Arte expoliado por nazis: la incómoda herencia en Sudamérica
5 de septiembre de 2025
Un anuncio inmobiliario en Buenos Aires se convirtió en noticia global: en una foto de la casa aparecía un cuadro robado por los nazis.
El óleo "Retrato de una dama", del maestro italiano Giuseppe Ghislandi (1655-1743), formaba parte de la colección del marchante judío Jacques Goudstikker, en Ámsterdam. Durante la ocupación nazi, en 1940, el cuadro acabó en manos de un funcionario del régimen, que más adelante emigró, primero a Suiza y luego a Brasil, antes de instalarse en Argentina, donde la obra permaneció oculta en la vivienda familiar, hasta que finalmente salió a la luz.
"Fue una mezcla de suerte e impunidad", resume Ariel Gelblung, director del Centro Simon Wiesenthal para América Latina, en entrevista con DW. La familia en cuyo haber estaba el cuadro publicó un anuncio de venta inmobiliaria, en el que la obra aparecía como si fuera un adorno más de la vivienda. "Cuando alguien en Países Bajos reconoció la pieza, se activaron los mecanismos judiciales y, en menos de un mes, se logró su recuperación", prosigue Gelblung.
Rutas hacia América Latina
La pregunta inevitable es cómo una obra expoliada en la Europa ocupada terminó en una casa argentina. Para Gelblung, cada caso es distinto: algunos nazis trajeron obras consigo, otros las vendieron antes de emigrar. En este caso, se trata de un jerarca que "no fue buscado por crímenes de sangre, sino por su habilidad para transformar en dinero los bienes confiscados a los judíos". Efectivamente, el funcionario nazi Friedrich Kadgien, quien llevó consigo la pintura hasta Argentina y dejó la obra en manos de sus herederos, actuó como financiero del régimen nacionalsocialista.
La historiadora Meike Hopp, de la Universidad Técnica de Berlín, señala en entrevista con DW que los caminos fueron múltiples: "Algunas piezas se llevaron como bienes expoliados, otras se traficaron o pasaron por el comercio de arte. También hubo redes de nazis que trasladaron bienes culturales a finales de la guerra”. Sin embargo, la magnitud exacta sigue siendo desconocida.
Entre mitos y falta de datos
El hallazgo alimenta las historias sobre nazis y obras de arte escondidas en el Cono Sur. Pero la investigadora alemana advierte contra la simplificación: "Válidos datos no hay, mucho se nutre de mitos y de imágenes mediáticas. Hay que distinguir dónde existen indicios reales".
Una investigación de la plataforma Connectas muestra que América Latina, y en particular Brasil y Argentina, fueron receptores de obras sin registro claro de procedencia. Pero los archivos locales son incompletos y pocos museos han hecho revisiones sistemáticas de sus colecciones.
Washington, 1998: compromiso sin aplicación
Un punto clave para la restitución de arte robado por y durante el nazismo es la Declaración de Washington de 1998, firmada por 44 países —entre ellos Argentina y Brasil— que estableció principios éticos para identificar y restituir obras saqueadas durante el nazismo. Sin embargo, como explica Hopp, "la firma no se tradujo en una búsqueda sistemática en la mayoría de los Estados signatarios".
Mientras en Europa se crearon comisiones, bases de datos y fondos de investigación, en América Latina la tarea depende casi exclusivamente de iniciativas individuales. "No hay transparencia ni estructuras estables comparables", añade Hopp.
El papel de las instituciones y la justicia
El caso argentino ilustra lo que sucede si no existe un marco organizado: los hallazgos ocurren por azar o por denuncias individuales. "No existe una institución dedicada exclusivamente a buscar estas obras", admite Gelblung. "La Claims Conference - organización internacional fundada en 1951 que busca justicia y apoyo para las víctimas de la persecución nazi -recibe reclamos y apoya en las restituciones, pero no hay investigadores recorriendo el mundo para rastrear cada pieza".
Eso hace que el proceso dependa en gran medida de la presión pública y de la voluntad política en cada país. "Cuando la noticia se conoce, la justicia puede actuar rápido. El problema es enterarse de dónde están las obras", apunta Gelblung.
Un desafío generacional
Para Hopp, estos hallazgos recuerdan que "la investigación de procedencia es una tarea intergeneracional. Muchas familias no saben qué heredaron". Y también que la responsabilidad de esclarecer el expolio no puede seguir postergándose.
Mientras tanto, el cuadro hallado en Buenos Aires se encamina a Países Bajos para su restitución. Un desenlace positivo, pero también un recordatorio: aún podrían quedar miles de piezas ocultas en colecciones privadas y museos de América Latina, invisibles hasta que la casualidad o la torpeza de sus poseedores las exponga al mundo.
(ms)