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Arquitectura de Alemania: Del Imperio Romano a la Edad Media

Carlos Albuquerque (I.G.U.)5 de junio de 2007

Los germanos no conocían el concepto de ciudad ni de división del trabajo. El origen de la arquitectura y del urbanismo alemán tiene sus raíces en los asentamientos romanos y las construcciones medievales.

Más de mil casas de entramado rodean el castillo de Quedlinburg, en el Estado de Sajonia-AnhaltImagen: dpa

El hecho de que las aldeas celtas de la Edad Antigua puedan ser calificadas de las precursoras de las ciudades actuales es bastante discutible, explica el arquitecto e historiador Gert Kähler en su obra "Gebaute Geschichte" ("Historia construida", Ernst Klett, Leipzig 2006).

La diversidad arquitectónica moderna en las ciudades alemanas tiene dos orígenes: por un lado, los asentamientos romanos al sur del Limes, un amplio camino de fronteras que se extendía desde el Rin hasta el Danubio y separaba al Imperio Romano de las tribus germanas; por otro, la fundación de los núcleos urbanos señoriales y los burgos de la Edad Media.

Raíces romanas

Los romanos utilizaban siempre el mismo modelo urbano para construir sus ciudades: una muralla rodeando el espacio cuadrangular ocupado, alineada según los puntos cardinales y dividida por las dos calles principales, el cardo y el decumano, que se cruzaban en el centro, donde además se encontraban el foro y el templo, es decir, el poder secular y el religioso.

En Colonia, que fue fundada entre los años 19 y 18 a.C., la muralla englobaba un área de cerca de un kilómetro cuadrado. El cardo maximus trascurría en dirección norte-sur y formaba parte del gran camino de las legiones, que nacía en el Mar del Báltico y atravesaba Xanten, Colonia y Maguncia en dirección sur. El decumanus maximus, el eje este-oeste, marcaba el fin de una ruta comercial proveniente de la Galia.

Estas dos vías principales siguen siendo los cimientos de la fisionomía urbana de Colonia: el cardo corresponde a la Hohe Strasse (calle principal, en alemán), y el decumano a Schildergasse, uno de los principales centros comerciales en la Alemania de hoy en día.

Casa de entramado del siglo XVII.Imagen: dpa

Raíces medievales, creencias mal cimentadas

Tras el fin del dominio romano en la región, a principios del siglo V, las ciudades originarias de los asentamientos romanos, como Colonia, Maguncia, Trier, Regensburgo, Ausburgo o Xanten le quedaron a sus pobladores demasiado grandes. La evolución cultural hizo que las ciudades y sus edificios entraran en decadencia. Fue sólo tras el paso de los siglos, que las ciudades se reconvirtieron en un lugar de residencia para ciertas clases sociales, a raíz de la división y equilibrio de poderes.

La imagen de la plaza del mercado, el ayuntamiento, la iglesia y la zona residencial de los más ricos rodeados por una muralla ha prevalecido hasta hoy como la forma ideal de organización urbana. No obstante, esta imagen es falsa. En primer lugar, la planificación de las partes de las ciudades, o incluso de ciudades enteras, comenzó en la Edad Media, de acuerdo a la estructura social, a las exigencias de funcionamiento y a las condiciones geográficas y climáticas. Además, el concepto de la ciudad medieval que nosotros tenemos está más influenciado por la fase más tardía del periodo, la época de las aglomeraciones más densas.

Como la mayoría de las ciudades medievales alemanas fue destruida durante la Guerra de los Treinta Años (1618 - 1648), que marcó el final de la Edad Media en Alemania, la imagen que ha llegado hasta nuestros días como "urbe medieval" se forjó en realidad en los siglos XVII y XVIII.

La independencia de los ciudadanos

El desarrollo urbano de alrededor del año 800 tomó como eje central un castillo, la sede de un obispado, un convento o, en algunos casos, una zona comercial. Las murallas y fortificaciones ofrecían protección a los habitantes; sin embargo, los ciudadanos nuevos vivían fuera de las murallas.

A partir del siglo XI, con el crecimiento demográfico y del poder económico de los artesanos y comerciantes, los señores feudales se vieron obligados a concederles a éstos una serie de derechos. Una vez que gozaron de independencia económica y que fueron capaces de co-financiar la ampliación de las murallas, los ciudadanos se liberaron de la estructura feudal. El que se mudase del campo a la ciudad ya no estaba obligado a trabajar para su soberano. Así, la ciudad medieval se convirtió en un polo de atracción. Ya para el siglo XIV existían en el antiguo Imperio alemán unas 4.000 ciudades.

Holstentor, en Lübeck, portalón de estilo gótico.Imagen: picture-alliance/ dpa

Los mercados eran el corazón de las ciudades. Allí se encontraba el ayuntamiento, el tribunal, la torre (de vigilancia) y la cárcel. Los únicos que se encontraban fuera de los muros eran los ejércitos.

Lübeck, la metrópoli del Báltico

Lübeck es, para muchos, todo un ejemplo de ciudad medieval alemana. A orillas del Báltico, la ciudad se convirtió en el centro económico de la costa norte y, por detrás de Colonia, en la segunda mayor ciudad medieval en Alemania. La posición de los diferentes edificios públicos, como las iglesias, el ayuntamiento y el mercado, así como la división del plano en parcelas con acceso a agua, que se ponían a disposición de los comerciantes, fueron el resultado de intereses económicos.

A partir de 1226, el emperador Federico II concedió a la ciudad, fundada en 1143, unos fueros. El surgimiento de la ciudad como "tercer estamento", después del clero y de los nobles, se puede apreciar a través de la posición de la Iglesia de Santa María y del conjunto formado por el mercado y el ayuntamiento, que están en el punto más alto de la ciudad y cuyas torres dominan el paisaje de Lübeck.

El barrio de los comerciantes, que además conformaban el gobierno de la ciudad, se encontraba entre el mercado y el río Trave. Todos poseían locales similares, con nueve metros de largo y 36 de fondo; estos talleres se localizaban en las cinco calles paralelas al puerto donde desembarcaban los barcos. Incluso en los barrios de los artesanos y las clases menos privilegiadas, las parcelas también se delimitaban minuciosamente, sólo que eran mucho más pequeñas.

Fachadas enlucidas

En la Edad Media, además de las ciudades, también existía una sería de aldeas habitadas por campesinos. La forma de las casas variaba conforme a la región. En el norte, desde Westfalia hasta Mecklemburgo-Pomerania occidental, las familias vivían con sus animales. Sin embargo en el centro y sur del país, el espacio residencial estaba, por lo general, separado del establo. Una excepción es la llamada casa de la Selva Negra, que constaba de varios pisos.

El tipo de construcción era el entramado, es decir, una estructura de madera con relleno de paja o ladrillos que, a veces, se levantaba sobre un rellano de piedra. La calidad de las construcciones era buena, ya que las conexiones de madera no eran rígidas, sino que la madera se iba "adaptando a los cambios". Aún se conservan casas de entramado del sigo XIII. Este tipo de edificios se convirtió en el símbolo del Medievo y de la propia Alemania.

Pero, tal y como ocurre con la idea que tenemos de la ciudad medieval, esa percepción de las casa de entramado tampoco se corresponde con la realidad, puesto que en algunas regiones, e incluso ciudades, las fachadas fueron enlucidas durante la Edad Media. Además de proteger las vigas de madera de la intemperie, los propietarios querían aparentar que las casas eran de piedra, como las de los comerciantes ricos. O sea, que el orgullo de los entramados no se tiene, ni siquiera hoy, en tanta consideración, afirma Kähler.

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