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Balance de la Jornada Mundial de la Juventud

Luna Bolívar21 de agosto de 2005

La vigésima Jornada Mundial de la Juventud llega a su fin y ahora toca hacer balance. Cuántos peregrinos, cuánto dinero y cuántos problemas: son las últimas y definitivas cifras de lo que fue un gran evento.

Los peregrinos provocaron un colapso en el transporte público.Imagen: dpa

“Las Jornadas son un acto de Dios, así que suya era la responsabilidad de lo que aquí pasara. Por eso me dediqué a disfrutar y no me preocupé por nada”, aseguró el cardenal Meinser, obispo de Colonia, “Ahora que los nervios han pasado, ¿qué voy a hacer con tanto tiempo libre?”, bromeó.

Y es que el ambiente era distendido y se prestaba al chiste. Todo ha salido más o menos bien y los jóvenes han respondido por encima de las expectativas. La vigésima Jornada Mundial de la Juventud tiene final feliz.

1,1 millones de peregrinos

Ha sido el secreto mejor guardado de estas Jornadas: ¿a cuántos jóvenes ha conseguido movilizar realmente la Iglesia? El objetivo eran 800.000, cifra que adquirió carácter oficial a pesar de que a comienzos de las Jornadas sólo se habían inscrito la mitad, unos 400.000 peregrinos. Pero la organización era optimista y contaba con los tardíos que aparecen en el último momento.

Al final, Matthias Koop, portavoz de las Jornadas, no puede ocultar la sonrrisa que le cruza la cara de lado a lado cuando dice: “según el recuento de la policía, más de un millón de jóvenes acudieron a la misa en el Campo de María”.

Y otra cifra para el orgullo: los jóvenes alemanes superaron en número a los siempre masivos italianos, y se convirtieron en la nacionalidad con más representantes. Entre los hispanohablantes, los primeros de la lista son los españoles, con 50.000 peregrinos.

Problemas

27.000 voluntarios sacaron la celebración adelante. El Papa les ha agradecido particularmente el esfuerzo, y eso es todo lo que recibirán por su trabajo. Aunque la jornada se fue alargando de cuatro a ocho horas y los turnos de noche cada vez eran más, a ellos les basta y les sobra con el “Dankeschön” de Benedicto. Al fin y al cabo, no todos los días un Papa le da a uno las gracias.

Sin emabargo, en muchas ocasiones el caos reinante hizo que los voluntarios tuvieran que hacerse cargo de situaciones que superaban sus capacidades. Hubo voluntarios que tuvieron que echar una mano en las cadenas humanas que formaron las fuerzas de seguridad para crear pasillos de emergencia en Marienfeld. Aún así, Heiner Koch, encargado de la labor organizativa durante las Jornadas, aseguró que “ningún voluntario se encargó de labores de seguridad. Para ello teníamos a la policía y las restantes fuerzas de seguridad del Estado”.

Koch lamentó, como la cara oscura del evento, los problemas de tráfico para acceder, y sobre todo regresar, de Marienfeld. “A estas horas nos consta que aún hay jóvenes intentando llegar a Colonia. Esperemos que alcancen sanos y salvos su destino”, dijo Koch.

Pero el resultado global ha sido bastante positivo y la organización está satisfecha. “Ha sido un caos simpático”, describió Meisner.

Buenos chicos

Han trabajado sin cobrar. Han visto como la comida se reducía día a día y casi todos han pasado algún que otro día sin probar bocado. No estaban preparados para el frío veraniego de Colonia, y han tiritado con gusto sin que los organizadores pudieran hacer nada por evitarlo. Han dormido a la intemperie sobre un suelo húmedo y fangoso, protegidos sólo por plásticos. El sol sólo salió para recibir a Benedicto. Pero peregrinos y voluntarios no se quejan: saben que Dios está en todas partes, y que lo oye todo.

“Nos consta que en el tema comida hubo problemas, sobre todo los primeros días. Pero nuestra respuesta fue siempre que donde faltara algo se dijese para poder buscar rápidamente una solución”, comentó Koch.

Sin lugar a dudas, los jóvenes de la Iglesia son buenos chicos. Hasta la “KVB”, la empresa de transporte público de Colonia, acostumbrada a lidiar con furiosos viajeros a causa de retrasos y demás desajustes, está encantada. Esta mañana se podía escuchar por la megafonía del metro: “Queridos peregrinos: ustedes son los mejores pasajeros que hemos tenido nunca. Muchas gracias por su extraordinario comportamiento”.

Lo que viene, se va

Mientras algunos continuarán la fiesta en el Campo de María (Marienfeld), hasta bien entrada la madrugada, la mayoría de los peregrinos emprenden ya el camino de regreso. Una caravana de jóvenes abandonaba el recinto tras la misa de esta mañana, y autobuses cargados de chicos salen ininterrumpidamente de la ciudad, que poco a poco recobra la normalidad.

También el Papa se subía a las siete y cuarto de esta tarde a un avión de la compañía alemana Lufthansa con destino Roma. En el aeropuerto de Colonia y Bonn, Benedicto XVI pronunció su último discurso en estas Jornadas. El Papa volvió a dar las gracias y expresó un deseo que sin duda le pesa en el alma: “espero que este evento religioso quede grabado en la vida de los católicos alemanes y que motive un renacer apostólico en este país”, dijo Benedicto. Y sabe muy bien de lo que habla: la Iglesia alemana pierde fieles por día.

El Papa ya ha anunciado que estará en Sydney en 2008. Más curtido en el cargo y seguramente más seguro de sí mismo. Pero difícilmente podrán los australianos llegar a Benedicto como lo han hecho sus compatriotas: “Amo Colonia”, le dijo el Papa al alcalde de Colonia Fritz Schramma, al despedirse en el aeropuerto.

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