DW-WORLD.DE: El presidente palestino Mahmud Abbas dijo la semana anterior que creía factible un acuerdo de paz a finales de 2008 debido, sobre todo, a que Condolezza Rice se lo aseguró. ¿No es eso una utopía?

Avi Primor: Considero a Abbas un optimista porque él mismo desea esa solución. Él aboga por un compromiso, por la paz y contra el terrorismo. Solo que él tiene lamentablemente poco poder, no sólo porque sus contradictores son la gente de Hamas y ya perdió la Franja de Gaza, sino porque también en Cisjordania tiene que luchar duro para no perder el poder a manos de Hamas. Pero de eso no se trata.

La cuestión es ¿qué puede mover Condoleezza Rice? En un discurso sostenido el 16 de julio, el presidente de Estados Unidos, G. Bush, anunció un plan de plan y una conferencia internacional que Rice presidiría en otoño. Así que sería Rice la persona que ejecutaría el mencionado plan.

¿Puede fungir Rice como una mediadora aceptada por todas las partes?

Indudablemente será aceptada. Pero dudo que cuente con todo el respaldo de su presidente para presionar alguna salida real al conflicto. No creo que la propuesta de Bush sea sincera. Más bien es una declaración de dientes para afuera para ceder, aparentemente, a la presión de Rice, entre otros.

Bush le dice a Rice: “Bueno, juega un poco con los israelíes y los palestinos y, a lo mejor puedas invitar a tu conferencia a algunos países árabes. Lo óptimo sería Arabia Saudita, pero no yo no creo mucho en eso”.

Me acuerdo que Condoleezza Rice quería apoyar a James Wolfensohn, el otrora delegado especial del cuarteto para el Cercano Oriente, ex presidente del Banco Mundial y antecesor de Blair. Pero como ella no tenía el respaldo del presidente, fracasó, como Wolfensohn. Eso no ha cambiado en nada, hasta ahora. Tampoco creo que Bush tenga cualquier intención de movilizar algo hasta el fin de su mandato. Y eso que si quisiera, tendría los medios para lograrlo.

¿Qué poderes debería poseer Rice para que los esfuerzos por la paz no se queden en palabras?

Bush mencionó varias componentes de su plan de paz que él ya había incluido en un discurso en 2002, luego se trata de una repetición: Israel tiene que desalojar los territorios invadidos, los palestinos tienen que combatir el terrorismo, hay que lograr un compromiso sobre Jerusalén, fundar y reconocer un Estado palestino independiente con el que se tiene que cooperar.

Todas cosas muy bonitas que, en el fondo, reconocen los políticos israelíes. Sólo que no tienen el suficiente poder para realizarlo, como tampoco lo tiene el Gobierno palestino para erradicar el terrorismo.

Si Bush hubiera estado dispuesto a eso, habría puesto a disposición dinero y tropas para garantizar la seguridad y habría presionado a los gobiernos de Israel y Palestina a aceptar el plan. Pero ni ha estado dispuesto desde 2002 ni evidentemente lo está ahora. Por eso es que la misión de Condoleezza Rice es una acción de dientes para afuera.

¿No se ha convertido el conflicto del Cercano Oriente más bien en una guerra de suplentes en donde, de un lado, están Irán y Siria que buscan influencia, y por el otro, Estados Unidos y Occidente?

Creo que hay que separar a Siria de Irán, porque Siria quiere negociar con Israel y sellar la paz, pero Estados Unidos lo impiden. Al fin de cuentas, los israelíes hubieran aceptado la propuesta de Siria de desistir de los Altos del Golán, pero los estadounidenses no lo permitieron.

Todo el mundo sabe cómo se puede solucionar el conflicto pero nadie tiene el poder para ejecutarlo. El problema radical es la seguridad: si hubiera alguien dispuesto a garantizarla tras una salida de Israel, se lograría la paz. Los únicos que tendrían la voluntad de hacerlo serían los europeos, bajo la condición de que los estadounidenses no se opongan. En ello podrían ayudar Rice y Blair.

¿Cuál tendría que ser el próximo paso para acercarse a un acuerdo de paz realista?

La Unión Europea tiene que diseñar un plan de paz. Lo que no es ningún problema, porque todos los planes de paz se parecen; pero esta vez la iniciativa tiene que salir de la Unión Europea que debería enviar tropas de paz al Cercano Oriente. Contingentes militares de los que deberían participar también los países árabes y la OTAN.