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Armas ligeras matan tantos como la malaria

José Ospina Valencia17 de octubre de 2005

Cada minuto muere una persona víctima de un arma pequeña y ligera. Civiles de todo el mundo exigen un Acuerdo contra el Comercio de Armamento que podría firmarse en 2006.

Armas y dinero: una alianza letal.Imagen: APGraphics


El peligro real que emana de las armas ligeras es tan mortal como el de las de exterminio masivo, por lo menos, si se tienen en cuenta las estadísticas de víctimas. Según Naciones Unidas, cada año 500 mil personas son abatidas a tiros con armas ligeras en manos de criminales comunes, insurgentes, paramilitares, milicianos o unidades oficiales de policías y ejércitos. Entre tanto, mueren tantas personas abaleadas como las que sucumben a la malaria y el sarampión.

El estudio ginebrino Small Arms Survey calcula que en el mundo circulan unos 639 millones de armas ligeras. Ocho millones de estas armas letales son producidas cada año. Los grandes productores del “primer mundo” están perdiendo terreno en este sector industrial, pues cada vez más países en desarrollo producen armas. Brasil y Venezuela son dos casos relevantes en América Latina. Actualmente hay 98 países en los que 1.135 empresas fabrican armas livianas y munición.

El club de los mayores productores de armas

Las exportaciones legales de armas en el mundo alcanzan un volumen anual cercano a los 30 mil millones de euros. El 88% de esas exportaciones las realizan Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusa, China y Francia. ¿Es acaso coincidencial que éstos sean justamente los 5 miembros fijos del Consejo de Seguridad, responsables de la paz mundial?

Aparte del dolor humano, la proliferación de armas ligeras es un obstáculo para el desarrollo de muchos países. En América Latina los daños económicos anuales generados por la violencia con armas ligeras son calculados por el Banco Interamericano de Desarrollo entre 140 y 170 mil millones de dólares.

En África los conflictos, en su mayoría disputados con armas pequeñas, pulverizan anualmente unos 20 mil millones de dólares. Una tercera parte de los países más pobres gastan más dinero en armamento y operaciones militares que en servicios de salud pública.

Hay dinero para armas, más no para educación

“En nombre de la lucha contra el terrorismo”, dice la antigua Comisaria de Naciones Unidas para Derechos Humanos, Mary Robinson, “se han enviado numerosas armas ligeras a regímenes violadores de los Derechos Humanos que las venden en el mercado ilegal”. 90% de las armas ilegales provienen de depósitos oficiales.

Los efectos letales de las armas pequeñas, de fácil acceso y menor precio, son mayores en donde reinan conflictos internos. En ciudades azotadas por bandas armadas la inseguridad es veneno para la economía. La pérdida de una décima parte del Producto Interno Bruto de El Salvador se le atribuye a esta violencia armada y corresponde al doble de lo que su Gobierno invierte en salud y educación.

Bajo precio, altos riesgos

Hace varios años que organizaciones no gubernamentales y un grupo de 18 premios Nobel de la Paz, dirigidos por el ex presidente de Costa Rica Oscar Arias, exige un Acuerdo Mundial para el Control de Comercio de Armas que podría firmarse en 2006. Este Acuerdo se sumaría a la Convención de Ottawa (Canadá) sobre la prohibición de minas antipersonales.

Los brasileños darán pronto un importante paso contra la proliferación de armas. Este 23 de octubre el Gobierno de Brasilia convoca a un plebiscito nacional sobre el comercio de armas y munición, reporta la página brasileña de DW-WORLD.

Revólveres y fusiles, pistolas y morteros, granadas de mano, pistolas antitanques y lanzadores de misiles portátiles, todas estas son “armas pequeñas que ocasionan grandes problemas”: exacerban conflictos, provocan hordas de refugiados, socavan el Estado de Derecho, y engendran una cultura de violencia e impunidad. En suma, estas armas son una amenaza para la paz y el desarrollo, la democracia y los derechos humanos.

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