Atom™, el alemán que fusiona electrónica con ritmos latinos
5 de octubre de 2020Eran los años ochenta y durante una fiesta familiar, en la campiña alemana, Liselotte descubrió que su sobrino adolescente, Uwe Schmidt, tenía talento musical.
"Estaba emitiendo sonidos de percusión en una silla y mi tía se acercó… ¡estás haciendo música!, dijo. Le respondí que no, aunque más tarde compré una batería acústica y comencé a crear sonidos”, cuenta a DW Uwe Schmidt, músico, compositor y productor alemán.
Oriundo de Frankfurt ─pero radicado en Chile desde 1997─ es el creador de proyectos como Atom Heart, Atom(tm) o Señor Coconut. Con este último combina música electrónica con ritmos y géneros latinos de los años 40 y 50, como cumbia, salsa, mambo y chachachá. También ha trabajado con el músico chileno Jorge González.
Su fascinación por la música electrónica y las mezclas raras de géneros comienza en su adolescencia. "Una vez escuché en la radio un ritmo electrónico en una canción pop. Hasta entonces, nunca noté esa distinción entre instrumentos reales, acústicos, y máquinas. Era demasiado perfecto y me di cuenta de que era un aparato que se llamaba LinnDrum”, cuenta.
"Entonces, decidí que quería hacer eso. Me fascina trabajar con la tecnología. Es como la traducción de tu idea musical al mundo real”, confiesa Schmidt.
Intercambio de casetes
En Frankfurt, durante las décadas de 1980 y 1990, la música electrónica y otros géneros, como el industrial, tecno o el eurobeat, irrumpieron con fuerza en la escena cultural.
"Creo que tuvo que ver con la presencia del ejército estadounidense y su base militar. Los soldados trajeron música gringa, como el funk, jazz, blues o disco. Frankfurt se impregnó de esta cultura creativa”, explica el músico.
El artista alemán inició su carrera dentro de este movimiento. A mediados de los 80 formó un sello independiente con amigos, NG Medien, y, más tarde, comenzó a producir música en solitario. Sus canciones se distribuyeron en casetes por todo el mundo.
"Más tarde, un amigo, con el que había trabajado, me propuso sacar un disco, entonces, nació 'Lassigue Bendthaus', que demoró casi 3 años en producirse, porque para grabar hubo que pedir prestado un estudio”, cuenta.
El primer disco, lanzado en 1988, se convirtió en un hit dentro del movimiento electrónico. Para esos años, Schmidt también había ingresado a estudiar filosofía en la Universidad de Frankfurt. Esto lo alejó de la producción musical, pero solo por un tiempo.
"En tercer año volví a hacer música y viví un cambio personal. Empecé a ver el mundo de forma más filosófica y me pareció divertido analizar y pensar en la historia. La música no fue un plan, solo empezó a volar”, asegura.
El músico decidió, en ese período, abandonar sus estudios universitarios, para enfocarse en otros proyectos, como su propio sello discográfico, Rather Interesting, que fundó, en 1994, junto a Peter Kuhlmann, productor alemán de música electrónica y ambient.
Durante la década de los 90, Schmidt produjo más de 50 álbumes. "Lanzaba uno por mes, 12 por año, y en esa fase acabé aburriéndome de la escena de Frankfurt”, revela.
El salto latino
Eso lo llevó a buscar nuevos horizontes, y miró hacia América. Costa Rica fue su primer contacto. "Visité a una novia que estaba de intercambio. Me quedé seis meses y como había estudiado español en la universidad, no tuve problemas con el idioma”, dice.
Allí redescubrió la música latina: "En Europa me parecía falsa, como ir a un restaurante chino en Alemania. Lo que allí comes no es comida china. Es lo mismo con la música. En Costa Rica me interesé por el chachachá, la cumbia y este lenguaje latino, sus quiebres, armonía, siempre extrayendo el contexto étnico”.
Su paso por el país centroamericano influyó en la creación del Señor Coconut, que mezcla clásicos ritmos y géneros latinos de los años 40 y 50 con música electrónica. El proyecto lo acabó en Chile, donde llegó por intermedio de Martín Schopf, un amigo alemán, también músico y con orígenes chilenos.
"A través de él nos invitaron a tocar dos veces a Santiago. En ese tiempo, quería estar solo, desvincularme creativamente de Alemania y extrañaba desarrollar ideas propias. Entonces, en 1997 me fui a vivir a Chile, a la casa de los abuelos de este amigo. Allí encontré el equilibrio, un lugar intermedio. No es Alemania, pero tampoco es como México, donde existe histeria o caos”, agrega.
Los bailes del Señor Coconut
En Chile, lanzó su primer disco como Señor Coconut. "Surgió un día que mezclé en mi cabeza 'Neon Lights', una canción de Kraftwerk, con un género latino, el chachachá. Me pareció una buena idea y quería saber si podía ser real”, recuerda.
En su estudio, comenzó a experimentar con la música, la que más tarde envió a un sello en Japón, aunque sin la intención de convertirlo en un disco. El resultado gustó tanto que así surgió El Gran Baile (1997), el primer álbum de Señor Coconut.
En Estados Unidos y Alemania quisieron relanzar el disco. "La gente me invitaba a festivales y mi carrera tuvo un pequeño auge. Mientras tanto, comencé a grabar nueva música”. En 1999 apareció El Baile Alemán, álbum que agrupa covers de la banda germana Kraftwerk, y los fusiona con ritmos y géneros latinos.
La ecléctica fusión ─difícil de catalogar─ llegó a oídos de Kraftwerk, la banda de música electrónica formada en la década de los 70 en Düsseldorf. "A Florian Schneider le gustó mucho y Ralf Hütter quería detener su lanzamiento. Florian, a quien conocí en Frankfurt, y con quien formé una amistad, logró convencer a Ralph de que la música era buena”, dice a DW.
Sincronía de un nuevo mundo
Su más reciente proyecto se titula "<3". “El nombre lo pone cada persona que lee el símbolo. Lo ideé hace cinco años y fue un proceso largo, de mucha contemplación. Lo produje con ax1n, una entidad digital y ficticia, que incorpora diferentes voces humanas”, describe para DW.
El nuevo álbum, lanzado en abril de 2020 y distribuido por el sello alemán Raster Media ─en palabras de Schmidt─ es definido como "distópico, un poco esquizofrénico, seductor, semierótico, pero, al mismo tiempo, oscuro”. En sus pistas, producidas por máquinas, explora temas como la conciencia, el futuro, la muerte y la sincronía.
"La mayoría de las letras fueron escritas en 2019 de forma casi automática, más como una sensación. Me sorprende mucho, porque es una sincronía, es decir, hablan de lo que está pasando ahora, del colapso. Por ejemplo, hay un tema que explora un mundo nuevo a través de la muerte y, en lo personal, este año ha sido muy complicado”, cuenta.
Entre marzo y abril, en plena pandemia del coronavirus, su madre y suegro murieron a causa del COVID-19. Más tarde, Florian Schneider, uno de los fundadores de la banda Kraftwerk, y amigo de Schmidt, falleció víctima de un cáncer. (dzc)