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Haití: simbiosis de violencia y corrupción política

8 de julio de 2021

El asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse es la culminación de una crisis de Estado que se ha ido gestando a fuego lento durante años, mezclando la política y la mafia, comentan los expertos a DW.

Haití: soldados patrullan el barrio Petionville, donde se halla la residencia del presidente Moise.
Haití: soldados patrullan el barrio Petionville, donde se halla la residencia del presidente Moise.Imagen: Joseph Odelyn/AP Photo/picture alliance

"Un país en estado de shock", así fue como Richard Widmaier, de Radio Metropole, en Puerto Príncipe, comenzó su noticiero tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse. "Las calles de la capital están desiertas", describió el director de la estación a la Deutsche Welle. Dice que el asesinato había sorprendido incluso a los haitianos, acostumbrados a las crisis y la violencia. "Todos nos preguntamos qué puede haber detrás, si ha sido un golpe de Estado, y qué papel han jugado los países extranjeros", dice el politólogo Roland Joseph a DW, resumiendo la perplejidad general.

Moïse, un outsider político y nuevo rico, autodeclarado exportador de plátanos, gobernó la nación caribeña durante cuatro años. Fue criticado por los escándalos de corrupción, la crisis económica, la pandemia, su estilo de gobierno cada vez más autoritario y, más recientemente, la violencia desenfrenada en el país. Los expertos calificaron la situación de "frágil". "Cuanto más dure la incertidumbre, mayor será el riesgo de disturbios y saqueos", comenta Anne-Rose Schön, una empresaria alemana que vivió en Haití durante décadas y ha experimentado varios golpes de Estado y diversas crisis.

Un equipo de asesinos profesionales

Los expertos coinciden en que un comando profesional estuvo detrás del asesinato. "A las 20:30 pasé por la casa del presidente y solo vi una sola patrulla", describe Widmaier. Normalmente, Moise se rodea de todo un escuadrón de guardaespaldas fuertemente armados. Según Durocher, los vecinos del presidente escucharon por primera vez los disparos alrededor de la una de la madrugada. Después se escucharon fuertes detonaciones, seguidas de una batalla de una hora con armas de fuego rápido. Después, el presidente murió y su esposa, Martine, resultó gravemente herida. El miércoles fue trasladada en avión al estado de Florida, en EE. UU. Inicialmente no se informó de otras víctimas. La hija de ambos, que, al parecer, se había atrincherado en su habitación, permaneció ilesa, según los medios de comunicación.

La cuestión acerca del papel que jugaron mercenarios extranjeros en el asesinato de Moïse sigue abierta. A primera hora de la mañana, el primer ministro interino, Claude Joseph, declaró que algunos de los asesinos hablaban español. Circularon grabaciones en las que los hombres se identificaban ante los guardaespaldas de Moïse como un comando de la Agencia Antidroga de Estados Unidos (DEA).

La DEA negó cualquier implicación en el incidente. El Gobierno estadounidense mantuvo estrechas relaciones con Moïse. Por la noche, tras una persecución de varias horas cerca del lugar del crimen, cuatro presuntos miembros del comando murieron y dos fueron detenidos por la Policía.

El presidente de Haití, Jovenel Moise, fue atacado y asesinado en su propia residencia.Imagen: Joseph Odelyn/AP Photo/picture alliance

Un presidente con muchos enemigos

El motivo del asesinato no ha sido esclarecido aún. El propio presidente Moïse había declarado recientemente que los oligarcas corruptos intentaban matarlo, pero no los identificó por su nombre. La variopinta oposición de Haití lleva cuatro años manifestándose contra él. Esas protestas fueron alimentadas por Venezuela. El gobierno socialista de ese país -que había utilizado una ayuda millonaria para ampliar su influencia en Haití tras el terremoto de 2010- consideraba a Moise, afín a Estados Unidos, un traidor. Recientemente, el presidente haitiano asesinado se enemistó con influyentes senadores debido a una propuesta para reformar la Constitución y abolir el Senado.

Sin embargo, el periodista Widmaier considera cuestionable la posibilidad de un golpe de Estado por motivos políticos. La oposición ha sido sorprendida por el asesinato y no tenía ningún plan. Los atacantes no podrían haber encontrado un momento más inoportuno que este para una sucesión institucional, ya que el Parlamento no existe desde hace más de un año, el presidente del tribunal ha muerto recientemente de COVID-19 , y el primer ministro Joseph, que tomó las riendas tras el asesinato, en realidad ya había dimitido, pero su sucesor designado aún no había jurado oficialmente.

Un hombre con muchos enemigos: el presidente Moise en la conmemoración de las víctimas del terremoto de Haití (2019).Imagen: Dieu Nalio Chery/AP Photo/picture alliance

Un país en el vórtice de la violencia y la mafia

Una segunda hipótesis es que son bandas criminales las que están detrás del asesinato. Están en guerra entre sí y han provocado mucha inseguridad en Puerto Príncipe desde principios de este año. Se supone de que el principal líder de la pandilla, Jimmy Chérizier, alias "Barbecue", tenía vínculos con el palacio presidencial, pero que recientemente amenazó con tomar el poder. La violencia forma parte de la política en Haití. Ya la familia de dictadores Duvalier financiaba a temidos escuadrones de la muerte. En las últimas semanas, la guerra de bandas se ha intensificado, con la muerte de más de 150 personas solo en junio de 2021, y la huida de los enfrentamientos en el país de cerca de otras 14.000. Es posible que las bandas estén fuera de control, dice Roland Joseph: "Ya nadie podía sentirse seguro" en Haití.

La tercera hipótesis es un ajuste de cuentas mafioso. Eso es lo que sugieren los primeros resultados de la autopsia, según los cuales Moïse fue ejecutado con algo más de una docena de balas, y, además, tenía las manos y los brazos rotos y le habían arrancado los ojos, informó la emisora Amerique Info, citando al juez de paz Carl Henry Destin.

"Moïse tenía muchos enemigos", asegura Widmaier. Entre ellos, empresarios, como la familia Vorbe, cuya compañía operadora de energía fue confiscada por el gobierno. Otros empresarios de clase alta también fueron objeto de denuncias por corrupción y malversación de fondos, afirma. El propio Moise era sospechoso de blanqueo de dinero.

Roland Joseph, por su parte, expresa su preocupación por el declive de Haití hacia un estado mafioso. "Esta espiral de violencia debe detenerse de una vez, y debemos aprender a resolver nuestros conflictos de forma pacífica", exige el formador del Centro Caribeño para la No Violencia y el Desarrollo Sostenible (CCNGD).

(gg/cp)

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