Los pocos canales abiertos para que llegue ayuda humanitaria se han utilizado. Pero hacen falta más. La asistencia europea también espera en las fronteras. Sólo hace falta que Caracas permita que entre formalmente.
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"Si la ayuda humanitaria no le llega a la gente, la desesperación actual es tal que la gente va a ir a buscarla, aunque esté en la frontera. Venga de quien venga”, dijo a DW Jo D´Elia , director ejecutivo de Civilis DDHH. Desde esta organización, D´Elia promueve los derechos humanos en Venezuela y desde CODEVIDA promueve campañas de asistencia por el derecho a la salud.
"Venezuela está viviendo una emergencia humanitaria compleja”, explica D´Elia, sociólogo y uno de los investigadores del Reporte Nacional sobre el Derecho a la Alimentación de diciembre de 2018. En ese informe se afirma que el 64% de los venezolanos ha perdido unos 11 kilos de peso entre el 2016 y el 2017, que el 94% no cuenta con ingresos para pagar los precios de una canasta de alimentos y que el 33% de los niños entre 0 y 2 años tiene retardo de crecimiento.
"El dinero no basta para comprar para comer, no tienes medicina para una herida. No hay suministro de agua potable regular. El metro puede paralizarse, y la gente se queda varada por fallas de luz o mecánicas. Todos los días. Y eso que en Caracas es menos que en otros Estados”, detalla D´Elia.
La situación es desesperada. ¿Es el momento esperanzador? En la frontera con Colombia espera la ayuda ofrecida por Estados Unidos, Colombia y otros países. La Unión Europea anunció recientemente 5 millones de euros adicionales a los 29 que ya ha puesto a disposición para ayuda humanitaria.
¿Ha llegado a la gente? "Sí, a través de ECHO –la agencia de ayuda humanitaria de la UE- se ha canalizado una mínima ayuda a organizaciones de la sociedad civil. Y nosotros la hemos llevado, de manera limitada, a poca gente”, recalca. ¿Por qué? "Porque el gobierno no lo permite”, responde.
Amenazas contra quienes ayuden a distribuir ayuda humanitaria
Según fuentes europeas, a 60 millones de euros asciende el aporte en ayuda humanitaria que provino de Europa en 2018. No obstante, la mayor parte se ha quedado más allá de las fronteras del país. "Hay que decir que sobre los pocos canales regulares que existen pende la amenaza del bloqueo. Aquí todos estamos en riesgo: tanto los actores de derechos humanos como los de asistencia humanitaria. El gobernador de Zulia (Venezuela) amenaza con llevarse preso a quien se preste a la distribución de ayuda humanitaria”, agrega.
"Frente a un gobierno que niega la existencia de una crisis, la Unión Europea ha preferido no confrontarlo, sino conservar muy bajo perfil y tener mucho tacto”, cuenta a DW Calixto Ávila, delegado en Europa de Provea, organización de promoción de derechos humanos en Venezuela.
Portadores de VIH han muerto esperando ayuda
"Hay enormes dificultades, especialmente en el sector salud. Por ejemplo, llevar retrovirales (VIH-SIDA) fue muy difícil. Mucha gente murió esperándolos”, confirma Ávila. "ECHO ha tenido su equipo aquí desde antes del 2014. Agradecemos que haya documentado. Pero todo ha sido de manera informal. No pueden hacer más. No hay canales de distribución. Médicos sin Fronteras, Médicos del Mundo, Acción contra el Hambre: hay muchas organizaciones que han entrado al país. Pero una cosa es que entren, otra que generen estructuras. Y que el gobierno les permita operar”, subraya D´Elia.
¿Qué hacer en esta situación? Ambos están en desacuerdo con aumentar sanciones. "Golpean al pueblo”, dice Ávila. También coinciden en advertir de utilizar políticamente la ayuda humanitaria. "Lo ideal es que el gobierno consienta la ayuda humanitaria a través de la ONU”, afirma D´Elia.
"Si no lo consiente, hay que exigírselo. Pero por la fuerza, no. Eso sólo aumentaría el riesgo para la población”, subraya. Por otro lado, "la ayuda humanitaria sí se necesita, pero no va a reemplazar las políticas públicas que resuelvan el problema de tener el pan en la mesa”, concluye Ávila.
(jov)
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Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Antes eran los colombianos quienes cruzaban el puente Simón Bolívar en Cúcuta para conseguir trabajo o hacer compras. Ahora son los venezolanos los que cruzan el puente por necesidad de sobrevivir.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Manuel, esperaba en la fila de la Cruz Roja. Su hermana menor necesita medicinas.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
La masiva inmigración en los últimos años, dío lugar a un mercado informal en las casas aledañas al puente. Ahora, el mercado se extiende a todas las calles del barrio.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
El 20 por ciento de los venezolanos que cruzan el puente hacia Colombia lo hacen para buscar nuevas oportunidades.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Las llantas gastadas se compran en las ciudades principales de Colombia y se venden en Cúcuta a unos 20 dólares cada una.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Raul vive de vender las llantas a sus compatriotas. El precio no incluye el costo de pasarlas por las trochas "Si la Guardia Nacional de Venezuela se las ve, se las roban".
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Muchas de las llantas que se venden en la frontera son de segunda mano o ya desechadas en Colombia. Algunas han sido reparadas con parches, sus cubiertas están gastadas y son inseguras en condiciones de lluvia.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Rangy Hurtado es enfermero, sus conocimientos para apoyar la labor médica en los quirófanos en Venezuela le ayuda ahora a hacer curaciones a domicilio.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Rangy Hurtado elige las mejores llantas usadas del puesto callejero de Raúl. Elige las dos con más perfil, pero le preocupa que una de ellas tenga una marca de desgaste muy fuerte en el interior “yo creo que el rin va a cubrir esa parte".
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
En los tiempos en que la economía de Venezuela era estable y próspera Rangy compraba llantas nuevas cada año. “Antes con unas llantas así de gastadas uno se arriesgaba a una multa". Ahora, desde que no tengan alambres saliendo están como nuevas.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Rangy pagó por dos llantas usadas 60.000 pesos (unos 16 euros ó 20 dólares). “Casi dos meses de mi salario”.
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Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Los venezolanos que cruzan la frontera dependen de carreteros que les ayuden a llevar el peso de las maletas. Pagan 5.000 pesos (€ 1,40) por viaje.
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Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
El mercado ilegal de medicinas no es una novedad en la frontera, pero lo que ha sucedido es una verdadera explosión de informalidad.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Enrique trabajaba antes como fabricante de zapatos. Ahora los arregla en la frontera porque no tiene la documentación suficiente para conseguir un trabajo estable en Colombia.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Enrique afirma que para los venezolanos hasta arreglar los zapatos es un lujo. “Cobrarles 2.000, 3.000 pesos (menos de un euro) es casi un mes de salario para muchos en Venezuela".
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Enrique arregla cualquier tipo de zapato. “la técnica depende del daño y del presupuesto del cliente, muchas veces habría que cambiar la suela, pero no les alcanza. Entonces la cosemos”.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Tanto pastillas de uso casero, como medicinas especializadas, se pueden encontrar en las calles de Cúcuta a un precio menor que en Venezuela.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Los controles migratorios de ambos países detienen mucha mercancía que se considera prohibida, como los repuestos para vehículos. “Toca cruzar por el puente y pagarles, o por la trocha”, dice un venezolano.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Tanto la guardia venezolana, como la policía colombiana vigilan el puente. Pero el contrabando de mercancías es casi tradicional en la frontera.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
No todos los venezolanos que cruzan lo hacen para emigrar. Gran parte de ellos lo hace para comprar alimentos para sus familias.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Jerry sostiene que la corrupción de alto y de bajo nivel fue lo que arrastró a Venezuela a esta crisis. "Yo podría vender esta medicina más cara en Venezuela y me la comprarían, pero eso sería hacerle daño a los que la necesitan".
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
La falta de atención médica, de comida y de recursos básicos dañó radicalmente el estilo de vida de los venezolanos.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Entre los productos que más compran los venezolanos en Colombia están el aceite de cocina, productos de aseo y harina.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Quienes se arriesgan a cruzar mercancía regulada, como las llantas de vehículos, se arriesgan a que la Guardia Venezolana les quite los productos.
Imagen: DW/F. Abondano
Simón Bolívar, el puente de la esperanza venezolana
Al menos unas 60.000 personas cruzan a diario el puente Simón Bolívar. Este sería uno de los pasos obligados en la estrategia del gobierno de Guaidó para llevar ayuda humanitaria a su país.