Alemania investiga errores sobre sospechoso en caso Maddie
10 de junio de 2020
En Alemania se investiga si el sospechoso de la desaparición de Madeleine McCann está involucrado en otros casos de menores desaparecidos en este país y en Holanda.
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Las autoridades alemanas abordan posibles errores en los procesos judiciales en torno a Christian B., el alemán de 43 años, actualmente preso y con antecedentes por violencia sexual, principal sospechoso del "caso Maddie", la niña británica Madeleine McCann, desaparecida en Portugal en 2007.
Christian B., quien cumple condena en Kiel (norte del país) por un delito de drogas y tiene pendiente otra pena por violación y robo a una estadounidense de 72 años cometidos en Portugal en 2005, salió varias semanas en libertad en 2018 por circunstancias no aclaradas.
La cámara regional de Schleswig-Holstein -donde se encuentra Kiel- ha instado este miércoles (10.06.2020) a la Fiscalía a explicar por qué se autorizó esa salida.
El sospechoso, al que la Fiscalía alemana investiga por el presunto secuestro y asesinato de Maddie, tiene un abultado historial, tanto por delitos de tráfico de drogas o robos como por agresiones sexuales a menores, violación y lesiones físicas, así como pornografía infantil.
La apertura de sumario contra él por el caso de Madeleine dio un vuelco a un suceso que durante años ocupó a la policía portuguesa y británica, mientras los padres de la pequeña recurrían a todas las instancias posibles convencidos de que su hija seguía viva.
Desde que saltaron a la luz las sospechas en torno a Christian B. han surgido, tanto en medios alemanes como británicos y portugueses, testigos que parecen reforzar las sospechas sobre este individuo.
En Alemania se sospecha, además, que podría estar relacionado con otros menores desaparecidos en circunstancias no aclaradas en el país o en la vecina Holanda.
La justicia de Schleswig Holstein ha explicado hasta ahora que el caso es, de por sí, complejo. El sospechoso ha vivido en Alemania, Portugal e Italia y en cada uno de esos países habría cometido sucesivos delitos y estuvo procesado.
Entre los testimonios aparecidos ahora destacan los de personas de su entorno directo, según los cuales Christian B. fantaseaba con la idea de secuestrar a niños para "utilizarlos durante unos días", como relataba el semanario "Der Spiegel".
Hasta ahora, lo que sí se sabe a ciencia cierta es que el sospechoso vivió entre 1995 y 2007 en el Algarve portugués, cerca de la localidad de Praia de Luz donde los McCann pasaban sus vacaciones cuando desapareció la pequeña, mientras sus padres cenaban cerca del apartamento que tenían alquilado.
Su presencia en las inmediaciones del lugar ha quedado demostrada por una comunicación desde su teléfono móvil esa noche.
CP (efe, dpa)
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Lucha contra la explotación sexual infantil en Colombia
La ONG holandesa “Down to Zero Alliance” combate la prostitución infantil. Eline van Nes visitó Bogotá y Riohacha en Colombia para averiguar más sobre esta lucha contra el abuso comercial de niñas y niños.
Imagen: DW/E. van Nes
Vendiendo su cuerpo como mercancía
En Santa Fe, un populoso barrio de Bogotá conocido como la "zona de tolerancia", niñas, niños y travestis se paran en las calles para vender sexo. La edad de consentimiento en Colombia es de 14 años. Sin embargo, es un delito grave si alguien paga a una niña o un niño menor de 18 años por sexo. La prostitución es legal en Colombia, pero se limita a los burdeles y zonas designadas.
Imagen: DW/E. van Nes
Un lugar para sentirse seguro
Esta es una de las 16 niñas acogidas por la Fundación Renacer, un refugio para víctimas de explotación sexual comercial. La explotación sexual comercial de la niñez comprende la prostitución infantil, la pornografía infantil y el tráfico infantil con fines sexuales. A las niñas y niños - de 7 a 17 años de edad - se les brinda ayuda y apoyo psicológico.
Imagen: DW/E. van Nes
Un techo sobre sus cabezas
En el refugio, cada niña y niño tiene su propia cama y casillero para sus pertenencias. En promedio, las víctimas permanecen un año aquí, en donde reciben alimentos y asistencia psicológica. Algunos niños fueron abandonados por sus familias, otros tienen familiares que los visitan de vez en cuando, pero no tienen los medios para protegerlos de la explotación sexual comercial.
Imagen: DW/E. van Nes
Un hogar para niños colombianos y venezolanos
Una de las chicas en un refugio para víctimas de explotación sexual comercial frente a un mural de la organización. Las dos banderas representan los países de origen. Hay chicas colombianas, venezolanas e indígenas wayuu. Las niñas y los niños sufren cambios de humor extremos, pasando del llanto incesante a la violencia física.
Imagen: DW/E. van Nes
Creciente sensibilización
Mario Gómez es un fiscal de Bogotá, especializado en trata de personas. Gómez dirige una campaña nacional para aumentar la conciencia sobre los peligros que se esconden tras ofertas de trabajo que parecen demasiado buenas para ser honestas. Muchas víctimas no quieren hablar de su situación. Algunos no se ven como víctimas de la explotación sexual, otros se avergüenzan o tienen miedo de represalias
Imagen: DW/E. van Nes
Reflexionando sobre su futuro
William Plazas, un voluntario de 17 años, en su habitación. Según William, muchos colombianos y venezolanos en problemas económicos consideran la prostitución como una salida a la falta de dinero. Él conoce a muchas niñas y niños que son explotados sexualmente, pero no son conscientes de ello. Algunos niños, niñas y jóvenes hacen “favores sexuales” por conseguir un nuevo teléfono móvil.
Imagen: DW/E. van Nes
Un vínculo fuerte
Luz Ángela Lavao, la madre de William, protege a sus hijos, especialmente a su hija de 13 años, Valentina, porque viven muy cerca del distrito rojo de Bogotá. William tiene una fuerte relación con su madre y comparte todo con ella. Fue gracias a su madre que William terminó siendo voluntario de la Fundación Renacer, donde se involucró en proyectos de prevención.
Imagen: DW/E. van Nes
Superando su trauma
Una joven víctima de explotación sexual muestra un dibujo de su hogar. Para proteger a los niños, sus caras son ocultadas. La fotógrafa tampoco le hace preguntas sobre sus malas experiencias a los niños. Sus dibujos y juegos revelan cuán traumatizados están los niños y jóvenes, qué extrañan o sueñan. Y, en el caso de los venezolanos, a quién y qué han tenido que abandonar en su país.