El rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdelaziz, ordenó emitir permisos de conducir para las mujeres, que hasta el día de hoy tenían prohibido ponerse al volante de un vehículo en el ultraconservador país musulmán.
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La agencia oficial de noticias saudí, SPA, informó de que la orden real entrará en vigor en junio próximo, pero no ofreció más detalles sobre su aplicación.
Asimismo, el monarca estableció un comité formado por los Ministerios de Interior, Hacienda, Trabajo y Desarrollo Social para que presente sus recomendaciones sobre el asunto en un plazo de treinta días. Según SPA, el comité estudiará cómo aplicar la directiva del rey y homologar la ley de tráfico para que incluya a las mujeres "con igualdad" respecto a los hombres.
La agencia explicó que la decisión fue tomada después de que la mayoría de los miembros de la Autoridad de los Ulemas del reino no se opusiera a que las mujeres conduzcan, dentro de "las garantías de la 'sharía' (ley islámica) para evitar (los) problemas" que pudieran surgir.
Rígido sistema de tutoría masculina sobre las mujeres
Asimismo, la orden se basa en "las consecuencias negativas de no permitir a la mujer conducir un vehículo y las previsibles ventajas de permitirle" hacerlo, de acuerdo con SPA.
Hasta ahora, las mujeres no podían llevar un vehículo en Arabia Saudí y necesitaban contar con un conductor privado o un familiar varón que las ayudara en sus desplazamientos.
Activistas de los derechos de las mujeres han hecho campañas desde hace años para revertir la prohibición, que ha llevado al arresto de decenas de saudíes que se han atrevido a ponerse al volante como forma de protesta.
Esta medida se enmarca en las reformas que lleva a cabo el rey Salman desde su llegada al trono en 2015, que han supuesto pequeñas mejoras para las mujeres saudíes, que aún así siguen sujetas a un sistema de tutoría del hombre.
JOV (efe, dpa)
Historias de mujeres latinoamericanas
Según datos de ONU Hábitat, 104 millones de personas viven en asentamientos informales en zonas urbanas de Latinoamérica. Muchas mujeres se han convertido en líderes de sus comunidades. La ONG TECHO las apoya.
Imagen: Techo.org
Lideresas en asentamientos informales
Según datos de ONU Hábitat, 104 millones de personas viven en asentamientos informales en zonas urbanas de Latinoamérica. Ante las precarias condiciones de vivienda y la falta de acceso a servicios básicos, las mujeres se han convertido en líderes de sus comunidades, gestionando proyectos y mejoras. La ONG TECHO las apoya en su lucha.
Imagen: Techo.org
Protagonistas, movilizadas y creativas
Junto con el rol tradicional, a cargo de los hijos y el hogar, las mujeres deben salir a trabajar, muchas veces en el mercado informal, y se involucran en proyectos comunitarios con creatividad y voluntad, como este grupo del asentamiento La Pradera, Perú.
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Mujeres de lucha
Máxima Galeano (39) es vecina del asentamiento “14 de febrero”, en la provincia de Buenos Aires, Argentina, donde residen unas 700 familias. Junto a los suyos, construyó su vivienda de emergencia en 2013. Pero también trabaja por la comunidad y ayudó a gestionar el alumbrado público del barrio.
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Construyendo comunidad
Las calles del asentamiento se encuentran en muy mal estado, lo que impide su acceso en días de lluvia. La parada de bus más cercana está a 10 cuadras y para llegar a la capital federal, a más de 40 kms, es necesario tomar hasta cuatro transportes distintos. Máxima trabaja con los vecinos para conseguir acceso a servicios como agua, electricidad, gas y recolección de basura.
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Por un mejor futuro para los niños
Bruna vive con su esposo en Parque das Missões, Brasil. Son vendedores ambulantes y se conocieron trabajando. La hija de ambos, Talita, tiene dos años. Junto con el trabajo y el cuidado de su hija, Bruna se esfuerza por mejorar las condiciones de su comunidad, con iniciativas de apoyo escolar para los niños y de acceso regular a los servicios básicos.
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Voz en Hábitat
Silvia Suárez es una de las lideresas comunitarias que representó a los asentamientos informales en la Conferencia Hábitat III. Madre de cuatro hijos, vive en Compuertas, una comunidad ladrillera de Teoloyucán, México. No tiene calles pavimentadas, servicios médicos, alcantarillado ni transporte público. La escuela más cercana está a 30 minutos a pie.
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Infraestructura comunitaria
Luisa Polo se mudó hace 19 años al asentamiento La Pradera, en el distrito de Pachacamac en Lima, Perú, donde vive con su hija y su pareja. Trabaja como secretaria de la municipalidad y participa activamente del Grupo de Mujeres y la Junta Directiva de la comunidad, gestionando proyectos de infraestructura comunitaria y acceso a servicios básicos. También estuvo Hábitat.
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Hay que superarse
“A veces las mujeres no tenemos un diploma, pero somos iguales. A pesar de las dificultades, hay que superarse”, dice Esther Rodríguez -32 años, casada, cuatro hijos-, quien participó en Hábitat. Esther es cajera en un supermercado y vive en la comunidad Nueva Luz 2, en Panamá. Con la ayuda de TECHO construyó su vivienda de emergencia e inició la mesa de trabajo vecinal.
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Gran familia
Con 13 hijos, Rita Mendoza, 42 años, es una activa vecina del asentamiento Nuevo Horizonte, en Paraguay. “Esta gran familia es un símbolo de que se puede salir adelante, forjar seres humanos en valores y darles las oportunidades para ser mejores”, dice. Como lideresa contactó a TECHO y promovió la construcción de viviendas de emergencia y la mesa de trabajo con la comunidad.
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Pobladoras activas
El desarrollo en una comunidad no puede lograrse sin la participación activa de sus pobladoras. Karla Ríos es líder y voluntaria de los proyectos impulsados con TECHO en la comunidad El Panamá, en Nicaragua. Actualmente participa en la mesa de trabajo con los vecinos y coopera con miembros de la escuela local en renovaciones para mejorarla