Barack Obama trata de insuflar optimismo en tiempos de crisis
25 de febrero de 2009Y aún así, el discurso del presidente ante el Congreso de Estados Unidos se esperaba con gran expectación. Todos querían saber qué diría sobre la crisis financiera y Obama no decepcionó: la economía y sus problemas ocuparon el centro de su más de una hora de alocución.
Obama, “el eterno optimista”
“No necesitáis escuchar otro listado de estadísticas para saber que nuestra economía se encuentra en crisis: vosotros la vivís cada día”, dijo Barack Obama ante los diputados, y seguramente no se dirigía a ellos sino más bien al pueblo estadounidense. Su intervención no estaba organizada para hablar oficialmente sobre el “estado de la nación” pero, en la práctica, el discurso de Obama se acercó más a uno de esos tradicionales exámenes de la situación de las cosas que a la clásica disertación para políticos.
Y la situación es la que es, y las cosas están como están. Poco hay que se pueda maquillar cuando el mundo se enfrenta a la que quizás sea la peor recesión desde 1929; cuando el dinero del contribuyente fluye sin cesar para salvar bancos y empresas clave al borde de la bancarrota (sólo Estados Unidos destinarán casi 800.000 millones de dólares a dicha tarea y éste paquete de ayudas es ya el segundo); cuando la demanda internacional cae y la Organización Mundial del Trabajo pronostica que la crisis dejará a unos 50 millones de personas sin trabajo en todo el mundo.
Sin embargo, Barack Obama es el rey del “¡yes, we can!”. Este presidente encarna el optimismo que tanto necesitan los estadounidenses para enfrentarse al día a día: el sueño americano, en el que todo es posible y del peor agujero se puede salir si uno se esfuerza lo suficiente en la escalada. Y optimismo es lo que Obama quería transmitir a sus conciudadanos desde el púlpito del Congreso, porque no sólo para el equilibrio de la psique colectiva es relevante este sentimiento, sino también para la marcha de los negocios.
“Aunque vivimos tiempos difíciles e inciertos, quiero que todos y cada uno de los americanos sepan esto: vamos a reconstruir [el país], vamos a recuperarnos y los Estados Unidos de América emergerán con más fuerza que nunca”, aseguró el presidente. Quien así habla frente al Congreso y en las pantallas de televisión de todo el país, opina el diario italiano La Repubblica, es “'el eterno optimista', como se define a sí mismo Barack Obama”.
“Cinco semanas después de su investidura”, continúa el citado periódico, “el nuevo presidente estadounidense ha intentado describir la situación económica de un modo sincero, realista (y por ello también devastador), pero al mismo tiempo prometiéndoles a sus compatriotas que verán días mejores”.
La amenaza del “eje del caos”
“En septiembre de 2001, Bush se vio sorprendido por los atentados terroristas en Nueva York y Washington. Su presidencia la marcaron la reacción a esta nueva amenaza y el modo en que hizo uso de la confianza adicional que los ciudadanos le habían otorgado […] La amenaza a la que se enfrenta ahora Obama tiene al menos el mismo poder destructivo”, opina el rotativo suizo Tages Anzieger y desgrana así el motivo por el que, como indica La Repubblica, “aparte de algunos rápidos cambios de rumbo en la política exterior y del desvío de tropas estadounidenses de Irak a Afganistán, el nuevo hombre ha concentrado [su discurso] en las cuestiones económicas”.
“Si [Obama] no quiere fracasar como le sucedió a su antecesor”, prosigue su comentario el Tages Anzieger, “tendrá que aplicar todo su capital político para ponerle freno a la industria financiera”. Pero no sólo eso: el nuevo presidente sabe que uno de los errores de Bush fue creer que la fuerza de Estados Unidos se bastaba ella sola para imponer soluciones a los problemas globales. “Para dar respuesta a esta crisis”, dijo Obama en la Cámara estadounidense, “trabajaremos conjuntamente con las naciones del G-20”.
Y ante tanto interés por la economía, el diario italiano Corriere della Sera llama la atención sobre los irresueltos problemas del mundo. “Hace siete años, el entonces presidente estadounidense George W. Bush […] advirtió del peligro que suponía el 'eje del mal' para la paz del planeta. Según Bush, este club tenía tres socios: Teherán, Bagdad y Pyongyang. La triste noticia para el sucesor de Bush, Barack Obama, es que se enfrenta a un eje más amplio y quizás más inquietante: un 'eje internacional del caos'”.
Al menos con nueve miembros contaría ese eje del desorden político: Irak, Afganistán, Gaza, Irán, Pakistán, Somalia, Sudán, Zimbawe y Congo, considera el Corriere della Sera, y añade: “el problema es que, como sucedió en los años 30, los países están demasiado preocupados por sí mismos y por la crisis financiera para concederle a las grandes dificultades en las que se encuentra el resto del mundo la atención necesaria”.