Selvas transformadas en estepas, inundaciones litorales, desaparición de manglares… catástrofes climáticas predice el informe de Naciones Unidas acerca de las consecuencias del cambio climático; éstas se sentirán, sobre todo, en los países menos desarrollados. "Debemos aunar fuerzas para detener este proceso", declara al respecto la ministra alemana de Desarrollo, Heidemarie Wieczorek-Zeul, añadiendo que las naciones pobres sólo sobrevivirán la catástrofe climática con la ayuda de los países industrializados.

En este instante, el manoseado enunciado no carece de interés: la doble presidencia que ostenta Alemania- la presidencia de la reunión del G-8 en Heiligendamm y la rotativa de la Unión Europea- le confiere una influencia política crucial. Por ello -y teniendo en cuenta lo apremiante de transformar en medidas concretas todas las buenas intenciones medioambientales-, el ministerio de Desarrollo trabaja en la elaboración de planes a presentarse próximamente. En diálogo con organizaciones no gubernamentales se trata de determinar los pasos a dar. Uno de ellos es que la política alemana de ayuda al desarrollo se orientará a la protección medio ambiental.

Subvencionar energías renovables

Sin negar la merecida crítica a las naciones industrializadas causantes en gran medida de la catastrófica situación del medio ambiente, la ministra Wieczorek-Zeul describe el grano de arena que le corresponde aportar a esta tarea global: "cooperamos con todas las economías emergentes subvencionando energías renovables y el aprovechamiento más eficiente de la energía. Sobre todo concediendo créditos más baratos".

Entre un 20 y un 25% de las emisiones de efecto invernadero se producen debido a la descontrolada tala de árboles. "La protección de las zonas boscosas y las selvas es una de las prioridades de nuestro trabajo de desarrollo", anuncia la ministra germana. Concretamente propone desarrollar incentivos para los países en vías de desarrollo que protejan sus selvas desistiendo de la explotación de tales maderas. Promocionar otro tipo de construcción propone también: "los países en desarrollo se verán obligados a construir de otra manera, requerirán de otro tipo de carreteras, por ejemplo. Las poblaciones de los litorales deben ser reubicadas. Para ello, los países desarrollados tienen que aumentar el presupuesto de ayuda al desarrollo", comenta enérgicamente.

El cascabel y el gato

La claridad de la propuesta y la bondad de los fines que persigue son innegables; al respecto, el consenso es, entretanto, bastante amplio. Sin embargo, cuando se trata de reunir los fondos con los que se ampliará el presupuesto de ayuda al desarrollo es cuando se trata de ponerle el cascabel al gato. Los expertos en medio ambiente de la gran coalición gobernante han logrado ponerse de acuerdo: se puede gravar con unos diez euros cada pasaje aéreo. El ticket tax -que ha sido implementado ya en otros países europeos como Francia y Gran Bretaña y a los que pronto se sumará Bélgica- se cataloga como un instrumento medioambientalista innovador del cual pueden sacar partido también las arcas de la ayuda al desarrollo. Esta medida -que afectaría sólo al pasajero y no a la aerolínea- cuenta con más favorecedores que la de gravar el combustible de los aviones a nivel europeo.

En resumen, el cambio climático representa hoy el mayor peligro para la seguridad y la prosperidad de todos, no sólo del Tercer Mundo. "El país industrializado que no invierta hoy en ello, debe contar en un futuro cercano con millones de refugiados" predice la ministra, adicionando una catástrofe más al negro panorama que se avecina. Por ello, según Wieczorek Zeul, sea de donde fuere, los fondos para la ayuda al desarrollo -¿sinónimo desde ahora de protección medio ambiental?- deben ser aumentados,