En México finaliza un proyecto europeo para fortalecer organizaciones ciudadanas. En Bruselas se presentaron sus experiencias. DW habló con uno de sus especialistas y con uno de los colectivos que busca desaparecidos.
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"Ayer estuve con otras familias buscando. Picando piedras, con varillas. No hay otra forma. No pudo habérselos tragado la tierra”, dijo a DW Enma Mora, que preside "Familias de Acapulco en Busca de Sus Desaparecidos”, una organización de la sociedad civil mexicana. Hace cuatro años, cuando la crearon, la integraban cinco familias. Entretanto son 260.
En 2016, a través de su párroco, su pequeño colectivo comenzó a trabajar con el "Polo para la ciudadanía participativa”, un proyecto financiado por la Unión Europea (UE), que busca el fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil como actores de cambio y gestores de paz.
"Personalmente, el Polo me ha enseñado a hacer mejor mi trabajo de incidencia con las autoridades locales”, dice Mora. Su hijo fue secuestrado en 2011, cuando tenía 14 años. Después de pagar una parte del rescate, la llamada para decirle dónde iban a entregarlo nunca llegó. Ahora es uno de los 36.000 desaparecidos de México. "Este proyecto le ha dado a mi organización herramientas para el diálogo y la negociación”, agrega Mora.
¿Un proyecto europeo que suple fondos que debería otorgar el Estado?
"En este momento, los recursos que destina el país para la sociedad civil han bajado. Por otro lado, hay territorios abandonados por el Estado o que están en manos del crimen organizado. Y son las comunidades las que intentan construir paz y velar por sus derechos. Por eso nuestro apoyo a las organizaciones de la sociedad civil”, explicaba Marie Augouy, gestora de programas de la UE en México, durante la presentación en Bruselas de los resultados del Polo, en fase de cierre.
La de Enma Mora es una de las 190 organizaciones y los 50 colectivos de Oaxaca, Puebla y Guerrero que, con diferentes propósitos de desarrollo sustentable -gestión de residuos, almacenamiento de agua, derechos laborales, seguridad comunitaria-, se han capacitado, en el marco del Polo.
"El problema de las organizaciones de la sociedad civil en México es que cuentan con gente que tiene muchas ganas de hacer cosas. Pero, en promedio, al cabo de dos años desaparecen por fatiga institucional, por falta de fondos”, cuenta a DW José Carlos León, de Sikanda, agencia italiana de promoción social. Su organización, junto con la fundación italiana AVSI, la asociación mexicana SEPICJ y el Centro Lindavista colaboraron con siete instituciones académicas en el proyecto.
Formar redes y mejorar la gestión
"Aunque no se puede dar seguimiento a los objetivos de cada una de las organizaciones, el estar en un programa subvencionado por la UE les da visibilidad, les ayuda a crear redes y esto hace que las autoridades locales las escuchen un poco más”, sigue León.
¿Dialogar con unas autoridades que no cumplen con sus tareas, que las comunidades tienen entonces que asumir? "El diálogo no está divorciado de ser claro y estricto con la responsabilidad del gobierno. Un diálogo estratégico e informado, basado en derechos humanos, puede volverse feroz. Ése es el que propicia este tipo de proyectos que rellenan las grietas del Estado”, responde León.
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"Nadie está exento de ver desaparecer un familiar”
"En este momento, en Acapulco hay más de 3.000 familias a las que les falta algún miembro. No todas denuncian, por miedo”, sigue Enma Mora. No es raro que los restos que encuentran en sus búsquedas no correspondan con ningún registro de ADN, es decir, que nadie los busca. En los Servicios Médicos Forenses hay 27.000 cuerpos sin identidad.
"Tenemos que hacer campañas para que la gente denuncie y tenemos que trabajar en la prevención”, apunta Mora, que ya no solo trabaja en Acapulco sino para todo Guerrero. También se ha incorporado al movimiento nacional.
"Debemos seguir trabajando por que la gente sea consciente de que las desapariciones suceden cada día, que nadie está exento”, sigue Mora. ¿Su objetivo? Nuevos proyectos europeos para aumentar la búsqueda e identificación de desaparecidos en México. "En lo personal, todo lo que quiero es encontrar a mi hijo”, concluye.
El coronavirus satura un cementerio en México
México es uno de los países más afectados. La tasa de mortalidad en la ciudad de Neyahualcóyotl ha dejado al cementerio municipal al límite. El fotógrafo Jonathan Alpeyrie documentó la desesperación entre sus muros.
Imagen: Polaris Images/Jonathan Alpeyrie
No hay sitio para tantos muertos
En el cementerio municipal de la ciudad de Nezahualcóyotl, que se encuentra justo al este de Ciudad de México, las tumbas se apilan una encima de la otra para garantizar que haya espacio para el descanso eterno. Pero la pandemia de coronavirus lo está llevando al límite. Los trabajadores se ven obligados a retirar los ataúdes, incluidos los de los bebés, para dejar espacio a los recién llegados.
Imagen: Polaris Images/Jonathan Alpeyrie
Ataúdes por el suelo
El ataúd de un bebé que había ocupado un nicho durante un tiempo fue retirado y dejado en el piso. Si las familias no se ocupan de la tumba, los restos se retiran para que un nuevo ataúd pueda reemplazarlo. El cementerio intenta comunicarse con la familia para ver qué quieren hacer después, pero si no reciben respuesta, los restos se incineran y las cenizas se vuelven a enterrar en fosas comunes.
Imagen: Polaris Images/Jonathan Alpeyrie
Golpeado fuerte por el coronavirus
México ha sido muy golpeado por el COVID-19. Hasta el 25 de julio, era el cuarto país más afectado, con 42.645 muertes y 378.285 infecciones totales. Nezahualcóyotl ha sufrido especialmente. Un barrio pobre antes de convertirse en ciudad, es el municipio más densamente poblado de México, con más de 15.000 personas por kilómetro cuadrado. El virus ha podido propagarse fácilmente aquí.
Imagen: Polaris Images/Jonathan Alpeyrie
Un punto caliente alrededor de la Ciudad de México
Muchos residentes viven de sus pequeños negocios, cuenta el fotógrafo Jonathan Alpeyrie, lo que les imposibilita dejar de trabajar durante largo tiempo. Durante la crisis muchos intentaron continuar con su vida diaria para llegar a fin de mes. Esto ha cobrado un precio enorme: el virus se ha difundido y ha convertido a Nezahualcóyotl en una de las zonas más afectadas en torno a Ciudad de México.
Imagen: Polaris Images/Jonathan Alpeyrie
Bloqueo 'levantado demasiado rápido'
Los mensajes de salud pública abundan en la zona, como en este cartel: "que esta no sea tu última salida". Pero abundan también críticas a la respuesta del gobierno. Muchos argumentan que implementó su bloqueo demasiado tarde y levantó las restricciones demasiado pronto. El alcalde de Nezahualcóyotl, Juan Hugo de la Rosa, dijo al NYT que coincidía con que las medidas se habían relajado muy pronto.
Imagen: Polaris Images/Jonathan Alpeyrie
Los trabajadores del crematorio sienten la presión
La gente ha muerto a un ritmo tal que no ha sido posible encontrar tumbas para todos. Muchos de los muertos son incinerados. Los trabajadores del crematorio en Nezahualcóyotl dijeron a la agencia de noticias AFP que están incinerando ocho o más cuerpos al día. Entrar en contacto con tantas familias en duelo es difícil, dicen, y también están preocupados por contraer el virus ellos mismos.
Imagen: Polaris Images/Jonathan Alpeyrie
Elegir casa en lugar de hospital
Muchas familias están cuidando a miembros con COVID-19. La magnitud de la crisis ha reducido la confianza de la gente en los servicios de salud. Según Alpeyrie, las ambulancias y los hospitales son vistos como lugares donde el virus se propaga más rápido. Tras un diagnóstico positivo de COVID-19 en el hogar, muchas familias se niegan a dejar que sus seres queridos sean llevados al hospital.
Imagen: Polaris Images/Jonathan Alpeyrie
Atropellado
Fue lo que pasó con este joven, explica Alpeyrie. Fue víctima de un atropello por parte de un conductor que se dio a la fuga. Recibió tratamiento en el lugar por parte de los paramédicos. Mientras lo evaluaban, determinaron que era probable que hubiera contraído COVID-19. Llamaron su familia, que llegó a la escena del accidente para evitar que se lo llevara la ambulancia.
Imagen: Polaris Images/Jonathan Alpeyrie
Cuidado por la familia
Su familia se negó a dejar que los paramédicos lo metieran en una ambulancia y lo llevaran las urgencias del hospital, dice Alpeyrie. En cambio, decidieron llevarlo a su casa en un automóvil y cuidarlo ellos mismos, pensando que es mejor para él estar allí que en el hospital de Nezahualcóyotl.