El Gobierno quiere derogar el artículo 103 aplicable en el caso Böhmermann. Correcto, pero demasiado tarde, opina Martin Muno.
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Jan Böhmermann tiene suerte. Si estuviésemos en el siglo XIX, el litigio jurídico al que se enfrenta le habría deparado cadena perpetua. Por lo menos, si la contraparte, Recep Tayyip Erdogan, hubiese sido una autoridad coronada. Por “injurias a su majestad”, decía el artículo en el que se basa el actual 103 del Código Penal.
Actualmente, la condena es más leve. Los artículos que se podrían aplicar en la causa Böhmermann contemplan que injuriar a un jefe de Estado extranjero puede conllevar pena de prisión de tres años o una multa. Y en caso de injurias denigrantes, privación de libertad de hasta cinco años. Si Böhmermann no hubiese dirigido su poema a Erdogan, sino a un peluquero o un frutero, habría salido mejor parado. El artículo 185 del Código Penal contempla una pena de máximo un año por injurias comunes, condena que normalmente se traduce en multa. La pena de muerte por injurias a portadores de la corona se derogó hace tiempo. Aun así… ¿cinco años de prisión por injuriar a un jefe de Estado y sólo un año por injuriar a gente común? Aparentemente no todos son iguales ante la ley, aunque el artículo 3, párrafo 1 de la Constitución diga lo contrario.
Un artículo molesto
Si el Gobierno derogase ahora el 103, sería consecuente y correcto porque el artículo pertenece al basurero de la historia. Hace tiempo que debería haber sido derogado. Si miramos hacia atrás, en la historia legal de la república alemana solo ha traído molestias. El Sha de Persia se remitió a él en dos ocasiones. La primera, en 1964 cuando los periodistas del diario colonés “Kölner Stadt-Anzeiger” fueron condenados a multas por publicar una caricatura del Sha. En 1967, el Gobierno persa también quiso emprender la persecución jurídica contra estudiantes que, durante la visita del Sha, portaban un cartel con la inscripción “Persia, un campo de concentración”. Después de que los investigadores quisieran contrastar la veracidad del slogan con la realidad en Persia, el Gobierno pudo convencer con éxito al Sha para que no continuase con la persecución penal, puesto que las investigaciones habían destapado que la muerte y las torturas de opositores en Persia estaban a la orden del día.
En apoyo de dictadores
Si fueron condenados manifestantes que, en 1977, protestaron ante la embajada chilena en Bonn con una pancarta que decía “Banda de asesinos”, en referencia a la dictadura de Pinochet. La condena se confirmó cuatro años después en las más altas instancias. Pero, visto desde la perspectiva actual, calificar como “banda de asesinos” al régimen de Pinochet no habría sido injurioso sino una descripción de la realidad.
Los fallos emitidos sobre la base del artículo 103 privilegiaban los intereses de los dictadores más que el derecho a la libertad de expresión. Algo absurdo, y aún más absurdo, si cabe, si ponemos este artículo en relación con el 104ª, según el cual las exigencias de persecución legal presentadas por un Gobierno extranjero solo se verán satisfechas si el Gobierno germano federal da luz verde.
Gobierno en la encrucijada
El caso es así todavía más explosivo puesto que, decidiera lo que decidiera, el Gobierno alemán se equivocaría. En el caso Böhmermann, la canciller Angela Merkel aceptó el proceso. Ahora tendrá que soportar el reproche de arrodillarse ante Erdogan para no hacer peligrar la frágil relación entre Turquía y Alemania. Por así decirlo, con Böhmermann como víctima. Pero Merkel calificó en público el poema como “conscientemente injurioso” y sería difícil argumentar el rechazo de la causa.
En caso de que Merkel hubiese rechazado las exigencias de Turquía, se le acusaría de haber rechazado por decreto una pretensión jurídica. Si no existiese el 103 todo sería más fácil y el ciudadano turco Recep Tayyip Erdogan acusaría al ciudadano alemán Jan Böhmermann por injurias según el artículo 185 del Código Penal. Pero al final, el tribunal competente de Maguncia tendrá que decidir sobre la diferencia entre sátira e insulto. Así, el Gobierno federal saldrá elegantemente del caso.
Políticos en la mira de la sátira
Trátese de Merkel, Putin, Trump o Bush: cada quien tiene su propio estilo de hacer política y también reacciona de forma diferente a la sátira.
Imagen: ZDF Neo Magazin Royale
Angela Merkel
Durante el apogeo de la crisis del euro, muchas revistas y periódicos griegos retrataron a la canciller alemana, Angela Merkel, con símbolos nazis. En la portada que se puede ver en la imagen, la revista satírica "Mystiki Ellada" mostró en 2012 a Merkel vestida con el uniforme de soldado del Ejército de la Alemania nazi. En ningún momento la canciller sopesó proceder legalmente contra el medio.
Imagen: picture-alliance/Rolf Haid
Vladímir Putin
Las fotos vacacionales del presidente ruso, Vladímir Putin, sirven de inspiración a humoristas satíricos de todo el mundo. Desde que el hombre fuerte del Kremlin se dejó fotografiar montando a caballo a pecho descubierto, el torso desnudo del presidente es un motivo muy popular, por ejemplo en el Carnaval de Colonia de 2015.
Imagen: picture-alliance/dpa/R. Weihrauch
Donald Trump
El precandidato presidencial republicano Donald Trump es el blanco predilecto de muchos caricaturistas y humoristas. No obstante, el magnate es muy sensible a las críticas. El periódico Boston Globe publicó un encabezado ficticio, en el que hace parodia de las propuestas del precandidato en torno a la política de inmigración. Trump calificó al diario de “estúpido” y “despreciable”.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/The Boston Globe
Kim Jong-Un
El dirigente comunista de Corea del Norte no tiene mucho sentido del humor. Para impedir que la película satírica “La entrevista” se estrenara en 2012 en los cines estadounidenses, el régimen norcoreano lanzó una serie de ataques cibernéticos. Los estudios cinematográficos Sony fueron hackeados, y también se registraron muchas amenazas de atentados contra cines estadounidenses.
El expresidente estadounidense George W. Bush es uno de los políticos que más ha inspirado a los cómicos en Estados Unidos. La supuesta falta de intelecto del exmandatario de origen tejano ha sido motivo de burla por parte de los humoristas.
Imagen: Getty Images/M. Tama
Jaroslaw Kaczynski
A principios de año, un carro alegórico del desfile del Carnaval de Dusseldorf provocó tensiones diplomáticas entre Alemania y Polonia. Esta es representada como una mujer maltratada y pisoteada por el líder del partido de los nacionalconservadores, Jaroslaw Kaczynski. El ministro de Relaciones Exteriores polaco dijo que el carro mostraba el “desprecio hacia Polonia y los políticos polacos”.
Imagen: picture-alliance/dpa/F. Gambarini
Benjamín Netanjahu
El primer ministro israelí suele ser objeto de burla del programa de televisión “Eretz Nehederet” (Un país hermoso). En esta escena, los cómicos hacen una parodia de las negociaciones entre el jefe de Estado de Israel y la organización palestina Hamás. No obstante, Netanyahu nunca se ha indignado. Al contrario, en 2013 visitó el programa como invitado estelar.
Imagen: Getty Images/AFP/J. Guez
Winston Churchill
La sátira política tiene una larga tradición: esta caricatura británica de 1915 muestra a Winston Churchill, que en aquel entonces era ministro de Marina, como un Aquiles desaliñado en la guerra de Troya. El dibujo que lleva el título “La lucha de los barcos” hace alusión a la guerra marítima por los Dardanelos, que perdió Churchill.
Imagen: picture-alliance/akg-images
Hugo Chávez
El difunto expresidente venezolano Hugo Chávez tampoco se salvó de la sátira, como se puede apreciar en esta caricatura de 2012. Muchas personas cercanas al exmandatario aseguran que tenía un excelente sentido del humor y que sus bromas estaban cargadas de metáforas. Por ejemplo, se hizo famosa su frase “huele a azufre” con la que se refirió a George W. Bush.
Imagen: Roberto Weil
Jamenei y Carrell
En 1987 una sátira del líder de la revolución iraní, el ayatolá Jamenei, provocó un escándalo en la televisión alemana. El moderador Rudi Carrel había mostrado un montaje fotográfico de Jamenei: durante una visita de Estado a Alemania manifestantes supuestamente lanzan ropa interior contra el ayatolá. Como consecuencia, dos diplomáticos alemanes fueron expulsados de Teherán.
Imagen: picture-alliance/dpa/I. Wagner
Erdogan y Böhmermann
Aún está por verse si el poema del cómico alemán Böhmermann sobre el presidente turco llevará a una crisis diplomática parecida a la de 1987. Está claro que no es la primera ni la última vez que la sátira política provoca tensiones diplomáticas a nivel internacional.