Balance de la era Aznar
10 de marzo de 2004"Me voy con la conciencia tranquila y la satisfactoria sensación de dejar al país en mejor situación que la que encontré cuando asumí el gobierno", señala José María Aznar. Los datos económicos parecen darle razón al saliente presidente del gobierno español, al tiempo que incrementan las posibilidades de triunfo del Partido Popular (PP). España exhibe actualmente un presupuesto equilibrado y un respetable crecimiento económico. Además, la tasa de desempleo se redujo de un 20 a un 11% durante sus 8 años de gestión. Claro que también esta medalla tiene dos caras. La mayoría de los puestos laborales que se han creado consisten en trabajos con contratos temporales, en ocasiones por períodos muy breves.
Contradicciones sin castigo
Sin embargo, la oposición socialista no consiguió en las elecciones pasadas poner en primer plano las carencias de la gestión de Aznar. Hace 4 años el Partido Popular conquistó incluso la mayoría absoluta. Pero ese precedente no asusta al actual líder del Partido Socialista (PSOE), José Luis Zapatero, quien destaca que "éste fue un período legislativo de grandes errores, de graves problemas irresueltos y de retroceso democrático." Según Zapatero, "el peor error del PP consistió en que tomó su mayoría absoluta como un cheque en blanco, para gobernar en contra de las opiniones y deseos de la mayoría de la población."
En efecto, la política de Aznar se vio en dos oportunidades en crasa contradicción con la postura mayoritaria de los españoles: cuando el gobierno no supo manejar adecuadamente la crisis producida por el derrame de petróleo en Galicia e intentó ocultar las dimensiones de la catástrofe, y cuando siguió irrestrictamente a Estados Unidos en la guerra contra Irak. Aún así, el PP no sufrió un voto de castigo en las elecciones regionales y comunales del año pasado. En vista de ello, tampoco se espera que se produzca tal fenómeno en los comicios legislativos del 14 de marzo.
El factor internacional
El respaldo de Aznar a la guerra contra Irak no sólo obedeció a su postura intransigente frente al terrorismo sino también, de seguro, a su voluntad de dar a España mayor figuración en el plano de la política internacional. Más de una vez reunió a diferentes aliados europeos para enviar sendas cartas de solidaridad a Washington, o apoyar el pacto europeo de estabilidad monetaria. Pero muchos dudan de que la mayor presencia de Madrid en el escenario mundial hay conllevado también un aumento de influencia. Zapatero, al menos, lo niega tajantemente.
Los socialistas ofrecen pues, para estos comicios, una alternativa clara en materia de política exterior. Incluso anuncian el propósito de retirar a las tropas españolas de Irak si hasta el 30m de junio no hay un mandato de la ONU que las ampare. EL Partido Popular, en cambio, se mantiene cauteloso en este punto. Su candidato a la jefatura de gobierno, Mariano Rajoy, en todo caso, se muestra conciliador y ofrece menos flancos de ataque que su a menudo testarudo mentor. De todos modos, las encuestas indican que los asuntos de política exterior sólo influyen en la votación de un 42% del electorado español. Y esas no son buenas noticias para el PSOE.