia y la tragedia humana están separadas de la naturaleza. Esto hace que el debate climático sea muy diferente en Oriente y Occidente.
En su opinión, las novelas occidentales tienen que cumplir dos requisitos: deben ser plausibles y describir la acción humana. ¿Podría pasar esto? ¿Puede nuestro héroe luchar a través de su aventura moral? En cierto modo, su última novela, "Gun Island”, es un intento consciente de liberarse de esas convenciones. Está lleno de giros anormales y de coincidencias improbables, y encuentra espacio para utilizar el cambio climático como telón de fondo.
Crisis y realización
"The Great Derangement” es diferente de otros libros publicados en los últimos años sobre el declive ecológico. "El planeta inhóspito” (2019) de David Wallace-Wells, o "Confesiones de un ecologista en recuperación” (2017) de Paul Kingsnorth, por ejemplo, son libros vitales, pero son obra de hombres estadounidenses y británicos que se han dado cuenta de algo terrible y tratan ahora de encontrar una manera de lidiar con ello.
Ghosh también es consciente de la amenaza existencial, pero no parece tenerle miedo. Cree que la crisis actual dice mucho más sobre el pasado colonial que sobre un futuro destruido. Para algunas personas en este mundo, la catástrofe ya ha ocurrido.
"Tengo un amigo filósofo que dice que todas las proyecciones del futuro son fundamentalmente proyecciones de poder”, cuenta. "Por eso casi siempre son los blancos quienes hacen esas proyecciones, porque realmente están proyectando la desaparición del poder en el futuro. Yo no sé nada sobre el futuro”.
"Vengo de una parte del mundo donde nunca tuvimos expectativas optimistas del planeta ni del futuro”, dice Ghosh. "Sabíamos que habría muchos cambios y los experimentamos muy de cerca. En ese sentido creo que los occidentales creían en la estabilidad y en una promesa de futuro que yo desconozco”.
Occidente también ha llegado a depender de lo que Ghosh llama "discursos de expertos” de los científicos. El resultado, cree, es que la ciencia ofrece a los occidentales temerosos una esperanza en un "desarrollo sostenible” favorable a los negocios, biocombustibles o tecnologías respetuosas con el clima, que creen que salvarán al sistema antes de que se derrumbe.
La alternativa, un cambio de sistema económico a gran escala hacia una nueva redistribución de los recursos, sería impensable. El fin del capitalismo se percibe tan aterrador como el fin del mundo.
"Las personas que experimentaron por primera vez la crisis climática se encuentran en el otro extremo: agricultores, pescadores, esquimales, pueblos indígenas, pueblos forestales de India. Ya han tenido que adaptarse, sobre todo, dejando sus hogares en busca de un nuevo medio de vida”, dice Ghosh. "Los pueblos indígenas ya han vivido el fin del mundo y han encontrado formas de sobrevivir”.
Imperio británico
Ghosh cree que no es una coincidencia que las restricciones mencionadas anteriormente para las novelas surgieran al mismo tiempo que Occidente comenzó a usar combustibles fósiles para impulsar su imperialismo.
"El cambio climático es un aspecto importante del Imperio británico”, afirma. "El Imperio colonial se construyó básicamente con combustibles fósiles. Fue el dominio del carbón lo que le otorgó al Reino Unido una gran ventaja militar sobre el resto del mundo”.
Esa es también una de las razones por las que la energía renovable representa una amenaza para un sistema que Occidente ha construido y defendido durante siglos. "Una cosa es cierta. Si las energías renovables se adoptaran a gran escala, sacudirían por completo el orden político mundial”. Sostiene que el petróleo y el gas tendrían que atravesar estrechos marítimos controlados por EE.UU., Australia, Gran Bretaña y Canadá, lo que les daría una gran ventaja geopolítica.
Poder y justicia
Desde este punto de vista, no es de extrañar que el cambio climático en Occidente provoque principalmente miedo al declive social y la extinción. "Creo que los occidentales sienten que todo el orden está cambiando de una manera que es extremadamente amenazante para ellos”, señala Ghosh.
Por eso, el problema de la injusticia histórica para los pueblos del hemisferio oriental está en el centro del debate climático. "Si usted se dirige a un indonesio, indio o chino, es decir, gente que conoce bien los riesgos del cambio climático, y les dice: ¿por qué no reducen inmediatamente todas sus emisiones? ¿Qué va a escuchar? La respuesta siempre es muy política: Occidente ha creado este problema, dejémoslo todo en sus manos. Ese es el terrible dilema en el que nos encontramos”.
El cambio climático ya ha causado estragos en los países en desarrollo. Sin embargo, se supone que la riqueza que la gente ha acumulado a lo largo de los siglos servirá como amortiguador cuando se produzca un colapso ecológico y prevendrá lo peor.
"Siempre se nos dice que los países ricos se adaptarán mejor. Yo no lo creo. Creo que los países con sistemas muy complejos, como Estados Unidos y Europa, son mucho más frágiles en muchos sentidos. Piense en la distribución de alimentos”.
Y así es como llegamos a hablar de piñas. Y es que es más fácil conseguirlas si están en tu jardín.
(ar/jov)
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¿Cómo actuar para proteger el clima?
El próximo 20 de septiembre, el Gobierno alemán tiene previsto concretar su política climática para poder alcanzar sus objetivos de protección ambiental.
Imagen: DW/P. Große
Fenómenos climáticos extremos
En los últimos 50 años, los fenómenos climáticos extremos han aumentado a más del doble en Alemania. Pese a ello, el Gobierno alemán va con retraso respecto a sus objetivos de protección ambiental. El próximo 20 de septiembre, un "gabinete del clima" aprobará nuevas medidas para poder cumplir con el Plan de protección climática 2050" que se aprobó a finales de 2016.
Imagen: picture-alliance/dpa/A. Weigel
Causante del cambio climático
El efecto invernadero es provocado por gases que provienen mayoritariamente de la actividad humana, como el metano, el óxido de nitrógeno o el dióxido de carbono (CO2). Este último representa casi un 90% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Entre 1990 y 2017 estas emisiones se han reducido en un cuarto, pero el objetivo para 2030 de una reducción del 55% sigue estando lejos.
Imagen: picture-alliance/dpa/Geisler-Fotopress
Seguir desarrollando las energías renovables
El plan de protección climática prevé que las emisiones del sector energético se reduzcan en hasta un 62% para 2030 respecto a 1990. ¿Cómo? A través de la consolidación de las energías renovables, de una mayor eficiencia energética y de la reducción de los combustibles fósiles.
Imagen: Areva Multibrid/Jan Oelker
La industria, el segundo mayor pecador
La industria emite más del 20% de los gases de efecto invernadero alemanes, sobre todo en la producción de hierro y acero, de productos minerales (cemento) y de sustancias químicas. Dos tercios de las emisiones del sector provienen del uso de energía, el resto de los procesos de producción industrial. En los últimos 15 años la emisión de gases de efecto invernadero solo se ha reducido ligeramente.
Imagen: picture-alliance/dpa/O. Berg
Planes para la industria
De aquí a 2030, la industria debería sumar no más de la mitad de las emisiones de 1990, de acuerdo con el plan de protección ambiental. Las empresas deberían emplear menos energía e invertir en procesos productivos más eficientes. El calor de escape también tendría que utilizarse mejor. La investigación es clave para dar con nuevas posibilidades de ahorro.
Imagen: Fotolia/Franz Pfluegl
Buenas razones para avergonzarse del tráfico
El tráfico es el origen de casi el 18% de los gases de efecto invernadero alemanes. En 2016, las emisiones absolutas de este sector estaban incluso por encima de las de 1990. Más del 60% de las emisiones provienen de los automóviles y en torno al 30%, de los vehículos de servicio.
Imagen: picture-alliance/dpa/S. Gollnow
Mejor evitar volar
El que piense que volar no es tan perjudicial, se equivoca. Además de las emisiones de CO2, la combustión de sustancias de queroseno, aerosoles y vapor de agua contribuye al efecto invernadero, pues a esa altura tardan mucho más en descomponerse que en tierra.
Imagen: picture-alliance/dpa/F. May
La electromovilidad y otras ventanas al futuro
Para 2030 las emisiones del tráfico tienen que reducirse en aproximadamente un 40% respecto a 1990, ello a través de la digitalización y de vehículos con mayor eficiencia energética, así como de alternativas en la tracción y en los combustibles. Asimismo, deberían impulsarse los transportes de cercanía públicos, como el tren, el uso compartido de automóviles, la bicicleta o el ir a pie.
Imagen: picture-alliance/dpa/O. Spata
Calentar el planeta al calentar la casa
Los hogares emiten un 10% de los gases de efecto invernadero en Alemania. Desde 1990, estas emisiones se han reducir en más de un 30%. Si se tuvieran en cuenta las emisiones indirectas (como las provenientes de la producción de electricidad y calefacción para los hogares), el porcentaje de emisones conjuntas sería en realidad más del doble.
Imagen: picture-alliance/dpa/R. Schlesinger
Potencial de ahorro en las viviendas
Para 2030 los hogares deberían haber reducido sus emisiones en dos tercios respecto a 1990. Las principales vías para lograr esto son la contrucción de nuevos edificios capaces de ahorrar energía, la renovación de edificios antiguos y el abandono progresivo de los sistemas de calefacción que utilizan combustibles fósiles.
Imagen: Fotolia/Ingo Bartussek
También en el campo se contamina
La agricultura es responsable de casi el 8% de las emisiones. Sobre el problema aquí son el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O), no tanto el CO2. Las vacas, al rumiar, producen estos gases, pero también vienen de los abonos y fertilizantes y de la ganadería. Por lo menos, desde 1990 estas emisiones se han reducido en un 20%.
Imagen: picture-alliance/dpa/M. Scholz
Algunas emisiones son inevitables...
De aquí a 2030 la agricultura debería emitir un tercio de gases de efecto invernadero menos que en 1990. muchas emisiones vienen de procesos naturales y no se pueden evitar por completo. Se pretende fomentar la agricultura biológica, que no hace uso de fertilizantes minerales o químicos, lo cual reduce las emisiones de CO2.
Imagen: picture-alliance/dpa
Un brindis (y a seguir trabajando)
Las emisiones de las empresas, el comercio y los servicios suponen un 4% del total y se han reducido desde 1990 en más de un 50%. Una gran parte de estas emisiones provienen de la calefacción (o el aire acondicionado) de los edificios. También a este respecto es necesario actuar.
Imagen: picture-alliance/dpa/J. Woitas
La basura como ejemplo
El porcentaje de emisiones procedentes del reciclaje, incluyendo el tratamiento de las aguas residuales, es muy pequeño, y pese a ello se han logrado avances: desde 1990 las emisiones han caído tres cuartos, la disminución más fuerte de todos los sectores. En el futuro debería reciclarse más y los residuos deberían utilizarse de forma más efectiva para la producción de electricidad y calefacción.
Imagen: picture-alliance/dpa/J. Wolf
Los bosques como almacenes de CO2
En los bosques se almacena el CO2. En 2016 se redujeron las emisiones totales por esta vía en 14,5 millones de toneladas. Pero la agricultura y la silvicultura intensivas liberan el CO2 almacenado. A día de hoy, las tierras alemanas almacenan solo la mitad de los gases de efecto invernadero que en 1990.