Assad y sus "potencias protectoras"
1 de mayo de 2017Cuando las conversaciones sobre Siria iniciadas por Teherán y Moscú entren en una nueva ronda el 3 de mayo en la capital kazaja, Astaná, los representantes de Damasco deben tener muy presente que son huéspedes de sus principales potencias protectoras, a las que el régimen de Bashar al Assad debe su supervivencia política. Es claro que sin el apoyo de Rusia e Irán el presidente sirio habría dejado el poder hace tiempo. Pero también es probable que sólo puedan protegerlo juntos ya que cada uno, por sí solo, no tendría fuerza suficiente.
A Assad no le queda más opción que satisfacer los deseos de sus socios. Si no lo hiciera, ambos le harían sentir quién tiene las riendas en Siria.
Siria: víctima de los intereses ocultos de las potencias
Un análisis del "Institute for the Study of War”, publicado en marzo, documenta cuán importante es el papel de Irán para la permanencia de Assad en el gobierno. No obstante, indica que ni Teherán ni Moscú parecen tener el poder irrestricto en Siria.
"Rusia, Irán y el régimen de Assad no están en condiciones de tomar el control de las zonas de repliegue salafistas-yihadistas, y mantenerlo a largo plazo”, afirma el análisis del instituto estadounidense. En consecuencia, su papel militar es limitado, pero eso no quita que "Irán y Rusia se hayan arraigado profundamente en la estructura del Estado sirio”.
Compleja situación militar
El equilibrios en campo militar se vuelve así complejo y difícil. El "Institute for the Study of War” estima que tras seis años de combates el ejército sirio se ha reducido de unos 100.000 hombres a unos 30.000 o 40.000 soldados en condiciones de luchar. Ese grupo incluiría a otras fuerzas, como combatientes extranjeros, diversas fuerzas especiales y voluntarios de agrupaciones sirias alauitas.
De acuerdo con el análisis, las tropas regulares se han disuelto en buena parte. Su lugar lo han ocupado tropas paramilitares. Estos grupos cuentan con el apoyo de una fuerza militar comandada por Irán. Se compone de miembros de la Guardia Revolucionaria, combatientes de Hezbolá y voluntarios chiítas de Irak y Afganistán. Cerca de 10.000 de esos combatientes participaron en la reconquista de la parte occidental de Alepo.
Supervivencia e impotencia
Tales grupos actúan en parte movidos por razones financieras, y en parte han sido reclutados en los centros de formación religiosa erigidos por Irán, según el instituto citado. Sus centros de operación, dirigidos por iraníes, estarían en las ciudades sirias de Latakia y Daraa. Estos grupos son importantes también porque Rusia ha renunciado a enviar tropas terrestres a Siria y se limita principalmente a utilizar su fuerza aérea.
Para el régimen de Assad, la ayuda de sus potencias protectoras significa su supervivencia. Pero también implica impotencia política. Ya en las primeras conversaciones de paz de Astaná, en enero, los delegados de Damasco fueron más bien espectadores que negociadores diplomáticos serios. Poco indica que eso vaya a cambiar. Formalmente, Assad sigue detentando el poder en Siria. Pero, de facto, hace tiempo que otros han tomado las riendas.