Antigua pompa en Bonn
31 de julio de 2010Paseando por el barrio en donde se erigen las viejas embajadas de Bonn, los mástiles vacíos que miran al cielo son señales inconfundibles para el viajero. A veces se levantan entre las casas descoloridas, o en jardines en los que la maleza cumple pacientemente su labor. Otras veces, sin embargo, son la cumbre de mansiones convertidas por el tiempo en despachos jurídicos, consultorios médicos o simplemente en hogares.
Mudanza cara
Cuando en 1999 el Gobierno alemán se marchó hacia Berlín, no todas las representaciones diplomáticas se fueron con él. Para algunos Estados africanos, por ejemplo, el viaje resultaba demasiado caro. Por eso se quedaron a orillas de Rin. La embajada de Sierra Leone, la última en Bonn, acaba de cerrarse.
El periodista y guía turístico Michael Wenzel conoce la historia y los detalles de casi cada edificio en el sur de Bonn. Dónde estaba el departamento cultural de Arabia Saudí, y dónde la sección social de la embajada española.
Inmuebles complicados
Wenzel también conoce la historia de las casas que aún no encontraron nuevo dueño. “Las antiguas embajadas son propiedades complicadas”, dice el periodista. “En Bonn todavía hay 24 mansiones vacías”. Hace algunos meses se logró vender el edificio de ladrillos a la vista que albergaba a la embajada de Tailandia. Hubo innumerables conversaciones con el rey Bhumibol de Tailandia y sus delegados durante años, mientras la mansión se descascaraba.
Sudáfrica no pudo aún vender ni la embajada ni la residencia. Una historia de fracasos, opina Michael Wenzel. La ex embajada portuguesa, una joya arquitectónica cercana al río Rin, se destinó al uso privado. Y allí donde vivían el entonces embajador de Corea residen hoy ancianos en medio de un ambiente lujoso. La embajada soviética, más tarde rusa, se transformó en un fastuoso consulado general, el más grande del mundo, según se dice.
Grandeza de tiempos pasados
Otros inmuebles parecen estar condenados a permanecer vacíos debido a motivos políticos. Desde la desintegración de la ex Yugoslavia nadie sabe qué sucederá con el edificio de su embajada. “El ministerio de Relaciones Exteriores tendrá que hallar una solución”, explica Wenzel. Pero es claro que este problema no ocupa los primeros lugares en la lista de prioridades.
La ruina más conocida a lo largo y a lo ancho del territorio alemán es la ex embajada de Irán. Los ornamentos azules de la fachada han empalidecido, y en la mansión sólo habita el moho. Un lugar peligroso, según Wenzel, que ironiza sobre el tema. “Por razones de seguridad no se puede ingresar al edificio, ya que está descuidado, así como lo están las relaciones diplomáticas entre Europa e Irán. Por eso, ahí va mi consejo: alguna vez se desplomará todo, y se acabará el problema”.
Otro panorama ofrece la antigua embajada de Francia, cubierta por una enredadera, que ya encontró comprador.
Destino turístico con historia
Michael Wenzel organiza, junto con la asociación privada Stadtmarketing Bad Godesberg, dedicada al mercadeo del barrio al sur de Bonn, los llamados tours por las embajadas. No puede quejarse de falta de interés, por el contrario. Tanto los paseos a pie como los viajes en ómnibus están agotados con meses de anticipación.
Y los visitantes provienen de Alemania, pero también de los países vecinos. Un plato fuerte es, sin duda, la ex representación diplomática de Siria, que abre de vez en cuando sus puertas a los turistas ofreciendo aún el brillo interior de su fantástico lujo oriental.
Los visitantes se sorprenden y se llenan de entusiasmo. “¡Quién hubiese pensado que Bonn es tan interesante!”. Los viejos tiempos de Bonn como capital de Alemania ya pasaron, pero la historia sigue viva.
Autora: Cornelia Rabitz/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López