A poco menos de tres horas de audiencias, que incluyeron cintas de video con el testimonio de un testigo que murió, el juez ordenó una semana de aplazamiento para dar tiempo a uno de los acusados junto a Hussein de conseguir representación legal.

El depuesto presidente iraquí, cargando una copia del Corán bajo su brazo, arribó levemente tarde a la sesión de la corte, segunda en el juicio contra Saddam y siete de sus colaboradores, que comenzó el 19 de octubre y luego fue aplazado durante 40 días.

Exigencias de un ex dictador

"No quiero que se los diga, quiero que se los ordene", respondió Saddam. "Ellos son invasores y ocupantes y debe ordenárselos", agregó. Saddam, vistiendo una camisa blanca y un pantalón oscuro, discutió luego con el juez sobre sus derechos y debido a que en prisión le quitaron su bolígrafo y un papel. A medida que su voz se alzaba, se interrumpió la emisión televisiva y se cortó el sonido.

Tras el asesinato de dos abogados defensores, una trama para matar al investigador jefe y amenazas contra los testigos, la seguridad para el proceso judicial es intensa. Parte de los testimonios se van a escuchar desde detrás de unas mamparas protectoras y las imágenes de televisión no mostrarán los rostros de los abogados de la defensa y sólo el de uno de los cinco jueces.

Podrían ir a la horca

Alrededor de dos horas antes de que se reanudara el juicio, aterrizó un mortero en la "zona verde", el área en donde está ubicada la corte, subrayando los riesgos. No hubo heridos. El ex líder iraquí y los colaboradores están acusados de ordenar la muerte de 148 jóvenes chiítas en la ciudad de Dujail, al norte de Bagdad, tras un intento de asesinato contra Hussein perpetrado en julio de 1982. Los acusados podrían ser condenados a la horca si son hallados culpables. Todos se declararon inocentes.