Bangladesh y Birmania repatriarán a 700.000 rohinyás
30 de octubre de 2018
La repatriación de los más de 700.000 refugiados de la minoría rohinyá que huyeron de la violencia en Birmania (Myanmar) a Bangladesh en agosto del año pasado comenzará a mediados de noviembre.
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Así lo anunciaron este martes (30.10.2018) las autoridades de ambos países tras un acuerdo. "Esperamos que el inicio de la repatriación comience a mediados de noviembre. Ese será el primer grupo", afirmó en una rueda de prensa en Dacca el secretario de Asuntos Exteriores de Bangladesh, Shahidul Haque, al término de una reunión con las autoridades birmanas en el Grupo de Trabajo conjunto para la Repatriación de los rohinyás.
El anuncio llega casi un año después de que ambos países firmaran el 23 de noviembre de 2017 un acuerdo para el regreso de los miembros de esa comunidad musulmana, que llegaron desde el 25 de agosto a Bangladesh huyendo de una violencia que según expertos de la ONU podría constituir un "genocidio intencional".
Haque dijo que funcionarios bangladesíes y birmanos visitarán mañana Cox's Bazar, donde se concentran la mayor parte de los refugiados, para "intentar alentar" a los rohinyás a "volver de forma segura".
"La vuelta siempre es compleja, un proceso difícil. Pero si todo el mundo tiene voluntad política, es posible llevar esto a un final fructífero. Hoy, tenemos la impresión de que ambas partes disponen de una fuerte voluntad política", sintetizó el secretario de Exteriores.
El pasado septiembre, las autoridades bangladesíes llamaron a la comunidad internacional a presionar a Birmania para abordar la raíz del problema y proteger los derechos básicos de los rohinyás.
Por el momento, está activo un proceso de verificación de los refugiados para confirmar que son elegibles para la repatriación, pero hasta el 8 de octubre solo se ha comprobado la identidad de algo más de 16.000 personas, según el último informe del Grupo de Coordinación Intersectorial de la ONU.
Por su parte, el viceministro de Exteriores birmano, Myint Thu, aseguró que las autoridades de su país han puesto en marcha medidas para que los refugiados tengan un retorno seguro al estado de Rakáin, donde se concentra la población rohinyá y donde el Ejército lanzó en agosto de 2017 una campaña contra ellos.
Thu defendió, sin mencionar directamente durante su intervención la palabra rohinyá, que Birmania ha desarrollado programas para "concienciar sobre la repatriación entre los retornados" y puesto en marcha políticas públicas "que incluyen al personal de la Policía junto con las comunidades locales para mantener y promover la ley y el orden".
La relatora de la ONU para los derechos humanos en Birmania, Yanghee Lee, había advertido el pasado julio en Dacca de que la repatriación de los más de 700.000 rohinyás se demorará, ya que no se dan las condiciones propicias para el retorno.
Además, un mes después, expertos de la ONU señalaron que hay evidencias de "genocidio intencional" y crímenes contra la humanidad "perpetrados a gran escala" en relación a la campaña contra los rohinyás.
El Gobierno birmano rechazó de manera rotunda el informe.
CP (efe, afp)
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No hay niñez para los rohinyás en Cox's Bazar
Tiene 12 años. Aun así, el rohinyá refugiado Nur Hafes cuida a su familia. Durante la huida desde Myanmar hacia Bangladesh su papá se fue. Ahora su mamá está sola con él y sus hermanos.
Imagen: Reuters/A. Abidi
El sostén de la familia
Nur Hafes, de 12 años, busca personas en el campo de refugiados de Palong Khali que quieran darle un poco de dinero si los protege con su paraguas del penetrante sol. Da una mirada hacia los sacerdotes musulmanes, quienes a veces distribuyen las donaciones que han recolectado en sus comunidades. Él todavía no es un adulto y, sin embargo, debe cuidar a una familia de nueve.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Un euro al día es un buen día
“A veces hago 50 o 100 takas, a veces llego a casa con las manos vacías”, dice Nur. Un taka es equivalente a un centavo de euro. Por 50 takas se compran alrededor de 250 gramos de chiles verdes en los mercados de los campos . Un pollo cuesta alrededor de 150 takas.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sola con ocho hijos
Nur es el mayor de ocho hermanos. Cuando el ejército llegó a la aldea de los abuelos, el padre de Nur huyó sin la familia. No lo han visto desde entonces. La huida a Bangladesh cerca de la ciudad de Cox's Bazar ha dejado a la madre Rabia sola con los niños. Los ancianos hacen todo lo posible para ayudar a Rabia a mantener a flote a la familia en el campo de refugiados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"El ejército incendió casas"
Hace dos meses, Rabia y los niños fueron expulsados de su pueblo natal en la provincia de Rakáin, Myanmar. "El ejército incendió casas donde todavía había gente", recuerda la madre de 33 años. "He visto tanta gente con heridas de bala". La familia huyó a casa de sus abuelos, pero solo un día después llegaron los soldados.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Dependientes de la ayuda humanitaria
Como la mayoría en el campo de refugiados cerca de Cox's Bazar, Nur y su familia dependen de la ayuda humanitaria. Desde su casa solo pudieron llevar la ropa que tenían puesta, documentos de identidad, un par de fotos y una manta para protegerse de la lluvia. Como cabeza masculina de la familia, Nur acostumbra estar al frente ante las organizaciones de ayuda.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Sobreprecio en los campos de refugiados
Por lo general, solo se distribuyen alimentos básicos a los refugiados (aceite, lentejas, cebollas) y a menudo no lo suficiente. Es por eso que los campos de Cox's Bazar tienen una gran cantidad de comerciantes que, por ejemplo, venden chiles verdes o nueces, como también anticonceptivos y cigarrillos. La mayoría de los productos cuestan más que en los mercados de las ciudades vecinas.
Imagen: Reuters/H. McKay
Nur ya trabajaba en Myanmar
Antes de huir de Myanmar, Nur vendía productos que su padre compraba al por mayor. Como apátridas, los rohinyás tenían poco acceso al sistema educativo antes de que el conflicto estallara y eran discriminados en el mercado laboral.
Imagen: Reuters/A. Abidi
Los más jóvenes están desnutridos
A pesar de sus esfuerzos y la ayuda humanitaria, a la familia de Nur a menudo le falta lo más esencial. Los dos hijos más pequeños de Rabia, Fátima, de un año y medio (en la foto) y Mohammed, de ocho meses, sufren de desnutrición, al igual que muchos de los niños en los campos. Se estima que el 60 % de los refugiados rohinyá son menores de edad. Muchos sufren de enfermedades como diarrea.
Imagen: Reuters/A. Abidi
"Ya no se comporta como un niño"
"Es joven, pero entiende que tiene una responsabilidad. Ya no se comporta como un niño", dice Rabia sobre Nur. Sus deseos para su futuro son sencillos: espera que pueda montar un negocio como comerciante en Bangladesh. Pero a veces él sueña con otra vida, una educación adecuada, tiempo para jugar fútbol con amigos, y así poder ser un niño.