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Austria: 100 años sin monarquía

Volker Wagener
12 de noviembre de 2018

Austria celebra el centenario de la fundación de la República tras la I Guerra Mundial. Volver a la monarquía nunca fue una opción. Sin embargo, aún hay cierta “nostalgia empalagosa”, explica Florian Wenninger.

Österreich Balkon am Rathaus in Wien
Imagen: picture-alliance/dpa/APA/G. Hochmuth

DW: Hace 100 años, con el fin de la I Guerra Mundial, se desmoronó el Imperio de los Habsburgo, que fue un factor de poder en Europa durante siglos. ¿Cuánto de la "grandeza” del antiguo imperio está todavía presente en la nueva y pequeña Austria?

Florian Wenninger: La gran mayoría de los habitantes del Imperio Austrohúngaro no tenía una vida muy glamorosa. Con el sufrimiento y la miseria causados por la I Guerra Mundial, la monarquía quedó desacreditada entre gran parte de la población. Incluso el grupo más leal a la corona, el campesinado, presionó para destituir no solo al emperador, sino también terminar con el sistema monárquico. A partir de la década de los 50, se desarrolló una nostalgia algo empalagosa, en parte gracias al marketing turístico: la bella Sissi, el corpulento Franz Josef…  Pero eso solo fue posible cuando comenzó a morir la generación que había vivido durante la época del emperador, que todavía tenía recuerdos negativos. En política, esa nostalgia nunca tuvo oportunidad de éxito: desde las primeras elecciones libres de 1919, ningún grupo monárquico tuvo resultados destacables.

La política suele determinar la retrospectiva de las "grandezas del pasado”. En Austria se pidió una "memoria correcta” antes y después del aniversario. ¿Qué imagen histórica ha prevalecido?

Sorprendentemente, una que interpreta el gran logro de 1918 -la república con sus grandes beneficios democráticos y sociales-, en última instancia, como un proyecto fallido. Se pasa por alto que esa primera república austríaca no cayó, sino que fue derribada por fuerzas antidemocráticas que violaron la Constitución.

¿Cuán importante es la conexión de Austria con la Alemania nazi de 1938 en la discusión actual referente al "austro-fascismo"?

El "Anschluss" (anexión) del Tercer Reich consistió básicamente en dos procesos paralelos: una invasión militar desde el exterior, y una toma simultánea del poder por parte de los nazis locales. Durante mucho tiempo después de 1945, los gobiernos austriacos solo hablaron de ocupación por razones de pragmatismo. De esta forma, el país no sería considerado responsable de los daños y crímenes causados por parte del régimen nazi. Por otra parte, en Austria tenían bastante claro qué había sucedido en 1938.

Un tema histórico delicado era la época anterior. En 1933, un Gobierno legitimado democráticamente y liderado por los cristiano-sociales instauró una dictadura, que aplastó militarmente a la socialdemocracia en 1934. Cientos de personas murieron y más de 10.000 personas fueron internadas en prisiones y campamentos. Después de 1945, los rivales de la Guerra Civil de 1934 tuvieron que levantar juntos la segunda república. Para eso fue necesario ocultar la dictadura austro-fascista de los años 1933 a 1938 en la medida de lo posible. Para eso, también fue útil presentar históricamente a Austria como primera víctima del nacionalsocialismo, puesto que tanto los socialdemócratas como los cristiano-sociales sufrieron bajo el régimen nazi y se consideraban víctimas.

Alemanes y austriacos mantienen una relación tensa de vecindad. ¿Por qué? ¿Qué base histórica tiene esta relación?

El concepto de una nación austriaca independiente es una paradoja. Por un lado, esta nación es, claramente, una entidad "alemana”.... Por otro lado, la autoestima de Austria se basa en el hecho de no ser alemana. Nada causa más emoción en Austria que los eventos deportivos contra Alemania.

Recuerdo muy bien la caía del Muro de Berlín frente al televisor con mi abuelo totalmente horrorizado. Vimos la masa de gente rugiendo "un pueblo, un pueblo”, y escuché a mi abuelo murmurar: "¡Vuelven a ser alguien Jössas! ¡Vuelven a ser alguien!”

Dr. Florian Wenninger, investigador de la Universidad de VienaImagen: Jürgen T. Sturany

La conclusión es que este resentimiento anti-alemán sea probablemente una mezcla de pequeñas complejos. El del hotelero, que da la espalda al cliente y lo insulta, los prejuicios anti prusianos y anti protestantes y, por supuesto, las envidias frente a la prosperidad alemana.  Esto cambió en los últimos años y ahora los austriacos son más ricos. La llegada de trabajadores de Alemania del Este a la gastronomía local incluso se recibió con cierto regocijo por la desgracia ajena.

Política, cultural y geográficamente, Austria es el clásico país centroeuropeo. Ahora se presenta a sí mismo como simpatizante de países como Polonia y Hungría, críticos con la UE. ¿Qué pasa con las cualidades mediadoras de Austria en tiempos tormentosos para la UE?

No apostaría por las cualidades mediadoras bajo el Gobierno actual. Ellos están cocinando su propia sopa, impulsan recortes sociales y, al mismo tiempo, tratan de dar la impresión de que el principal problema son los pobres que atraviesan el Mediterráneo. La UE, a la que sabe Dios que se le pueden hacer muchas críticas, se está presentando como un enemigo exterior, como un dominio extranjero que cada vez quiere acarrear a más refugiados. Es un juego miserable, fácil de entrever, y, por ahora, desgraciadamente exitoso. Los daños colaterales a nivel europeo son conscientemente aceptados, al igual que dejarse ver con figuras siniestras como Orban, Salvini y Zeman.

Florian Wenninger es investigador en el Instituto de Historia Contemporánea de la Universidad de Viena.

(JAG/ER)

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