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Arroz dorado: ¿bendición o maldición?

Jennifer Fraczek / Helena Peralta Becker29 de enero de 2014

Desde hace muchos años, defensores y adversarios discuten sobre el arroz dorado. Para unos es un salvavidas, para otros una maniobra de la industria de la tecnología genética.

Imagen: picture-alliance/dpa/dpaweb

Mediante ingeniería genética, los científicos Ingo Potrykus y Peter Beyer lograron desarrollar hace 15 años un arroz que contiene beta-caroteno, compuesto que el cuerpo convierte en vitamina A al ser ingerido. Los defensores del grano amarillento declaran que ese arroz puede salvar vidas, sobre todo de niños, que padecen ceguera o mueren de enfermedades infecciosas como sarampión debido a la deficiencia de vitamina A.

La falta de vitamina A es un problema enorme, no obstante, inconcebible para muchas personas que viven en países industrializados. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 250 millones de niños padecen una insuficiencia de esa vitamina. Entre 250.000 y 500.000 pierden la vista, y la mitad de estos muere en el transcurso de un año. Los afectados son en su mayoría niños de países pobres de África y el sudeste de Asia. La tasa de mortalidad materna también es más alta en estos países.

Resistencia retrasa el proyecto

¿Qué se opone a que el arroz dorado se convierta en un proveedor de vitamina A? ¿Por qué no está disponible en el mercado aún? Está claro que el camino desde el prototipo hasta llegar a la autorización del producto toma mucho tiempo, ya que implica años de trabajo de optimización, muchas pruebas y la evaluación de datos.

Sin embargo existe también una resistencia considerable contra el proyecto. Por ejemplo, activistas destruyeron un campo experimental en las Filipinas en el verano de 2013. Los adversarios del proyecto dudan que el problema de la falta de vitamina A se vaya a solucionar con el arroz dorado. Además creen que es una estrategia de relaciones públicas de la industria de la tecnología genética, para penetrar en los países en vías de desarrollo con un pretexto humanitario. Según Thilo Bode – fundador de la asociación de consumidores Foodwatch – el arroz dorado es un pretexto que utilizan para forjarse una imagen de bienhechores.

¿Existe una industria caritativa?

El periodista británico Mark Lynas, antes adversario de la tecnología genética, está convencido de las ventajas del arroz dorado: “En el debate sobre la tecnología genética siempre hay teorías de conspiración. Los adversarios tratan de comprobar que todo es un complot de la industria malvada. La realidad es que el arroz dorado es un bien público y es costeado con fondos estatales”.

Cultivo de arroz en las Filipinas.Imagen: DW / Ruth Reichstein

Sin embargo, tampoco se podía prescindir totalmente de la ayuda de la industria. Los científicos Beyer y Potrykus acudieron al consocio de químicos y semillas agrícolas Syngenta al comienzo de la fase de desarrollo del arroz dorado (el consorcio es también uno de los titulares de la patente). Syngenta asegura – según la página web The Golden Rice Humanitarian Board – que ya no tiene interés en comercializar el arroz transgénico y que los campesinos lo podrán cultivar sin licencia.

Pastillas en vez de arroz

El temor a que las empresas de tecnología genética sean como un “lobo con piel de oveja”, no es el único reparo de los adversarios. Demandan pruebas de que el cuerpo humano puede utilizar adecuadamente la vitamina A obtenida del arroz, como también de que el beta-caroteno se conserva en los granos de arroz aunque se almacenen por mucho tiempo.

Aunque esto se comprobara, según Thilo Bode, existen otros problemas. “No hay certeza de que el arroz llegue a los que los que más lo necesiten. Además hay muchas variedades de arroz de color amarillento en las Islas Filipinas. Si el arroz lo distribuyen vendedores privados, ¿cómo puede garantizarse que realmente estén vendiendo el arroz dorado?”.

La OMS opta por combatir la insuficiencia de vitamina A, repartiendo tabletas o alimentos con esta vitamina como suplemento. Esta opción le parece más adecuada a Thilo Bode, ya que se puede alcanzar directamente a los que padecen la deficiencia. Los ministerios de salud o servicios sociales se encargan de la repartición, de modo que no queda en manos privadas. Peter Beyer sostiene, por su parte, que esta medida por si sola no ha sido capaz de solucionar el problema.

Aproximadamente 250 millones de niños padecen una insuficiencia de vitamina A.Imagen: Getty Images

Aún no se sabe cuándo se va poder cultivar el arroz dorado, en caso de que se autorice el producto. Peter Beyer espera que la autorización se otorge este año.

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