En la medida en que Michelle Bachelet haga mejor su trabajo como los ojos de la ONU para salvaguardar los derechos humanos, más alto gritarán insultos contra ella sus antiguos camaradas de ruta, opina Yoani Sánchez.
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La expresidenta chilena Michelle Bachelet ha estrenado discurso en su responsabilidad como alta comisionada de Naciones Unidas para los derechos humanos. En su primera alocución en el cargo enumeró los riesgos que corren los activistas en América Latina, especialmente en Colombia, además de denunciar los éxodos de Nicaragua y Venezuela. Hasta se le escuchó criticar a los que hasta hace poco eran sus aliados políticos.
El gesto de Bachelet despeja algunas dudas sobre su posible miopía ideológica a la hora de llevar a cabo tan alta responsabilidad. Su cercanía política con mandatarios de corte populista en la región alimentó las suspicacias no bien se anunció su nombramiento. Con las palabras dichas este septiembre, la expresidenta intenta desmentir esas acusaciones y guiar la brújula de su gestión hacia una dirección exenta de compromisos hechos con anterioridad.
Hija de un militar que formó parte del gobierno de la Unidad Popular liderada por Salvador Allende, encarcelado tras el golpe militar y fallecido en prisión, la alta comisionada ha tenido una experiencia vital que la hace sensible a los atropellos y a los excesos autoritarios, pero en su posterior ejercicio de la presidencia no supo mantener una mirada inclusiva y ecuménica desde el punto de vista ideológico. Más de una vez pareció olvidar la máxima de que no importa si las dictaduras tienen ropajes de derecha o de izquierda, porque son igual de dañinas y violentas.
Ahora trata de reparar esas posturas con sus palabras, pero la realidad a corto plazo podría ponerla en posiciones en que no basten los compromisos verbales. El éxodo venezolano será una de las primeras urgencias con las que tendrá que lidiar Bachelet y la sola alusión a esa crisis humanitaria le traerá previsibles conflictos con el ejecutivo de Nicolás Maduro. En la medida en que haga mejor su trabajo como los ojos de la ONU para la salvaguarda de los derechos humanos, más alto gritarán insultos contra ella sus antiguos camaradas de ruta.
Para los regímenes autoritarios no hay medias tintas
Bachelet está a punto de comenzar a experimentar en carne propia que para los regímenes autoritarios no hay medias tintas. Estos mandatarios, que se sienten salvadores de sus pueblos, buscan aliados que posen junto a ellos en la foto de familia pero también que se mantengan callados y cómplices ante sus atrocidades. Desde su puesto de comisionada, la chilena tendrá que elegir entre dos traiciones: desmarcarse de sus impresentables compañeros de doctrina, como los que gobiernan en Managua, La Habana y Caracas, o dar la espalda a los activistas y ciudadanos de esos países.
El camino que le aguarda no es para nada grato. En los próximos meses la crisis venezolana seguirá tocando fondo y la situación de una diáspora que va tomando dimensiones de estampida creará un caldo de cultivo propicio para la vulneración de los derechos de estos migrantes. Daniel Ortega seguirá respondiendo con disparos a sus críticos, mientras intenta aferrarse al poder en un país que se desarma política y económicamente. En La Habana, el castrismo tardío engrasa los mecanismos de una reforma constitucional que prolongara el partido único y permitirá legalmente a los intolerantes agredir -y hasta matar- a los que piensan diferente.
Cada vez que alce la voz contra estos regímenes, le esperan a Bachelet un andanada de críticas y hasta sonoros escraches públicos. Conocerá, en su propia piel, la vocinglera intolerancia de sus antiguos amigos.
Autora: Yoani Sánchez
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Bachelet: De víctima de la dictadura al Alta Comisionada de Derechos Humanos
Tras su segundo mandato como presidenta de Chile, Michelle Bachelet continuaría su carrera internacional como Alta Comisionada para los Derechos Humanos en Naciones Unidas.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Trezzini
Luchadora nata
Hija de un militar, Michelle Bachelet tuvo que lidiar desde muy joven en las filas de la oposición política a la dictadura de Pinochet. Su padre fue detenido por el régimen militar y falleció en prisión. Ella tuvo que huir con su madre a Australia para, posteriormente, vivir refugiada en la República Democrática alemana (RDA). En 1979 regresó a Chile y se sumó a movimientos contrarios a Pinochet.
Imagen: OFF/AFP/Getty Images
De activista a ministra
Licenciada en Medicina, Bachelet se embarcó en política y se dedicó durante años a temas de salud. Al final se sumó a la campaña electoral con el entonces candidato Ricardo Lago, que salió elegido finalmente como presidente de Chile a principios del año 2000. En marzo de ese año, Bachelet asumió el cargo como ministra de Salud.
Imagen: AP
Toda una precursora
En 2002, Michelle Bachelet pasó a ser ministra de Defensa. Su nombramiento fue toda una novedad en Chile, ya que era la primera de las filas socialistas en ocupar este cargo después el golpe de Estado. Además, el cargo implicaba comandar a las Fuerzas Armadas, cuya represión sufrió en su juventud. También se convirtió en la primera mujer en ocupar la cartera de Defensa en Latinoamérica.
Imagen: AP
Primera presidenta de Chile
Tras dejar su cargo como ministra, se dedicó plenamente a su campaña electoral y, en 2005, se presentó como candidata por la Concertación para el Palacio de la Moneda. Su posterior victoria la convirtió en la primera mujer presidenta de Chile.
Imagen: AP
ONU Mujeres
El 14 de septiembre de 2010, Michelle Bachelet saltó al escenario internacional cuando fue nombrada por entonces el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, como primera directora de la Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer, también conocida como ONU Mujeres.
Imagen: picture-alliance/dpa
"Yo quiero Chile"
Tras su etapa en ONU Mujeres, volvió de nuevo a Chile para presentarse de nuevo como candidata por el pacto Nueva Mayoría, heredero de la Concertación. Bajo el lema “Yo quiero Chile”, presentó un programa de reformas en el que incluía temas como acceso gratuito a la educación y cambios en la Constitución.
Imagen: picture-alliance/AP Photo
Por segunda vez
Finalmente, Michelle Bachelet consiguió la reelección y fue proclamada presidenta por segunda vez en 2014. Con un programa de Gobierno enfocado en reformas fiscales, educativas y constitucionales, Bachelet consiguió cambios muy significativos para Chile. Al final, su popularidad cayó y se vio enturbiada, entre otras cosas, por un escándalo de corrupción de su nuera, que salpicó a su hijo.
Imagen: AFP/Getty Images/P. Vera Lisperguer
Icono internacional
Fuera de Chile, Michelle Bachelet siempre supo mantener activa sus imagen internacional durante toda su carrera. En 2017 apareció como la cuarta mujer más poderosa del mundo según el ranking de la revista Forbes. En la foto, con el entonces presidente alemán Joachim Gauck.
Imagen: Getty Images/AFP/C. Reyes
Segunda vuelta para Piñera
Tras las la segunda vuelta de las elecciones de 2017, Sebastián Piñera volvió a ganar las elecciones con la coalición Chile Vamos. El 11 de marzo de 2018, Bachelet hizo entrega de la banda presidencial por segunda vez a este empresario chileno, considerado la tercera persona más rica del país.
Imagen: Reuters/I. Alvarado
Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos
A los pocos meses de haber dejado el cargo presidencial, Michelle Bachelet fue nominada para liderar el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, relevando en el puesto al jordano Zeid Ra´Ad al Hussein.