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Sociedad

Así lucha Frankfurt contra la drogadicción

Clarissa Neher
7 de junio de 2017

Entre 1980 y 1990, 1.500 personas vivían alrededor de la estación de Frankfurt en el mayor centro de consumo de drogas del país. Un giro en las políticas sobre drogodependencia cambió la situación

Deutschland Taunusanlage in Frankfurt am Mai
Imagen: CC BY Epizentrum 3.0

A finales de los años 80, los alrededores de la estación de Frankfurt eran considerados como el mayor punto de consumo de drogas a cielo abierto de Alemania, con 1.500 adictos a la heroína que vivían en la zona del parque Taunusanlage. Además de un problema social, este escenario era un problema para la salud pública, con unos 150 drogodependientes que fallecían anualmente por sobredosis. Una cifra trágica que hoy, más de 25 años después, ha pasado a ser parte del pasado de la ciudad.

 

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La clave para solucionar el problema fue una iniciativa conocida como "Camino de Fráncfort”, que sirvió de ejemplo para varias ciudades con problemas similares. "El cambio de la política antidrogas no ocurrió porque aumentase la popularidad de las llamadas 'terapias de sustitución', sino porque era necesario hacer algo nuevo. La lucha tradicional no estaba funcionando", explica Dirk Schäffer, asesor sobre drogas y delitos de la Organización de Lucha contra el sida Deutsche AIDS-Hilfe (DAH)

 A principios de los 90, continúa Schäffer, la situación era dramática en varias ciudades por la alta tasa de mortalidad en lugares públicos por consumo de drogas. A eso se le sumó el sida y el temor a que el virus se extendiera más allá de los grupos de riesgo. 

Ante esa situación, Frankfurt emprendió en 1988 una serie de encuentros para solucionar el problema del consumo de heroína en la ciudad, donde no solo participaron políticos y policías, sino también representantes de organizaciones de ayuda a drogodependientes y comerciantes locales. 

Acción policial en el Taunusanlage de Frankfurt. Imagen: picture-alliance/dpa/F. Kleefeldt

La revolución fue que, con ese giro político, la adicción comenzó a ser percibida como una enfermedad, posibilitando la despenalización del dependiente. Así, las acciones policiales comenzaron a dirigirse más a combatir el tráfico que al consumidor. También se replantearon las medidas de salud pública para centrarse en ofrecer alternativas de vivienda, locales vigilados para el consumo y tratamientos efectivos para retirar de la calle a los drogodependientes.

Alternativas para adictos

Entre otras alternativas, en Frankfurt se impulsó una amplia variedad de terapias de sustitución y la creación de salas para el consumo de drogas. Dichas terapias sustituyen la heroína por opiáceos como la metadona, con una cantidad regulada y un consumo bajo control médico. Así, la meta no es necesariamente la abstinencia, sino el control de la adicción.

Consumo de drogas en los alrededores de la estación de Hamburgo. Imagen: picture-alliance/dpa/K. Nietfeld

"Al reemplazar la heroína por opiáceos, la terapia de sustitución busca mejorar la salud física y mental de los dependientes y posibilitar su reinserción social. Son las terapias más exitosas en cuanto al tratamiento de dependientes", explica Uwe Verthein, del Centro para la Investigación de Dependencias de la Universidad de Hamburgo. Actualmente, las terapias de sustitución forman parte de la política federal de drogas, un tipo de tratamiento que se ofrece a cerca de 77.000 dependientes.

Sin embargo, este tratamiento exitoso solo es viable para dependientes de opiáceos como la heroína. No hay terapias similares para adictos a otras sustancias. Actualmente, en Holanda están realizándose experimentos para sustituir la cocaína, pero todavía están en sus inicios.

Consumo controlado

A través del "Camino de Frankfurt" también comenzó a permitirse la apertura de salas de consumo regulado. En 1994 se abrió allí el primer establecimiento de este tipo donde los dependientes tienen acceso a jeringas y material esterilizado para el consumo, además de recibir apoyo médico en caso de sobredosis. Tales espacios permiten también que los asistentes sociales estén en contacto con los dependientes y puedan apoyarlos en el tratamiento.

Sala de consumo controlado en Frankfurt.Imagen: picture-alliance/dpa

La apertura de estas salas contribuyó a sacar de las calles a muchas personas que se concentraban en parques y las cercanías de las estaciones, además de reducir infecciones provocadas por compartir jeringuillas. Incluso sin tener una base legal clara, las autoridades las permitieron hasta que, finalmente, se legalizaron en el año 2000. Actualmente, existen unas 24 salas de este tipo en toda Alemania .

En el caso de Frankfurt, hubo también acciones policiales paralelas para desalojar la zona de drogodependientes. En parte, también dirigidas a ofrecer información sobre posibles alternativas. "No fueron simplemente expulsados. Eso les hubiese desterrado de la ciudad y habría provocado la creación de otros puntos de consumo de droga", destaca el sociólogo Martin Schmid, de la Universidad de Ciencia Aplicadas de Koblenz.

¿Ejemplo para otros países?

Para muchos expertos, el hecho de entender esa adicción como enfermedad es un aspecto de la política alemana que podría servir de ejemplo a otros países. "Considerar al dependiente como enfermo ayuda a solucionar el problema, porque posibilita políticas públicas adecuadas. Arrestar o condenar al consumidor no resuelve su situación", concluye Peter Raiser, de la Oficina Central Alemana para Adicciones. Por su parte, Schmid se centra más en la inclusión y despenalización del drogodependiente. Según él, podría ser la base para desarrollar políticas antidroga en otros países de acuerdo con sus necesidades.

Autora: Clarissa Neher (JAG/DZC)

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