Austria construirá valla en la frontera con Eslovenia
13 de noviembre de 2015
Si fallaran las medidas tomadas por Eslovenia para encauzar el flujo de refugiados, Austria estaría preparada para instalar en 48 horas otra valla fronteriza de 25 kilómetros.
Imagen: picture-alliance/dpa/M. Hitij
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El Gobierno austríaco ha anunciado hoy (13.11.2015) que, para asegurar la entrada ordenada de los refugiados que vienen por la ruta de los Balcanes, instalará una valla de 3,7 kilómetros de longitud en el paso de Spielfeld, en la frontera con Eslovenia.
Las autoridades han optado por una valla de tipo G-7, un sistema de protección hecho con tela metálica que se suele usar para bloquear accesos en grandes cumbres internacionales, pero que no es una verja con alambre de espino. Así lo explicó en rueda de prensa el director general para la Seguridad pública, Konrad Kogle, quien sí matizó que se podrían llegar a colocar rollos de alambre de espino en situaciones de emergencia, por ejemplo si cientos de personas tratan de pasar al mismo tiempo los controles fronterizos. En cualquier caso, Kogle afirmó que siempre se actuará siguiendo el principio de proporcionalidad.
La instalación de aproximadamente cuatro kilómetros tardará unos dos meses en estar lista. La ministra del Interior de Austria, Johanna Mikl-Leitner, informó por su parte de que, a pedido de Eslovenia, se ha abandonado de momento el plan de construir una valla de 25 kilómetros en la frontera común.
Eslovenia hace lo propio
El miércoles, Eslovenia comenzó a erigir un cerco con alambre de púas en partes de su límite con Croacia, diciendo que buscaba tener un mayor control del volumen de inmigrantes en su territorio luego de que Hungría construyó una barricada en su frontera sureña.
El Gobierno austríaco ya anunció el pasado día 28 su intención de instalar algunas medidas de protección en la frontera para asegurar la entrada ordenada de refugiados pero sin cerrar la linde. Lo que en un principio Mikl-Leitner definió eufemísticamente como “medidas de edificación”, fue concretado luego en “medidas técnicas” y una valla para asegurar una entrada “controlada y ordenada” de los refugiados. Los dos socios del Gobierno austríaco, socialdemócratas y democristianos, han estado debatiendo desde entonces el tipo de cierre a instalar.
La ministra del Interior de Austria, Johanna Mikl-Leitner.Imagen: picture-alliance/dpa/H. Neubauer
Con todo, el Gobierno estará preparado para ser capaz de instalar en 48 horas una valla de 25 kilómetros si fallaran las medidas tomadas por Eslovenia para encauzar el flujo de refugiados y evitar el cruce desordenado por la frontera.
“Esta fase 2 entrará en vigencia si las medidas eslovenas no funcionan y se producen cruces fronterizos ilegales”, dijo, agregando que Austria reforzaría inmediatamente sus patrullajes a lo largo de ese mismo tramo de 25 kilómetros.
JC (EFE, Reuters)
El campo de refugiados de Moria
Los refugiados que llegan a Lesbos son enviados a Moria, para ser registados. Debido a las largas colas, las malas condicios higiénicas y la falta de recusos, algunos lo consideran el peor campo de refugiados del mundo.
Imagen: DW/D. Cupolo
Refugiados y refugiados
Al llegar a Lesbos, los refugiados son separados. Los sirios son enviados al campo de Kara Tepe, donde la mayoría dispone de un alojamiento sólido. Los de otras nacionalidades son llevados al campo de Moria, el primer centro para el registro de personas que dejaron sus países huyendo de la miseria. Allí, los refugiados duermen en carpas o a la intemperie, a la espera de poder viajar a Atenas.
Imagen: DW/D. Cupolo
Demasiada gente
El hacinamiento causa a menudo fricciones, como en esta cola para la comida. De acuerdo con un informe de la ONU, el campamento fue concebido para 410 personas. Sin embargo, hay allí entre 2000 y 4000 refugiados, dice Fred Morlet, que coordina el trabajo de los voluntarios en Lesbos. "Desde el principio faltaron recursos y ahora éste se ha convertido en el peor campo de refugiados del mundo".
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Escasez de alimentos
Ramona Brongers, fundadora de la fundación Live for Lives, comenzó a trabajar con su ONG en Moria después de haber visto un llamado de auxilio en internet. "Preparamos 1.500 raciones al día, pero nunca basta para dar comida a todos", cuenta. Y agrega: "Ayudamos como podemos, pero los problemas son enormes y las organizaciones más grandes no asumen la responsabilidad".
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"Dormir entre la basura"
Brongers relata que sus 36 voluntarios se vieron superados por las labores de aseo y recolección de desperdicios. "Mire a su alrededor, la gente duerme en la basura", dice Brongers. Acota que "es imposible mantener este lugar limpio; siempre estamos al borde de una epidemia". Hace poco se reportó un brote de sarna en el campo de Kara Tepe.
Imagen: DW/D. Cupolo
Falta de motivación
Morlet reprocha la actitud de los encargados del campamento. "Los funcionarios todas luces no está motivados y a veces no vienen a trabajar, lo que implica que los refugiados no son registrados, mientras sigue llegando más y más gente. Dos horas de dilación significan un desastre humanitario".
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Caminante descalzo
"Caminé de Pakistán a Turquía sin zapatos", dice Fiaz Uddah (al centro), quien espera que llamen su número. "Dormimos así, en estas cajas de cartón. No tenemos mantas", dice por su parte su amigo Israr Ahmed. Y añade: "Hacemos esto porque no queremos que nuestros hijos vivan como nosotros".
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¿Quién decide?
Arshid Rahimi, un afgano veinteañero de Ghazni, dice que su madre lo forzó a partir después de que su padre y su hermana fueran asesinados durante un ataque talibán contra una escuela cercana a su casa. "Mi vida se veía amenazada por los talibán, pero aquí la gente dice que he venido por razones económicas", señala, y pregunta: "¿Quién decide si soy un refugiado o no?"
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"Se parece a Guantánamo"
Algunas familias pueden quedarse en las carpas de Moira, que son escasas, pero Morlet compara el campamento con una prisión. "Con cercos y alambrada de púas, se parece a Guantánamo", comenta. No obstante, predice que el número de refugiados no se reducirá. "Hay quienes dicen que el invierno los frenará, pero el mar es más calmado en invierno", apunta.
Imagen: DW/D. Cupolo
En manos de Dios
"Cuando estaba a bordo del bote en que vine hacia acá, en medio del océano, comprendí que estamos solos, en las manos de Dios", dice Pejman Usefi, un afgano que vivía en Irán. "Si Dios decide salvarte, entonces te salvarás. Así es como veo mi situación en este campamento".