"Existe un miedo nuevo ante Alemania"
18 de noviembre de 2018"Tengo menos miedo del poder alemán. Empiezo a temer mucho más a la inacción de Alemania”, dijo en 2011 el entonces ministro polaco de Exteriores, Radoslav Sikorski, durante un discurso en Berlín. El historiador alemán Andreas Rödder asegura que pronunciar tal frase en la década de los 90 hubiera sido impensable. Y mucho menos por parte de Polonia. Pero en el país vecino de Alemania las cosas han cambiado en los últimos años. Ahora gobierna allí el partido nacionalista conservador Ley y Justicia (PiS), cuyo presidente, Jaroslav Kaczynski, ya quiso llevar en su día a juicio a Sikorski por pronunciar aquella frase. Sin embargo, sigue existiendo la ambigua relación entre Alemania y sus vecinos europeos que Sikorski expresó en aquella ocasión. "Hay nuevas expectativas de que Alemania lidere en Europa”, dice el historiador Rödder. "Alemania se ve confrontada con el dilema de que vuelva a surgir el miedo de que Alemania quiera imponerse de forma hegemónica”. Para Rödder, los políticos alemanes se encuentran en un dilema: por un lado, deben tener en cuenta al resto de países europeos, pero, al mismo tiempo, "no deben desperdiciar la ocasión de tomar las decisiones necesarias para que Europa siga teniendo capacidad de maniobra en el escenario político mundial”.
Imposición alemana en la crisis de refugiados
"La solución a ese dilema no es sencilla”, prosigue Rödder. "Alemania debe abordar esta tarea dentro del marco de las instituciones de la UE, pero también, y sobre todo, a nivel de los diferentes países”. En ese sentido, el historiador considera que asumir abiertamente el papel de líder puede ser más eficaz que llevar a cabo política de trastienda, como sucede en muchos ámbitos. "Alemania debe asumir ese papel con decisión, pero teniendo en cuenta a los demás”, opina Rödder.
"Alemania ha cometido graves errores en la crisis de refugiados”, continúa el historiador, remitiéndose a las decisiones por mayoría que tomó el Consejo europeo de ministros en septiembre de 2015. En aquella ocasión, varios países obligaron a otros Estados miembros de la UE a aceptar contingentes de refugiados. "Aquello fue percibido como imposición alemana”, analiza Rödder.
El tradicional orgullo de Alemania
El historiador señala en este contexto una característica de la historia alemana que recientemente quedó reflejada en los resultados de un estudio. Se preguntó a los europeos si percibían la cultura nacional de su país como superior a la de los vecinos europeos. El 46 por ciento de los alemanes respondió que sí. En comparación, solo el 23 por ciento de los franceses contestó afirmativamente a esta pregunta.
Ahí Rödder reconoce una herencia del tiempo posterior a las guerras napoleónicas. "Cuando a principios del siglo XIX las sociedades europeas comenzaron a percibirse a sí mismas como naciones, los franceses podían recurrir a un Estado que ya existía”. Los alemanes, por su parte, vivían desde la caída del Sacro Imperio Romano de Occidente en una especie de conglomerado de principados y ciudades libres con los poderes hegemónicos de Prusia y Austria. Aún no existía una Alemania. Por ese motivo, los germanos empezaron a verse como nación cultural: "Esta toma de autoconciencia siempre tuvo un nexo con la idea de superioridad cultural y moral. Y es un orgullo que todavía hoy se encuentra. Pensemos si no en la cultura de la bienvenida del otoño de 2015. La idea de creerse moralmente en el lado de los buenos podía entonces tocarse con las manos”.
Crisis del euro: una canciller con bigote de Hitler
Aún mas complejo que el reparto de refugiados entre los países de la UE fue el papel de Alemania durante la fase crítica de la crisis del euro desde 2010 y hasta 2015. "En Europa hay dos relatos muy diferentes al respecto”, dice Rödder. Uno asegura que Alemania reaccionó demasiado tarde, mientras que el otro dice que Alemania asumió voluntariamente ser el recaudador de las deudas de otro país. "Por un lado, Alemania tendría que haber liderado de una forma más decidida. Cuando finalmente lo hizo y logró imponer rescates para las finanzas de varios países europeos, tampoco fue correcto, porque parte de esos planes de rescate suponían masivas medidas de ahorro para presupuestos fiscales futuros”. Aquello fue percibido como una imposición alemana y tuvo su reflejo en las pancartas que portaban los manifestantes griegos con imágenes de Angela Merkel con bigote de Hitler.
"Es típico de los estereotipos el hecho de que se puedan reactivar una y otra vez", explica Rödder. "Casi todos los países de Europa han tenido alguna vez alguna fricción bélica con Alemania. En el caso de Grecia, la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial”. Ahora el miedo que se siente hacia Alemania no tiene que ver con la amenaza militar, sino con el poder económico. "François Mitterrand hablaba en los años 80 de la bomba atómica alemana. Con ello se refería al marco y al Banco Federal. En un tiempo en el que el poder económico es más importante que el militar, Alemania es, sencilla y llanamente, el país más fuerte”, dice Rödder. "Por eso Alemania debe actuar con este punto fuerte en Europa de forma constructiva y operativa”.
Rödder cree que tanto la crisis de refugiados como la del euro podrían marcar la herencia política de Angela Merkel a nivel europeo. Eso es algo tan ambiguo como la percepción de Alemania por parte de sus vecinos. "Por un lado, ha tratado de impedir la ruptura de las instituciones europeas”, dice Rödder. "Al mismo tiempo, ha conducido a divisiones en Europa, especialmente con la crisis de refugiados. Y en Reino Unido suele decirse a menudo que la política de refugiados de Merkel ha conducido de forma decisiva al resultado del referéndum del ‘brexit”.
(ms/mn)
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