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Armas en América Latina: alerta de seguridad

11 de agosto de 2017

El asalto a un fuerte en Venezuela alerta sobre los depósitos de armamento en la región. ¿Qué armas existen y qué riesgos encierran?

La crisis política en Venezuela, un estado altamente armado, representa una situación preocupante para el país y la región.
La crisis política en Venezuela, un estado altamente armado, representa una situación preocupante para el país y la región. Imagen: Getty Images/AFP/F. Parra

El último Índice de Poder Militar (Global Firepower, GFP), ranking en base a más de 50 factores de las fuerzas navales, terrestres y aéreas tales como tropas, armamento, vehículos y naves, entre otros, sitúa a los países de América Latina en lugares discretos. Mientras Estados Unidos, Rusia y China vuelven a encabezar la lista, Brasil, el mejor rankeado de Latinoamérica, figura en la posición 17. Le siguen México (34), Argentina (35), Perú (39), Colombia (40) y Venezuela (45).

Pero la definición de armas y poder, así como las posibles consecuencias varían dependiendo de diferentes factores como el contexto y el uso que se les dé. También, según el tipo y en manos de quién estén. El denominador común es que la región no cuenta con gran armamento pesado. "En estos países, el poder militar entendido como tanques, barcos de guerra o armas representativas de este tipo, no son una gran amenaza", señala Matt Schroeder, investigador del organismo internacional Small Arms Survey, en conversación con DW.

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No obstante, en contextos inestables, cualquier arma, sin importar el tamaño, puede ser un riesgo mayor. "Las que nos preocupan son la armas de fuego, granadas y misiles de corto alcance, que podrían ser usados por criminales”, agrega Schroeder. En ese sentido, el reciente asalto a un depósito militar en Venezuela, aunque no fue sustraída una gran cantidad de armas -aparentemente rifles y granadas- ha generado alerta.

"No son armas de alta tecnología, pero sí el tipo usado por criminales, terroristas, narcotraficantes y organizaciones de tráfico de armas. Si la situación continúa deteriorándose y ocurren más y mayores incidentes como éste, podemos tener un gran problema”, advierte el experto, quien observa que estas armas podrían distribuirse dentro o fuera del país.

Renovación y expansión de fuerzas

"Venezuela se ha armado tanto y ha adquirido tanto armamento militar pesado de todo tipo, como misiles, tanques y aviones, y cuando un país se arma de manera exagerada, los demás tienen la obligación de cuidarse y adquirir armamento nuevo", sostiene el politólogo uruguayo Diego Sanjurjo, investigador de la Universidad Autónoma de Madrid. Hace poco, el gobierno argentino anunció un reequipamiento militar y la compra de aviones cazabombarderos.

"Todos los países de la región adquieren regularmente nuevas armas para  reemplazar las antiguas o expandir sus fuerzas armadas. Esto último lo hemos visto en Venezuela, donde hace unos pocos años compraron un gran número de rifles rusos e incluso adquirieron una fábrica de Rusia para producir más. Estas adquisiciones fueron para reemplazar armas antiguas, pero también para equipar fuerzas paramilitares, lo que llevaría a un incremento de las armas en Venezuela”, indica a DW Pieter Wezeman, investigador del Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI).

El experto sostiene que ese país también importó un gran número de armas mayores, como aeronaves de combate y tanques. "Aunque es menos factible que sean saquedos, proveen al gobierno de una significativa potencia de fuego en caso de enfrentamientos armados con potenciales grupos rebeldes”, observa.

Desmilitarización... con excepciones

Con todo, la tendencia en América Latina en las últimas décadas ha sido disminuir el gasto en armamento. "El gasto militar de Centroamérica, el Caribe y Sudamérica combinados bajó un 7,8% hasta niveles de 2007", indica el Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI), con sede en Estocolmo, en su último informe. "La caída se explica en gran parte por las reducciones en gasto de los países exportadores de petróleo como Ecuador, México, Perú y Venezuela. El gasto de Brasil continuó cayendo como resultado del empeoramiento de la crisis económica", agrega.

En el ranking de poder militar 2017, los países latinoamericanos tienen lugares discretos. En la región, figura primero Brasil, seguido de México y Argentina.Imagen: picture-alliance/Estadao Conteudo/W. Junior

A esto se suma una tendencia general en la zona, desde hace unas décadas. "Los países de América Latina y el Caribe tenían unas fuerzas armadas enormes, muchas veces obsoletas, pero enormes, y se han ido desmilitarizando y disminuyendo el número de efectivos de manera drástica, lo que reduce notoriamente la demanda de armamento", explica Diego Sanjurjo.

Esto ha generado importantes excedentes de armas. La mayoría de los países ha promovido políticas de destrucción, especialmente de armas más antiguas. "Colombia, por su situación particular, es un ejemplo en políticas de desarme y destrucción de armas. Brasil ha llevado adelante un proceso de desarme enorme y Uruguay lo hace regularmente, cada seis meses destruye armas”, señala Sanjurjo.

"No obstante, mientras el resto de la región se ha ido desmilitarizando, Venezuela es la excepción. Hoy tiene más militares, arsenales y poderío militar que nunca en su historia. El discurso oficial afirma permanentemente que el país sudamericano está en riesgo de ser invadido por Estados Unidos y eso lo lleva a tener un estado militarizado", apunta Sanjurjo. El investigador sostiene que Venezuela es uno de los pocos países donde no hay excedentes de armas y la demanda no tiene límite, también por la  existencia de una reserva civil de más de un millón de ciudadanos, los cuales, en caso de necesidad, recibirían armas del ejército.

¿Crisis de seguridad en la región?

La cantidad y el tipo de armamento, en una situación política y social de tal inestabilidad, como ocurre en Venezuela, genera preocupación entre los expertos. "Estamos observando esta situación muy de cerca, pues durante el régimen de Chávez, Venezuela compró un gran número de armas sofisticadas, incluyendo misiles IGLA-S, un tipo portátil de disparo desde el hombro. En ese tiempo eran los misiles rusos de mayor tecnología y Venezuela importó al menos cuatro mil a cinco mil”, observa Matt Schroeder. 

Matt Schroeder es investigador de Small Arms Survey. Imagen: Small Arms Survey

No es un tipo de arma común en la región. Brasil tiene del mismo tipo, pero en menor cantidad, y otros países cuentan con misiles, pero no de este nivel y en mucho menor número. "El problema en Venezuela es el tamaño del arsenal, el número de misiles que tienen, y el deterioro de la situación de seguridad con el riesgo de que puedan ser vendidos ilegalmente por soldados que están tratando de alimentar a su familia o simpatizan con la oposición, o que sean robados por grupos que ataquen los depósitos militares. La situación es sumamente preocupante”, alerta el investigador de Small Arms Survey.

Esto podría tener consecuencias en la criminalidad y la seguridad no sólo del país sino de la región. La interrogante, en opinión del investigador, es dónde están esos misiles, qué tan seguros están almacenados y qué planes tienen el gobierno de Venezuela y los gobiernos de la región para prevenir y evitar el comercio, en caso de que los depósitos sean saqueados.

 "Todos los países latinoamericanos han reunido arsenales de armas que podrían ser saqueados y conducir a guerras civiles. La antigüedad de las armas no es demasiado importante en este sentido. Armas pequeñas compradas hace 40 años son más que suficientes para alimentar un conflicto”, advierte Pieter Wezeman.

La preocupación por la seguridad del almacenaje es fundamental, "principalmente las que son relativamente fáciles de usar, como armas pequeñas, municiones, vehículos armados y misiles portátiles. En general, en las guerras civiles, al menos al principio, se combate con armas que están ya en el país. Ejemplos recientes son las guerras en Libia, Siria e Irak, donde los rebeldes capturaron depósitos de armas”, sostiene el investigador del SIPRI.

Autora: Victoria Dannemann (VT)     
                  

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