Durante 60 años, la Oficina Central ha detectado presuntos criminales del nacionalsocialismo. Sólo unos pocos aún están vivos. Pero el trabajo sigue valiendo la pena, dice el jefe de investigaciones, Jens Rommel.
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El abogado Jens Rommel dirige la Oficina Central de las Autoridades Judiciales para la Investigación de los Crímenes del Nacionalsocialismo, cuya sede central está en Ludwigsburg, en el sur de Alemania. Después de las investigaciones preliminares, la oficina remite los casos procesados a la oficina del fiscal público correspondiente. Dicha agencia trabaja desde el 1° de diciembre de 1958.
DW: La Segunda Guerra Mundial llegó a su fin hace 73 años. Los presuntos criminales ya son ancianos. ¿Cuánto queda por hacer?
Jens Rommel: La oficina central tiene aún mucho trabajo. El enfoque de la jurisprudencia ha cambiado, como se observa con el reciente juicio contra Oskar Groening, el llamado "contador de Auschwitz". Hoy podemos juzgar a las personas que fueron "ayudantes” de la maquinaria de exterminio. Pero muchos imputados han muerto, o no pueden ser juzgados por motivos de salud.
¿Cuántos presuntos criminales encuentra usted aún?
En los últimos años hemos remitido a la Fiscalía un promedio de 30 casos por año. Pero es el fiscal el que decide si alguien está en capacidades de someterse a un juicio.
El tiempo corre contra usted, por así decirlo. ¿No siente frustración?
Para mis colegas y para mí, a veces es frustrante ver cuántos casos ya no podemos seguir. Sin embargo, no nos motivamos con la cantidad de casos que aún podemos esclarecer, sino que creemos que el esfuerzo en sí mismo es una respuesta valiosa a estos masivos crímenes de Estado.
Si el posible círculo de criminales se hubiera extendido antes, probablemente más sospechosos hubieran podido ser perseguidos. ¿No fue eso culpa del Poder Judicial?
Sería simplista culpar a todas las generaciones de abogados o al Poder Judicial como institución. En última instancia, es la Justicia, como parte de la sociedad en cada generación, la que debe encontrar respuesta a las preguntas a las que nos enfrentan los crímenes masivos de lesa humanidad por parte del Estado.
La Oficina Central de las Autoridades Judiciales para la Investigación de los Crímenes del Nacionalsocialismoexiste desde hace 60 años. Usted la ha dirigido durante tres años. ¿Cuál es su balance?
El balance es mixto. En los años cincuenta y sesenta, se buscó más la integración de los culpables que una investigación exhaustiva. Puede ser deprimente decir que después de 60 años de trabajo de esta oficina, aún no se haya aclarado todo. Pero es una realidad que no todos los culpables pueden ser condenados. Aunque me parece alentador que los demócratas convencidos, luego el Poder Judicial, y finalmente la sociedad, hayan asumido la tarea de esclarecer los crímenes, un reto que todavía seguimos enfrentando.
(JOV/CP)
Pogromo nazi: “La noche de los cristales rotos”
Entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938, la Alemania nazi organizó un pogromo antisemita de grandes proporciones. La “Kristallnacht” ha pasado a la historia como un ejemplo de los alcances de la barbarie fascista.
Imagen: Aureliusz M. Pedziwol
En aquella terrible noche de noviembre...
Hordas de alemanes lideradas por paramilitares nazis dieron rienda suelta al racismo que cultivaban en su interior y tomaron las calles en todo el país para destruir las sinagogas y las propiedades de la población judía. Templos como el de esta foto, tomada en Chemnitz, ardieron mientras los judíos eran arrestados y sometidos a humillaciones públicas. Al menos 91 de ellos fueron asesinados.
Imagen: picture alliance
Un acto de barbarie con nombre
Aquellos actos de violencia dirigidos contra la comunidad judía son conocidos bajo nombres como “Kristallnacht” –es decir, “La noche de los cristales rotos”–, la “Noche de los pogromos” o “Pogromos de noviembre”. A ocho décadas de aquel suceso, muchos en Alemania se inquietan, y con razón, al ver arder mezquitas y albergues de refugiados. Tanto la islamofobia como el antisemitismo se intensifican.
Imagen: Getty Images
La excusa de los antisemitas
Se suele decir que los actos de violencia antisemita fueron catalizados por el asesinato en París del diplomático alemán Ernst vom Rath a manos de un judío polaco adolescente llamado Herschel Grynszpan. De ahí que en la Alemania contemporánea sean rechazados los discursos que pretenden juzgar a comunidades completas por los delitos atribuidos a alguno de sus miembros.
Imagen: picture-alliance/Imagno/Schostal Archiv
Indicio de horrores por venir
Tras el anuncio del asesinato de Vom Rath en Francia, la violencia antisemita estalló en algunas ciudades. Al tanto de la situación, Adolf Hitler autorizó verbalmente a su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, para que iniciara el pogromo. A las SS se les ordenó que permitieran “sólo aquellas medidas que no pusieran en peligro las vidas y las propiedades de los alemanes” que no eran judíos.
Imagen: dpa/everettcollection
¿Ignorancia o indiferencia?
Los nazis describieron los pogromos como la manifestación de una ira colectiva espontánea, no como una operación implementada sistemáticamente. Sigue sin estar claro cómo fueron percibidos los hechos por los alemanes no judíos de a pie. Aunque hay evidencias de que muchos rechazaron la violencia, son demasiados los testigos que guardan silencio o alegan nunca haberse enterado de lo que ocurría.
Los nazis pretendían intimidar a los judíos para que abandonaran Alemania voluntariamente. Apelando a teorías racistas, que hoy siguen teniendo adeptos en el mundo, los exponían al escarnio público mientras los señalaban como seres inferiores. Detrás de todo había también intereses económicos: a los judíos se les cobraba para permitirles salir del país; además, sus propiedades eran confiscadas.
Imagen: gemeinfrei
¿De qué les sirvieron los pogromos a los nazis?
Los judíos que podían abandonar el país de inmediato lo hicieron. Pero la violencia dejó a los nazis mal parados en la prensa mundial y repelió a los alemanes que querían “orden”, pero no a toda costa. Por eso, el antisemitismo estatal adquirió un talante más burocrático, aunque igualmente abominable. Por ejemplo, a los judíos se les obligó a llevar a la vista una estrella de David amarilla.
Imagen: gemeinfrei
Secuelas inmediatas
Después de los pogromos, la jerarquía nazi aplicó una serie de medidas contra los judíos que incluían el pago de tributos para pagar los daños perpetrados durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938. Incluso el segundo hombre más poderoso del Tercer Reich en aquel momento, Hermann Göring, comentó: “Yo no quisiera ser un judío en Alemania”.
Imagen: AP
El lugar de la “Kristallnacht” en la historia
En 1938 faltaban todavía dos años para el comienzo del asesinato de judíos por parte del régimen nazi: el Holocausto. Pero hay una línea de continuidad evidente que une a los pogromos con el asesinato sistemático de millones de judíos europeos. En otras palabras, los pogromos fueron el preludio del genocidio.
Imagen: picture alliance/akg-images
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