Así promueve China su lengua y cultura en África
28 de septiembre de 2025
El mayor sueño de Miradie Tchekpo se hizo realidad: consiguió trabajo como intérprete para una empresa comercial china en su natal Benín. "En la secundaria, veía canales de televisión chinos y soñaba con viajar a China y conocer su cultura", dice la mujer a DW. "Así que estudié chino y fui a cursos durante tres años para obtener un título profesional en chino", añade.
Tras acabar la escuela, Tchekpo se matriculó en el Instituto Confucio, un centro administrado por el Gobierno de China para promover su lengua y cultura. Para ella, esto es apenas el comienzo de un gran proyecto. "Quiero hacer realidad mi sueño de hacer negocios llevando productos tropicales de Benín a China y trayendo productos chinos a Benín", sostiene.
Poder blando "made in China"
Ampliar la presencia de China en África parece ser un sueño que esta joven comparte con Pekín. Desde 2004, cuando el Instituto Confucio fue fundado, el Gobierno chino ha invertido considerablemente en la expansión y exportación de su cultura. Sin ir más lejos, en África hay sedes de esta institución en 49 países.
"Una de las maneras en que China expande su poder blando en el continente africano es en el ámbito sociocultural, a través de la enseñanza del chino", dice Simbarashe Gukurume, académico de la Universidad Sol Plaatje, en Kimberley, Sudáfrica.
Si bien es cierto que Pekín otorga generosas becas a los estudiantes en África, apenas hay oportunidades laborales para ellos, advierte Gukurume. Generalmente, China contrata a hablantes nativos para cerrar la brecha entre el mandarín y los idiomas de sus principales socios comerciales.
Las empresas chinas son conocidas por contratar trabajadores chinos para la mayoría de los proyectos de infraestructura en los que invierte. Por ello, tras graduarse, dice Gukurume, muchos exalumnos terminan convirtiéndose en profesores de mandarín.
Clases de idioma e influencia política
Gukurume sostiene que hay un lado más siniestro en todo esto. "China se beneficia significativamente, ya que la mayoría de estos institutos y otras actividades de intercambio cultural se basan en acuerdos bilaterales que, en ocasiones, ofrecen acceso irrestricto a recursos en África", afirma.
Las actividades culturales y la explotación de litio y cobalto son, en última instancia, dos caras de la misma moneda.
De hecho, el Instituto Confucio ha enfrentado numerosas críticas por no intentar siquiera ocultar sus aspiraciones de ayudar al Gobierno de China a reforzar su influencia en África.
Comparado con instituciones de otros países, el Instituto Confucio se destaca por el hecho de que sus sedes suelen estar en universidades y otros establecimientos de educación superior. Esto ha suscitado cierta preocupación sobre la influencia del Partido Comunista Chino entre las élites educativas.
"Interfieren con la libertad académica de las universidades y adoctrinan a los estudiantes con sistemas políticos que podrían considerarse autoritarios o antidemocráticos", explica Gukurume.
China ya no es un "gigante dormido" en África
El número de sedes del Instituto Confucio en África sigue creciendo. Con 10 sucursales, Sudáfrica es considerado un importante centro para el aprendizaje de mandarín en el continente africano.
Incluso en el reino montañoso de Lesotho, con una población de menos de 2,4 millones de habitantes y totalmente rodeado por Sudáfrica, hay dos de estos institutos.
"Presencia cultural institucional"
En un estudio de 2023 titulado La presencia cultural institucionalizada de China en África, la investigadora Avril Joffe examinó la creciente oferta cultural china, que hace solo unas décadas apenas estaba en el radar de muchos de los países africanos recién independizados.
Joffe explica a DW que su investigación reveló que los intereses de China en África van mucho más allá de temas económicos, políticos y de seguridad. Para ella, la expansión del poder blando chino en el continente podría afectar la cultura y el contenido generado en la región.
"Para mitigar los posibles efectos negativos de esta presencia cultural institucionalizada, es necesario formular recomendaciones más específicas, especialmente a la sociedad civil, artistas, cineastas, músicos y gobiernos", dice.
El creciente número de estudiantes africanos matriculados en universidades chinas (menos de 2.000 en el año 2003 a más de 81.500 en 2018) no sorprende, afirma. A la vez, la especialista llama la atención sobre la falta de normativas para frenar la influencia china en África. Sin embargo, reconoce que aún no está claro "si la ideología antidemocrática china se está filtrando en todas estas inversiones".
(dzc/rr)