Matan a periodista hondureño que ya había sido amenazado
28 de septiembre de 2020
El periodista Luis Almendares estaba realizando unas grabaciones en Comayagua cuando fue atacado y herido de bala por desconocidos que se andaban en motocicletas.
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El periodista indpendiente Luis Almendares, de 35 años, murió este lunes (28.09.202) en Honduras tras ser atacado a tiros por desconocidos cuando grababa un video en las calles de Comayagua, 60 km al norte de Tegucigalpa, informaron autoridades y organismos humanitarios. Con la muerte de Almendares, ya son 85 comunicadores asesinados en el país centroamericano desde 2001.
Almendares, un opositor que utilizaba las redes sociales para informar, había interpuesto al menos 10 denuncias de amenazas de muerte ante la policía y un mecanismo gubernamental de protección de comunicadores, según informaron defensores de derechos humanos.
El reportero iba grabando un video el domingo mientras se dirigía a una tienda de comida en Comayagua, "cuando fue interceptado por dos individuos que se conducían en una motocicleta, disparándole en repetidas ocasiones", dijo la policía en un comunicado.
Herido de tres balazos, el comunicador fue transportado a un hospital donde falleció la madrugada del lunes, informó Amada Ponce, directora del no gubernamental Comité por la Libre Expresión (C-Libre).
La policía anunció en su comunicado que inició acciones para "determinar el paradero de los dos sujetos" que dispararon al comunicador. Según Ponce siguen en la impunidad más del 90% de los homicidios de los 85 periodistas, empleados y dueños de medios asesinados desde 2001 en Honduras.
JU (afp, europapress.es, elheraldo.hn)
Honduras: coronavirus y el infierno de las cárceles
En las cárceles de Honduras los reclusos temen contagiarse con el coronavirus. La distancia social es imposible en las celdas abarrotadas. Esto también aumenta la tensión mental de quienes están privados de su libertad.
Imagen: Reuters/A. Latif
Cuando el sol se pone...
Para Yerbin Israel Estrada (centro) la peor parte del día es cuando el sol se pone. Entonces cientos de reclusos de la prisión de La Esperanza, en Honduras, tienen que abandonar el pequeño patio y volver a sus estrechas celdas. "Es entonces cuando comienza realmente el infierno", dice el joven de 26 años, que cumple una condena de seis años por posesión de marihuana.
Imagen: Reuters/A. Latif
Una apremiante estrechez
Como muchos otros reclusos, Estrada está alojado en una celda completamente superpoblada. En algunas celdas viven hasta 130 personas juntas en un espacio muy reducido y comparten camas. Por la noche, dice Estrada, oye los quejidos de sus vecinos y las ratas que corren por la celda.
Imagen: Reuters/A. Latif
La ley de la calle
Las condiciones en esa cárcel son devastadoras. Hay espacio para 70 personas, pero, de hecho, hay más de 450 delincuentes encarcelados allí. Las quejas son inútiles: porque el lema es: 'Mirar, escuchar, callar'. Ese es también el lema de las pandillas en América Central. Estrada dice: "La única forma de salir de aquí es mantener la cabeza agachada".
Imagen: Reuters/A. Latif
Prohibidas las visitas
El único alivio para los reclusos hasta ahora han sido los días en los que sus esposas y familias los visitaban. Con la llegada del coronavirus a Honduras, las autoridades prohibieron las visitas. Y como, de todos modos, las tarifas de las llamadas telefónicas son inasequibles y solo hay tres teléfonos funcionando, los reclusos están ahora prácticamente aislados del mundo exterior.
Imagen: Reuters/A. Latif
Alto riesgo de infección
Según la Universidad Johns Hopkins, actualmente hay unos 3700 contagiados de coronavirus y más de 170 muertos en Honduras. El gobierno informa de cifras más bajas y habla de 2.000 personas infectadas. Pero los expertos creen que el número es mayor, porque no se hacen suficientes test en el país. Muchos reclusos temen infectarse en la cárcel.
Imagen: Reuters/A. Latif
Sin esperanza
Además de los riesgos para la salud que plantea el hacinamiento, la pandemia ha supuesto una carga psicológica para los ocupantes. "Prohibir las visitas es lo peor que puede pasar Es lo que necesitan, porque les da esperanza", dice a DW Jacinto Hernández, psicólogo de la prisión La Esperanza.
Imagen: Reuters/A. Latif
Consecuencias fatales
Hasta ahora ha habido pocas infecciones de coronavirus en las 29 cárceles del país. Pero si la COVID-19 se propagara masivamente dentro de una prisión, las consecuencias podrían ser desastrosas. Las penitenciarías en Honduras no permiten mantener distancia social. 22.000 personas se encuentran encerradas en edificios que, en realidad, solo tienen capacidad para 10.000 reclusos.