EE. UU. y Rusia han acordado un alto el fuego en el conflicto de Siria. El éxito de este acuerdo, sin embargo, dependerá de si consiguen convencer a sus aliados regionales. Un análisis de Loay Mudhoon.
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La esperanza era enorme. El pasado 12 de febrero el ministro estadounidense de Exteriores, John Kerry, y su homólogo ruso, Sergei Lavrov, acordaron en Múnich un alto el fuego en el conflicto de Siria. El acuerdo, sin embargo, nació prácticamente sin posibilidades de éxito ya que, desde el punto de vista ruso, el momento no era el oportuno.
Desde entonces, Moscú ha avanzado en Siria. La intervención del ejército ruso ha dado aire al régimen de Assad, cercado por los grupos rebeldes. Y es que es necesario recordar que, hace tan solo unos meses, el ejército de Assad no estaba ni siquiera en condiciones de defender los alrededores de la capital Damasco y de la fortaleza alauita de Latakia.
Tras los masivos ataques de las fuerzas aéreas rusas a todos los grupos rebeldes –sin tener en cuenta a la población civil-, y con la ayuda de la libanesa Hezbolá y diversas milicias yihadistas-chiítas de Irak, Afganistán y Pakistán, el régimen de Assad podría llegar incluso a estabilizarse.
¿Salvará Rusia a Assad?
La presencia militar de Rusia en Siria es tan grande que podría ayudar al régimen de Bashar al Assad a imponerse a sus opositores. Pero parece que Putin no quiere llegar tan lejos. Esto supondría la colonización por parte de una alianza ruso-chiíta de un país, Siria, de mayoría suní. Además, Rusia tendría que cargar con los consecuencias de una guerra brutal y costosa durante muchos años.
Comprensiblemente, aumenta el escepticismo por saber si el alto el fuego acordado seguirá vigente a partir del sábado (27.02.2016). Principalmente porque hay muchos frentes abiertos. La cuestión más importante es saber si Estados Unidos aceptará que Rusia siga bombardeando al frente radical islamista Al-Nusra durante el alto el fuego. La rama de Al Qaeda, muy activa en el norte de Siria, combate conjuntamente con otros grupos opositores al régimen de Assad.
Pero el triunfo del acuerdo dependerá, sobre todo, de la capacidad de Washington y Moscú para convencer a sus aliados regionales de que respeten el alto el fuego. Sobre todo de su capacidad de influencia sobre las incontrolables milicias yihadistas que el régimen iraní mandó a combatir a Siria.
La confianza en EE. UU. se tambalea
Mientras tanto, EE. UU. tendrá que advertir a sus aliados Arabia Saudí y Turquía para que no pongan en peligro la puesta en marcha del ansiado proceso político. Riad y Ankara, a su vez, tendrán que convencer a los grupos opositores sirios –incluidos los islamistas- de la necesidad de aceptar el alto el fuego.
El problema es que la confianza de los árabes sunitas en el gobierno de Obama se tambalea desde hace meses. Hay dos causas principales: la firma del acuerdo nuclear iraní y la inacción demostrada por EE. UU. en el conflicto sirio. Hace tiempo que Riad y el resto de países del Golfo consideran que Obama y Kerry han dejado a sus antiguos aliados de Oriente Medio en la estacada. Ante esto, es probable que estén esperando la llegada de un nuevo presidente a la Casa Blanca. Este puede ser uno de los motivos por los cuales Arabia Saudí demostró su irritación ante los últimos acontecimientos ocurridos en Yemen, Siria y Irak.
Los árabes sunitas nunca aceptarán la restauración del régimen de Assad. Por esta razón, Assad tiene que echarse a un lado y dar paso a un gobierno de transición. Si no lo hace, la brutal guerra de Siria se prolongará durante años.
El año de los refugiados
Nunca antes hubo tantos refugiados como en 2015. Muchos han llegado a Alemania. "Es un desafío histórico", señaló la canciller Angela Merkel. Una mirada retrospectiva a un año estremecedor.
Imagen: Reuters/O. Teofilovski
Grecia: una puerta hacia la UE
Estos jóvenes procedentes de Siria superaron una peligrosa etapa de su viaje. Llegaron a Grecia y, por ende, a la Unión Europea. Pero con ello no alcanzaron todavía su meta. Quieren seguir rumbo al norte, hacia otros países de la UE. La mayor parte huyó en 2015 a Alemania y Suecia.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Peligro en el Mediterráneo
El camino que han recorrido encierra peligros mortales. Reiteradamente zozobraron embarcaciones no aptas para la travesía. Estos niños sirios y su padre tuvieron suerte. Fueron rescatados en el Mediterráneo por pescadores griegos de la isla Lesbos.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
La imagen que conmovió al mundo
Aylan Kurdi, de tres años de edad, no sobrevivió. A comienzos de septiembre se ahogó con su hermano y su madre en el Egeo, cuando intentaban llegar a la isla de Kos. La foto de este niño sirio muerto dio la vuelta al mundo, conmoviendo a miles de personas.
Imagen: Reuters/Stringer
Contrastes a la vista
Kos, a menos de cinco kilómetros de Turquía, es la meta de muchos refugiados. Llegan a las playas donde solo solía haber turistas. Este grupo de refugiados paquistaníes logró arribar con un bote inflable.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Caos total
Muchos refugiados quedan varados en Kos, porque solo pueden continuar viaje a tierra continental tras haberse registrado. En el verano, la tensión escaló cuando las autoridades hicieron esperar a los refugiados en un estadio para hacer ese trámite, a pleno sol y sin agua.
Imagen: Reuters/Y. Behrakis
Un transbordador para refugiados
Debido a la insostenible situación imperante en la isla se produjeron disturbios. Para reducir la tensión, las autoridades griegas arrendaron un barco en el que se habilitaron posibilidades de alojamiento para 2.500 refugiados y una oficina de registro.
Imagen: Reuters/A. Konstantinidis
El dilema de Europa
Por la misma época, más al norte, en la frontera greco-macedonia, policías fronterizos impiden el paso a la gente. En el tumulto hay niños que lloran, separados de sus padres. "Pura desesperación" se llama la foto tomada por Georgi Licovski. La Unicef la distinguió como la foto del año, ya que plasma "el dilema de Europa y su responsabilidad".
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski
Un símbolo negativo
A fines del verano, Budapest se convirtió en un símbolo del fracaso de las autoridades y de la xenofobia. Miles de refugiados acampaban en los alrededores de una estación ferroviaria de capital húngara. El gobierno les prohibió continuar su viaje. En consecuencia, muchos siguieron su camino a pie, rumbo a Alemania.
Imagen: picture-alliance/dpa/B. Roessler
Se abre el paso
El 5 de septiembre se despejó el camino para los refugiados. La canciller alemana, Angela Merkel, tomó con su par austríaco, Werner Feymann, la decisión de permitir a la gente continuar el viaje. Varios trenes especiales y buses se dirigieron por esos días a Viena y Múnich.
Imagen: picture alliance/landov/A. Zavallis
Bienvenidos, refugiados
El primer fin de semana llegaron a Múnich cerca de 20.000 refugiados. En la estación central de la ciudad se reunieron innumerables voluntarios para atender a los refugiados y proporcionarles alimentos y vestimenta.
Imagen: Getty Images/AFP/P. Stollarz
"Lo lograremos"
Mientras Merkel era aclamada por los refugiados y los partidarios de darles asilo, en otros sectores de Alemania surgía el descontento. En una conferencia de prensa, Merkel respondió a las críticas con estas palabras: "Si tenemos que disculparnos por mostrar un rostro gentil en una situación de emergencia, este no es mi país". Otra frase se convirtió en su mantra: "Lo lograremos".
Imagen: Reuters/F. Bensch
Historias en el equipaje
A fines de septiembre, la policía publicó una imagen conmovedora. Una niña refugiada hizo este dibujo y se lo regaló a un policía de Passau. Muestra el horror que vivieron muchos refugiados y su gran alegría de estar por fin a salvo.
Imagen: picture-alliance/dpa/Bundespolizei
El drama continúa
A fines de octubre habían llegado a Alemania más de 750.000 refugiados. Pero el flujo no cesaba. Los países de la denominada "ruta de los Balcanes" se veían superados y cerraron sus fronteras. Solo se siguió permitiendo el paso a sirios, afganos e iraquíes. Como una forma de protesta, algunos refugiados de otros países se cosieron los labios.
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski
Sin final a la vista
"¡Ayúdanos, Alemania!", dicen los carteles de los manifestantes en la frontera con Macedonia. En Europa se acerca el invierno y miles de personas, incluyendo niños, se encuentran atrapadas en tierra de nadie. Entretanto, incluso Suecia, considerado un país abierto a los refugiados, estableció transitoriamente controles fronterizos. La UE cuenta para 2016 con otros tres millones de refugiados.