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Assad lucha por retener el poder en Siria

24 de abril de 2011

La sangrienta represión de las protestas en Siria ha hecho subir el tono de las demandas de los manifestantes, que piden la renuncia del presidente. Pero Bashar al Assad se apoya en la lealtad del aparato de seguridad.

Dolientes llevan el cuerpo de un manifestante abatido el viernes, cerca de Damasco.Imagen: dapd

Lo que comenzó como una protesta en la pequeña ciudad de Banias se ha extendido por todo el país. El grupo de Facebook “Revolución siria 2011”, que cuenta entretanto con más de 140.000 seguidores, convoca a manifestaciones en toda Siria, pese al alto riesgo existente: el presidente Bashar al Assad reprime con mano dura a quienes claman por reformas. Desde que las fuerzas de seguridad disparan contra la población, los manifestantes piden también la renuncia del gobernante.

Promesas incumplidas

Bashar al Assad habla ante su gabinete, el 16 de abril.Imagen: dapd

“Bashar al Assad ha perdido en las últimas semanas mucho de su popularidad y credibilidad”, opina la periodista Kristin Helberg, que trabaja en Berlín y Damasco y conoce Siria a fondo. Según ella, muchos sirios se siente decepcionados del presidente y lo responsabilizan personalmente del brutal proceder de las fuerzas de seguridad.

Bashar al Assad, quien estudió oftalmología en Londres, prometió al asumir el cargo que llevaría a cabo las reformas que su padre, Hafiz al Assad, había impedido por décadas. Bashar se mostró al comienzo cercano al pueblo, se lo veía de tanto en tanto con su mujer en la ópera o en algún restaurante de Damasco. En cierta medida modernizó Siria, introduciendo el Internet y la telefonía móvil, pero las promesas de reforma del Estado quedaron incumplidas. A juicio de Thomas Pierret, del Centro Oriente Moderno, de Berlín, Bashar capituló ante la vieja guardia que previamente había respaldado a su padre.

De tal palo, tal astilla

Siria es en el fondo un estado secular, de tinte socialista. El poder se concentra en manos de los alauitas, una minoría religiosa a la que pertenece la familia Al Assad y figuras que ocupan posiciones claves. Por eso, el presidente no tiene el control absoluto de las riendas del país, indica Pierret, explicando: “Él debe tener en cuenta la opinión de importantes funcionarios de los aparatos de seguridad y ahora está especialmente supeditado a ellos, para reprimir las protestas”.

A primera vista, Bashar al Assad se presentaba como un presidente joven y abierto. Pero, tras bambalinas, los poderosos servicios secretos seguían velando porque las voces críticas fueran acalladas, al igual que en tiempos de Hafiz al Assad. Por eso, Thomas Pierret considera que hay muchas similitudes entre padre e hijo. “Bashar sólo necesitó más tiempo para consolidar su poder. En el lapso de 4 o 5 años consiguió controlar al régimen”, indica.

El hecho de que en Siria no exista una oposición realmente organizada podría ayudar a Bashar al Assad a mantenerse en el poder. En los últimos años hubo diversos intentos de aglutinar a grupos opositores, por ejemplo mediante la “Declaración de Damasco”, emitida en conjunto por izquierdistas, liberales y kurdos. Sin embargo, tales esfuerzos fracasaron en vista de que muchos opositores estaban o siguen estando en prisión, de modo que faltan líderes.

Manifestación en la ciudad de Homs, Siria, el 22 de abril de 2011.Imagen: AP

Con la mirada puesta en Libia

Por el momento, Bashar al Assad observa el curso de los acontecimientos en otros Estados árabes. Michael Lüders, experto en el Cercano Oriente, estima que esperará a ver qué ocurre con la guerra en Libia. Si Gadafi permanece en el poder, también el presidente sirio jugará a ganar tiempo. Kristin Helberg no cree que el gobernante de Damasco renuncie de motu propio. Además, hace notar que a mediano plazo no se vislumbra una alternativa a su gobierno y puntualiza: “Él también es visto como garante de estabilidad; ni los sirios, ni sus vecinos, ni Occidente tienen interés en que Siria se suma en el caos”.

En la comunidad internacional no hay consenso. Rusia, China y Turquía han sido parcos en sus críticas contra Al Assad. En cambio, el presidente estadounidense, Barack Obama, ha condenado duramente el brutal proceder de las fuerzas de seguridad sirias contra su propia población. Y el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Guido Westerwelle, ha demandado a Damasco amplias reformas políticas y el respeto de los derechos humanos y cívicos de su pueblo. Pero la influencia de Occidente en Siria es escasa, ya que el país no depende económicamente de Estados Unidos ni de Europa.

Autora: Diana Hodali /ers

Editora: Claudia Herrera Pahl

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