“Atlántida” es una coproducción franco-argentina de 78 minutos de duración, dirigida por Inés María Barrionuevo (Córdoba, 1980). La cinta compite por el premio a la mejor ópera prima y por el Oso de Cristal de la sección Generación, de cine infantil y juvenil, en la que participan 60 cortos y largometrajes provenientes de 35 países. Egresada de la Universidad de Córdoba en Comunicación Social, Inés María Barrionuevo optó por el cine.

DW: ¿Cómo llegó usted a este tema?

Inés María Barrionuevo: Siempre me interesó la adolescencia. Ese momento antes de la adultez, esa situación de niños adultos me parece muy interesante. Supuestamente está todo por pasar, porque no se han tomado las grandes decisiones, sin embargo suceden muchas cosas. Uno cuando lo mira en retrospectiva es un lugar un poco melancólico y quería explorar ese mundo con los ojos de adulta. Pasan muchas cosas, no es que los días pasen así no más. Me pareció bueno hablar de estos niños y adolescentes a cargo de su propio destino y tomando decisiones.

No se ve casi adultos, se ve a esos niños y adolescentes en un universo rural. ¿Usted creció ahí?

Yo nací en la ciudad de Córdoba pero mis padres son ambos de pueblos de Córdoba, locaciones más pequeñas. Yo pasé todos los veranos en un lugar muy chico. Todos los veranos me iba dos o tres meses ahí, entonces tengo muchos recuerdos de cómo era la vida de pueblo, de cómo se vive en esos lugares más pequeños. Mi infancia fue salir con botas y machetes con mis hermanos. Tuvimos una infancia muy rural en ese poblado cerca de Córdoba. La película tiene datos autobiográficos, obviamente.

¿Cómo construyó el guión con sus tres jóvenes protagonistas?

Las películas no llegan como una idea armada sino más bien con imágenes que te persiguen y te obsesionan, como un rompecabezas. No pensé en la idea de dos hermanas, sino tenía la imagen de una pileta (piscina) y una chica que nadaba; entonces fui armando la historia, de pronto esa chica tenía una hermana. En un principio estaban sus padres, después los saqué, quedaron solas. Entonces lo fui armando a partir de cosas sueltas, datos míos o de gente conocida y así fui armando el guión de la película con dos hermanas que estaban solas y cada una con un encuentro sensual.

Además una de ellas es lesbiana. ¿Cómo es visto esto entre los jóvenes en Argentina?

Eso es visto ahora de manera muy distinta que en generaciones anteriores. Me parece que ahora no hay mucho problema con eso. En la película no se plantea como un conflicto sino que va sucediendo. No se tematiza el hecho de que son lesbianas, podía haber sido un chico y una chica, simplemente son dos personas que se gustan. Me parece que eso va a tono con la época actual en mi país en donde el matrimonio igualitario abrió un montón de perspectivas para los jóvenes. No tienen ningún problema. Se ve chicos y chicas de la mano, es muy libre en Argentina la actitud hacia la homosexualidad.

Los chicos que vean la película, ¿la verán también sin juzgar nada?

Eso espero, porque una cuestión importante como directora, como guionista, es no juzgar nunca a los personajes, dejarlos ser. Espero que así también lo tomen los espectadores.

El papel de Elena es muy difícil por tratarse de una la adolescente caprichosa, malhumorada, que para colmo se rompió un pie y lleva un yeso que la ha inmovilizado. ¿Ccómo trabajó con ella?

Florencia Decall es la actriz con más experiencia, ella ya trabajó en otros largometrajes, es muy conocida en Córdoba a su corta edad; tiene 19 años. Pero era un desafío para ella porque nunca había hecho un papel de joven rebelde. Ella es muy dulce y no tiene nada que ver con el personaje. Tuvo que hacer un trabajo de endurecimiento. Interpreta el papel de la hermana más chica. Se sugiere que su hermana Lucía (Melissa Romero) tiene cierta culpa sobre su accidente entonces está en una situación de poder y de enojo, pura histeria de adolescente.

¿Y el papel de Lucía, su hermana?

Surgió de un casting en Córdoba. Es su primera película. Yo soy actriz también y sé que hacer el papel de tímida es siempre mucho más fácil. Un papel complicado es el de Ana (Sol Zavala), que es más alegre. Melissa tiene un rostro que le ayuda a esa introspección. Es una chica que mira y piensa y tiene un mundo interior.

¿Y el trabajo con los niños no profesionales?

Filmamos en dos pueblos, en Almafuerte y Embalse, y en base a esos dos lugares construimos el pueblo. Hicimos un casting muy exhaustivo, empezamos unos meses antes. Los jóvenes de la película son todos del lugar. El apicultor es del pueblo, nunca antes había actuado.

Es interesante la visión infantil de los adultos, los ven viejísimos.

Son el tema de conversación. Cuando se es niño una es vieja a los 30 años. Yo pensaba siendo niña que a los 30 ya iba a estar casada y con una familia y después no es tan así. Esa perspectiva de ver el mundo desde la infancia es inasible. En ese día son eternos.

¿Cómo financió la producción y cómo llegó la cinta a la Berlinale?

Hicimos la película a través del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCA), y también con un crédito de la provincia de Córdoba. Después encontramos a un coproductor francés, que es Edgard Tenenbaum. Él se hizo amigo de la película y ayudó a que crezca y simplemente mandamos la película a Berlín; parece que gustó y acá estamos.

¿Qué recibimiento espera en Argentina?

La exhibiremos este año, pero no hay fecha todavía. Me pone más nerviosa la exhibición en Argentina que acá. Hay datos de gente conocida, algunos parientes que quizás se enojen. Esperamos estrenar en Argentina después de la Berlinale.