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Arquitectura en Alemania: de Bauhaus a la Alemania de la posguerra

Carlos Albuquerque (I.G.U.)10 de junio de 2007

Entre destrucción y reconstrucción, la arquitectura alemana del siglo XX estuvo marcada por el racionalismo, el nacionalsocialismo, el comunismo y la democracia. Periodo que dio luz a los grandes arquitectos alemanes.

Bauhaus en Dessau, Patrimonio de la Humanidad.Imagen: picture-alliance/ dpa

El fin de la I Guerra Mundial supuso para Alemania una inflación que acabó por derrocar todo el mercado inmobiliario. Las respuestas ante la crisis fueron una inyección de subvenciones y una nueva política residencial estatal, que determinó todo el siglo XX, en el que, por primera vez en la historia, el derecho a una residencia decente se convirtió en una realidad para muchas familias. Este era uno de los derechos fundamentales de la Constitución de Weimar, con la que se estableció la primera República alemana en 1919.

Pragmatismo y eficiencia

El hecho de que el mercado inmobiliario estuviese en manos de grandes cooperativas llevó a la construcción de núcleos residenciales, para los que sólo había espacio suficiente en la periferia de las ciudades. A diferencia del hogar burgués del siglo XIX, la función social dejó de ser un factor determinante.

La experiencia industrial de los Time and Motion Studies, estudios que buscaban el pragmatismo y la funcionalidad en el espacio de trabajo, también se trasladó a la distribución de las residencias: cuando la mujer llegaba a casa, iba primero a la cocina, que estaba situada al lado de la despensa, y ésta, a su vez, comunicada con la sala de estar. La aglomeración del siglo XIX fue sustituida por espacios más luminosos y mejor ventilados, y las antiguas manzanas por bloques independientes.

A pesar de que la habitación se convirtió en el la preocupación principal de los arquitectos de la época, el funcionalismo ganó terreno a la cuestión artística. La estructura amorfa destronó a la forma y el detalle. Se trataba del inicio del modernismo arquitectónico, cuyo racionalismo pasó a ser conocido como "Neues Bauen", nueva construcción, y que culminó, pocos años más tarde, con el "International Style", estilo internacional, muy criticado por los arquitectos posmodernitas.

"Comunismo y judaísmo internacional"

Alrededor de 1910, Mies van der Rohe, Le Corbusier y Walter Gropius, considerados los padres del modernismo arquitectónico, trabajaban en las oficinas de Peter Behrens en Berlín.

Los proyectos de Behrens para la compañía eléctrica berlinesa AEG, para la que no sólo diseñó el logotipo, sino también los edificios, influyó notablemente en el proceso de industrialización de la construcción, decisivo a la hora de superar el dilema artístico relativo al nuevo estilo arquitectónico.

Gropius se convertiría más adelante en el primer director de la Bauhaus, la escuela de diseño y arquitectura más importante de todo el siglo XX. Fundada en Weimar en 1919, en 1925 fue trasladada a Dessau, donde el mismo Gropius diseñó una sede de estilo racionalista. En 1932, por motivos políticos, la escuela se llevó a Berlín, donde pasó a estar dirigida por Mies van der Rohe. Los nazis la cerraron un año más tarde: para los adeptos de Hitler, el modernismo era sinónimo de comunismo y de "judaísmo internacional".

Vista aérea de la urbanización de Weißenhof en 1927Imagen: Valerie Hammbacher

Urbanización de Weissenhof

Uno de los principales ejemplos del Neues Bauen es la urbanización de Weissenhof, cerca de Stuttgart. Bajo la batuta de Mies van der Rohe, 17 arquitectos provenientes de diversos países, entre ellos Behrens, Gropius y Le Corbusier, diseñaron proyectos para la exposición de 1927, año en el que más de 500 mil personas visitaron los 21 edificios de la feria de Weissenhof, cuyo objetivo era mostrar un ejemplo de residencia del hombre moderno en la gran ciudad.

Los arquitectos de la Bauhaus intentaron crear una atmósfera sana, iluminada y ventilada a través de plantas bajas flexibles. Lo que todos los diseños tenían en común era la superación del eclecticismo arquitectónico, la unión de la arquitectura con la vida cotidiana y el uso de nuevas técnicas y materiales de construcción. Se trataba de una arquitectura cúbica y sin adornos: un mínimo de forma para garantizar un máximo de libertad.

A partir de 1933 Weissenhof cayó en desgracia. Los nazis tacharon la urbanización de "vergüenza", de "suburbio de Jerusalén" y de "ciudad de árabes". La II Segunda Guerra Mundial les ahorró el derribo. No obstante, el núcleo urbano fue restaurado en los 80 y hoy recibe millares de turistas cada año. Lo mismo ocurrió con el edificio de Gropius en Dessau: fue restaurado entre 1996 y 2006; la Bauhaus es hoy Patrimonio de la Humanidad.

Urbanismo de posguerra

Las bombas de la II Guerra Mundial destruyeron, principalmente, las áreas de mayor densidad urbana. De los 18,8 millones de residencias, 4,8 quedaron completamente destrozadas. Al igual que en Berlín y Múnich, el grado de destrucción alcanzó el 50% en más de 50 ciudades alemanas. En otras, como Colonia, Hamburgo, Núremberg, Dortmund, Essen y Francfort, sobrepasó el 70%.

Al reconstruir las áreas destruidas, tanto en la ex Alemania Oriental como en la Occidental, se evitaron las grandes aglomeraciones urbanas. En el oeste, se apostó por la distribución de los bloques a lo largo de vías vecinales y principales, por la "ciudad orgánica"·apta para automóviles. La antigua Alemania comunista siguió el patrón conservador de las manzanas con enormes patios, distribuidos a lo largo de un eje monumental, como se puede observar en Eisenhütte, la antigua Stalinstadt, o ciudad de Stalin.

Estadio Olímpico de Múnich, diseñado por Behnisch y OttoImagen: picture-alliance/ dpa

De lo apolíneo y lo dionisíaco

El Estadio Olímpico de Múnich, diseñado por Günter Behnisch y Frei Otto entre 1968 y 1972, es un ejemplo de la arquitectura de posguerra. Su contraste con el Estadio Olímpico de Berlín, construido por los nazis para las Olimpiadas de 1936, no es gratuita. En lugar de reproducir el carácter apolíneo e historicista del estadio del 36, Alemania se abrió a nuevas experiencias arquitectónicas, de tipo dionisíaco, como muestra la estructura en membrana acrílica que cubre el recinto, a modo de techo.

Perpetuando el espíritu modernista de los arquitectos de la Bauhaus, Behnisch llegó incluso a diseñar entre 1992 y 1993 la sala de plenos del antiguo Parlamento alemán en Bonn. El edificio estuvo en funcionamiento pocos años. Tras la mudanza a la capital en 1999, el Parlamento volvió a su antigua sede, el edificio del Reichstag, en Berlín.

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