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Armas traficadas de EE.UU. empoderan a criminales en Brasil

9 de septiembre de 2019

Esta es la tercera entrega sobre el panorama del crimen organizado en Brasil, donde la violencia prevalece año tras año por la guerra de esos grupos por el control de territorio y del mercado de consumidores de droga.

USA Waffe Kalaschnikow AK47
Imagen: Getty Images/G. Frey

Armas de alto poder traficadas de Estados Unidos masivamente empoderan a los grupos criminales de Brasil como el Primeiro Comando da Capital (PCC), las ‘milicias', y Comando Vermelho (CV) para poder controlar el mercado de drogas ese país, el segundo con más consumidores de cocaína en el mundo. Tan solo en 2018, costó la vida a 60 mil personas.

De acuerdo al prestigiado investigador Gabriel Feltran, en 2018, el 94% de las víctimas de homicidio intencional en Brasil fueron hombres, de los cuales el 72% eran negros, y el 71 por ciento de las muertes fueron ocasionadas por armas de fuego.

Lo que se menciona poco es que la mayoría de las armas de alto poder, como el AK47 y AR15, que empoderan al crimen organizado en Brasil, no vienen de los dos puntos más cercanos de conflicto en el entorno de ese país. Es decir, no vienen de Venezuela ni tampoco vienen de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), sino de Estados Unidos.

De acuerdo a las propias cifras oficiales del gobierno de Brasil, el 24 por ciento de las armas ilegales que circulan entre los grupos de delincuencia organizada vienen de Estados Unidos. Y prácticamente el 100 por ciento de las armas de alto poder como AR15 y AK 47 que están en las manos de la delincuencia organizada vienen de allá. En los operativos de seguridad se han encontrado armas de los fabricantes y/o importadores Safety Harbor Firearms Inc., con sede en Florida, y Golden State Arms Distributors. Inc., entre otros.

Negocio rentable

Y es que, de acuerdo a la información compartida por funcionarios del gobierno de Brasil así como la que obtuve de expedientes criminales abiertos en Estados Unidos, el tráfico de armas de aquel país del norte a Sudamérica se realiza fácilmente. Además de ser un negocio muy redituable. Un rifle de alto poder como el AR15 que la Safety Harbor Firearms Inc. vende en su portal de internet entre 700 y 1.200 dólares, en Brasil se comercia en el mercado negro en 15 mil o 20 mil dólares.

"¿Cómo es posible que una sola persona haya podido traficar de Estados Unidos por vía aérea más de mil armas?”, escuché comentar a un jefe de la Policía Federal de Brasil. Se refería a Frederik Barbieri, ciudadano de Brasil, naturalizado en Estados Unidos, radicado en Florida, quien traficó armas a su país de origen y ganó más de 3 millones de dólares.

La exclamación del jefe policiaco me llamó la atención y me puse investigar sobre el caso de Barbieri hasta dar con el expediente criminal abierto en su contra en la corte federal de Distrito Sur de Florida. 

Barbieri se autoproclamaba de modo macabro "El señor de las Armas”. Al menos desde 2013 hasta 2018 traficó armas de alto poder a Brasil. Él y sus cómplices borraban los números de serie de las armas y las ocultaba en paquetes junto con municiones y accesorios para dichas armas, en calentadores de agua, que luego exportaban a Brasil a través de una empresa fachada. Las armas llegaban a través de la compañía aérea Air Com International y habitualmente arribaban al aeropuerto internacional de Río de Janeiro.

A través de tres cómplices, vendía las armas a la delincuencia organizada en las favelas de Río de Janeiro (controladas por el PCC, CV o milicias) y las ganancias de las ventas las concentraba otro coacusado, quien luego coordinaba el envío del dinero a Barberi. De acuerdo al expediente oficial, la conspiración incluyó a agentes de aduanas, a un individuo en Copacabana y hasta a un alto funcionario de Brasil, que lo habrían extorsionado para permitirle continuar el tráfico de armas.

La mercancía que sale

Aunque el gobierno de Estados Unidos es habitualmente muy estricto con la mercancía que entra a su territorio, para impedir supuestamente el tráfico de droga y la entrada de terroristas y sus armas letales, parece no importarle la que sale. No fue el gobierno de Estados Unidos el que frenó la operación, aunque el vendedor de armas era su informante (según lo admitió el propio gobierno en el expediente de Barbieri), sino que fue la Policía Federal de Brasil la que detectó a mediados de 2017 uno de los cargamentos de armas de Barbieri en el aeropuerto internacional de Río de Janeiro. Eran tan solo 60 rifles de asalto AK47 y AR15, solo la punta del iceberg. El gobierno de Brasil pidió ayuda al de Estados Unidos para hacer la investigación.

"Durante las llamadas telefónicas controladas (interceptación telefónica), el propio acusado declaró que las armas de fuego fueron vendidas a individuos en las favelas, y que los ingresos de la venta fueron en pequeñas denominaciones en efectivo porque las armas de fuego se compraron con dinero de las drogas”, se afirma en el expediente criminal. El dinero lo depositaba en cuentas del Bank of America.

El primero de marzo de 2018, Barbieri se entregó a la justicia estadounidense. De los nueve cargos y subcargos de los que era acusado, al final la fiscalía le retiró 7 y fue condenado a 12 años de prisión por "intento de exportación de armas”_ aunque el tráfico de armas si se concretó en varias ocasiones_ y "conspiración para defraudar a Estados Unidos”.

"Rápido y Furioso”

Lo más impactante del caso es que en los documentos judiciales que tengo en mi poder se afirma que el proveedor de armas Barbieri era informante del gobierno de USA desde antes de 2014. 

Esto me trae a la memoria que de 2009 a 2011, la administración de Barack Obama, a través de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), propició a través del programa "Rápido y Furioso” el tráfico de armas a México en una de las épocas más cruentas de la guerra entre los carteles de la droga.

La ATF permitió que comerciantes de armas con licencia en USA vendieran a compradores ilegales más de 2 mil armas que fueron traficadas a carteles de la droga en México. El tráfico de armas fue monitoreado por el gobierno de Estados Unidos y no fue detenido por años, con la excusa de querer rastrearlo y saber a dónde llegaban. Dicho tráfico de armas que alentaba la violencia y la muerte en México no le importó a nadie hasta que un agente de la patrulla fronteriza de EE.UU., Brian Terry, fue asesinado en 2010 con una de esas armas traficadas con la tolerancia del gobierno estadounidense. Entonces "rápido y furioso” fue un escándalo mundial.

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