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"Arca de Noé" rusa vuelve tras probar si somos "alienígenas"

26 de septiembre de 2025

Un laboratorio orbital con 75 ratones, 1.500 moscas y diversos microorganismos completó un mes en el espacio para probar si la vida podría haber llegado a la Tierra desde las estrellas.

El satélite Bion-M nº 2 orbitó durante 30 días a 370 kilómetros de altitud para estudiar los efectos de la radiación cósmica en organismos vivos.
El satélite Bion-M nº 2 orbitó durante 30 días a 370 kilómetros de altitud para estudiar los efectos de la radiación cósmica en organismos vivos.Imagen: Ivan Timoshenko/SNA/IMAGO

Un inusual "zoológico espacial" acaba de regresar a la Tierra tras completar un mes en órbita. Se trata del satélite ruso Bion-M nº 2, bautizado como "Arca de Noé" por la naturaleza excepcional de su carga, que despegó el 20 de agosto desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, impulsado por un cohete Soyuz-2.1b. Tras 30 días de misión científica, la cápsula aterrizó con éxito el 19 de septiembre en las remotas estepas de la región de Orenburg.

A bordo viajaba una extraordinaria tripulación biológica: 75 ratones, más de 1.500 moscas de la fruta y una mezcla de material biológico que abarcaba semillas, cultivos celulares y distintos microorganismos. Este singular cargamento no era casual, sino el corazón de una ambiciosa investigación espacial.

Los más de 30 experimentos científicos que componían la misión tenían un doble objetivo: analizar los efectos del entorno espacial sobre los organismos vivos y someter a prueba una de las hipótesis más fascinantes sobre el origen de la vida: la panspermia, la hipótesis, aún debatida, que plantea que la vida terrestre podría haber llegado desde el espacio.

Investigadores recuperaron cápsulas con biomateriales y organismos vivos del módulo Bion-M No. 2 tras su aterrizaje.Imagen: Oleg Voloshin/SNA/IMAGO

Misión a 370 kilómetros de altitud

La nave siguió una trayectoria orbital polar a una altitud de entre 370 y 380 kilómetros, donde la radiación cósmica se estima un 30 % superior a los niveles de la órbita terrestre baja, de acuerdo con información de Roscosmos difundida en Telegram y reportada por The National.

Esta intensa exposición radiactiva resulta fundamental para comprender cómo sobrevivirían los seres vivos durante futuras expediciones más allá de la protección de nuestro planeta.

Imágenes del lugar mostraron al módulo con signos de quemaduras y un pequeño incendio forestal en el área, que fue rápidamente controlado. Tres helicópteros con equipos técnicos aterrizaron cerca para extraer cuanto antes a los pasajeros biológicos y dar inicio a los análisis preliminares en una tienda médica montada en el mismo sitio.

Científicos del Instituto de Problemas Biomédicos examinaron los ratones supervivientes del satélite Bion-M No. 2 inmediatamente tras su aterrizaje en Orenburg.Imagen: Oleg Voloshin/SNA/IMAGO

Probar la teoría de la panspermia

Una de las grandes incógnitas de la misión es el experimento "Meteorito", según recoge Space.com, diseñado para probar la teoría de la panspermia a bordo de cometas, asteroides o fragmentos de otros planetas. 

Para probarlo, los científicos colocaron rocas basálticas con cepas microbianas en el casco del satélite, simulando el viaje de un meteorito. El objetivo: ver si alguna bacteria sobrevive a la reentrada atmosférica, con su infernal fricción y calor. 

"Si entre las cepas investigadas se descubren bacterias supervivientes, esto será una prueba seria que confirme la teoría de la litopanspermia", declaró Alexander Anatolyevich, investigador del Instituto de Problemas Biomédicos (IBMP), en declaraciones publicadas en Telegram,según recoge Futurism.

Todavía no se conocen los resultados de este arriesgado experimento microbiano, pero el simple hecho de intentarlo pone sobre la mesa preguntas que parecen de ciencia ficción: ¿podrían los microbios viajar por el espacio y sembrar vida en otros planetas?

Investigadores rusos examinan el módulo de descenso Bion-M No. 2 en Orenburg tras completar su misión orbital con ratones, moscas y diversos organismos.Imagen: Oleg Voloshin/SNA/IMAGO

Otros experimentos

La misión, desarrollada por Roscosmos y el IBMP de la Academia de Ciencias de Rusia, también incluyó otros experimentos distribuidos en diez áreas temáticas. Las primeras se centraron en fisiología gravitacional en animales, otras en cómo afecta el espacio a microorganismos y plantas, y algunas más en experimentos tecnológicos, dosimetría de radiación, e incluso proyectos escolares desarrollados por estudiantes rusos y bielorrusos, según informa Space.com.

En cuanto al balance vital del viaje, 10 de los 75 ratones no sobrevivieron al regreso, según informaron las autoridades rusas en otra publicación de Telegram. No se ofrecieron detalles sobre el estado de las moscas ni de los demás organismos.

Aunque pueda parecer un experimento del futuro, este tipo de misiones tiene una larga historia. Ya en 1948, como reporta Futurism, Estados Unidos envió al espacio al primer mono,iniciando una cadena de viajes con animales como gatos, perros y ranas. Hoy, la pregunta ha cambiado: no es solo si podemos llevar vida al espacio, sino si el espacio pudo, en algún momento, traer vida hasta aquí.

Editado por Felipe Espinosa Wang con información de Space.com, The National y Futurism.

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