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Avance de la derecha populista en Alemania

Kay-Alexander Scholz
17 de junio de 2019

El partido de derecha populista AfD no consiguió su primer ayuntamiento en segunda vuelta. Ahora, Alemania debería reflexionar y responderse algunas preguntas, opina Kay-Alexander Scholz.

Görlitz: ¿todos contra Sebastian Wippel?
Görlitz: ¿todos contra Sebastian Wippel?Imagen: picture-alliance/dpa/S. Kahnert

"Por esta vez ha vuelto a salir bien!", dirán probablemente muchos en Alemania, luego de que se consiguiera impedir que un candidato de AfD conquistara el primer ayuntamiento para su partido. Sin embargo, hay un gran "pero": "por esta vez". El resultado fue relativamente apretado, después de todo, el 45 por ciento de los votantes optó por la  AfD.

Y para este ceñido resultado, todas las fuerzas tuvieron que unirse. Fue necesaria una alianza multipartidista para evitar un triunfo de Sebastian Wippel. Una alianza que incluyó tanto a los herederos de la revolución pacífica, en la Unión Democristiana (CDU), así como a los herederos de la dictadura de la RDA, en el partido de La Izquierda. Una alianza que puso los asuntos de poder por sobre convicciones fundamentales. Las bases de la CDU no lo olvidarán sin más.

Pero esta no fue solo una elección local. La elección en Görlitz, la ciudad más oriental de Alemania, representa un dilema mayor.

¿Todos contra uno?

La AfD se ha convertido recientemente en la principal fuerza política a nivel municipal, en los parlamentos de ciudades y los consejos distritales de un área amplia alrededor de Görlitz, elegida por cinco años. La nueva "zona AfD" se extiende hasta los límites de Berlín y más allá, en la frontera polaca, hasta el mar Báltico. La victoria del candidato de la CDU en Görlitz cambia poco del hecho de que la AfD va camino de convertirse en un partido popular en el Este, con entre 20 y 30 por ciento de votantes.

Kay-Alexander Scholz, redactor en DW.

De las próximas elecciones regionales, en otoño, la AfD saldrá, probablemente, como la principal fuerza en dos estados federados alemanes. Para formar un gobierno contra la AfD, deberán unirse tres o cuatro partidos. Como sucedió ahora en Görlitz. El hecho de que la conservadora CDU podría (o tendría que) cooperar también con La Izquierda está ya sobre la mesa.

Los alemanes del Este que aún experimentaron la RDA vuelven a usar el término despectivo "partidos del bloque". En la RDA, se trataba de partidos placebo, sin perfil propio, creados con el fin de preservar la apariencia de democracia dentro de la dictadura. El partido mayoritario tenía la palabra: el Partido Socialista Unificado de Alemania (SED, por sus siglas en alemán). Aunque esta comparación histórica es errónea, apunta a un distanciamiento alarmante entre los ciudadanos y los partidos políticos alemanes.

El objetivo, tras estas elecciones regionales, seráevitar que gane la AfD. Pero eso también significará intentar marginar a la que será entonces, de acuerdo con las previsiones actuales, la fuerza política principal. Esto plantea la pregunta sobre cómo seguir el antiguo principio democrático que establece que la formación política más fuerte gana o invita a formar coaliciones.

Evitar la polarización adicional

Además, se agregan otras preguntas: ¿Qué pasa con la competencia de los partidos en torno a sus perfiles, cuando estos dejan de priorizar sus propios objetivos o candidatos para evitar algo o a alguien? ¿Sigue habiendo una justa contienda de opiniones?

Y aquí chocamos con el otro gran "pero" de la oración inicial. Además de "por esta vez", ¿salió realmente "bien"? ¿Puede esto estar "bien" a largo plazo? ¿No existe el peligro de que las elecciones en sí mismas sean cuestionadas y pierdan legitimidad? ¿Debería elegirse tantas veces como fuese necesario para que el resultado se ajuste a los deseos de determinados partidos?

Por supuesto, Alemania tiene una responsabilidad histórica especial: ¡nunca más fascismo, nunca más dictadura! ¿Pero no es por eso que todos deberían estar interesados ​​en cultivar una democracia viva? Quien divide el mundo en "buenos" y "malos", como suele ocurrir frecuentemente en el debate político actual, va por mal camino. Esta dicotomía recuerda a los antiguos cuentos de hadas alemanes.

Parece ser una debilidad de los alemanes: desarrollar un romanticismo político a partir de esta dicotomía. Pero donde hay demasiada emoción y muy poca cabeza fría, faltan los matices y la disposición a hacer concesiones. A cambio, se llega a la polarización y los frentes en guerra. Así, se mengua la fe en el poder de la política democrática.

Se necesitan nuevos enfoques

El "buen" resultado de Görlitz no logra enmascarar el terremoto político que está viviendo Alemania, tan estable políticamente durante tanto tiempo. Y esto no solo de debe a la AfD, sino que se trata también de la debilidad de los partidos tradicionales, SPD (socialdemocracia) y CDU (democracia cristiana), y del ascenso casi mágico de Los Verdes. La democracia, por lo tanto, requiere políticos valientes que ideen nuevos caminos y los transiten.

¿Qué tal, por ejemplo, si abrimos discusiones reales sobre errores y visiones? Errores y omisiones, como el hecho de que a Görlitz, hasta hoy, no se llega razonablemente en tren o en avión. Para la supuesta "ciudad europea" esto es un signo de pobreza.

¿Por qué, en la campaña electoral, apenas se habló de visiones sobre cómo en esta ciudad, en el triángulo fronterizo con Polonia y la República Checa, podría hacerse algo transnacional verdaderamente nuevo? El hecho de que un candidato democristiano con raíces rumanas haya ganado, podría tal vez provocar una verdadera discusión en este sentido.

¿O qué tal un renacimiento de la política práctica? Hay un montón de problemas urgentes. Centrarse en ellos podría quitarle impulso a la polarización. Dinamarca está haciendo el intento con un gobierno en minoría. ¿Por qué no? En Alemania, esto quizás podría ayudar a llenar los vacíos políticos que atraviesan el país, hasta Görlitz.

(rml/ers)

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