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¿Basta con 750 millones de euros para frenar a migrantes?

21 de febrero de 2017

Agadez, en Níger, se ha convertido en el epicentro de la migración hacia Europa. El Gobierno de Alemania y la UE invierten millones de euros para luchar contra este problema. ¿Será suficiente?

Imagen: DW/A. Kriesch

A Steffen Mueller le gustan los desafíos. "Me motivan", dice. Desde hace diez años se desempeña en la Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (Sociedad para la Cooperación Internacional, GIZ por sus siglas en alemán). Primero en la República Democrática del Congo, ahora en Níger. Gente como él debe trabajar para frenar la oleada migratoria con dirección a Europa. Para ello, trabaja en un  proyecto por 28,5 millones de euros, pagados por la UE y Alemania, que debe ayudar a las regiones de Agadez, Tahoua y Zinder.

Es solo uno de muchos planes. En 2016, la Unión Europea invirtió cerca de 750 millones de euros en Níger. El desafío migratorio debe ser abordado de mejor forma, una en la que las comunidades y autoridades locales, con ayuda del GIZ, determinen en qué consiste el reto. En los próximos tres o cuatro meses deben estudiar y analizar cómo funciona la economía migratoria, qué problemas la alimentan y qué alternativas se puede ofrecer a quienes trabajan en ella.

Como Afagagh, por ejemplo. Él transporta migrantes desde Agadez a Libia. Así gana dinero en una región donde las oportunidades laborales escasean. Pero ahora Afagagh se lamenta. El gobierno de Níger ha prohibido los "transportes irregulares de migrantes", supuestamente bajo presión de la UE. Si no acatan la orden, los traficantes y conductores de migrantes corren el riesgo de ser apresados, aunque para Afagagh la represión se ha concentrado en el lugar equivocado. "En los choferes y quienes reclutan a los migrantes. O sea, en los peces chicos, no en los jefes. Esos duermen tranquilos en Niamey y desde allá dan las órdenes", dice él.

Las fuerzas de seguridad muchas veces hacen la vista gorda ante las redes de tráfico de personas.Imagen: DW/A. Kriesch

Oferta y demanda

Traficantes como Afagagh aseguran que ellos solo cumplen con un servicio basado en los deseos de sus clientes, los migrantes. O sea, llevarlos de Níger a Libia. La prohibición adoptada por el gobierno tendrá consecuencias, afirma: el precio por el traslado se duplicará y los contrabandistas tomarán rutas más largas y peligrosas por el desierto. Lo que a ellos les preocupa, lo muestra como un éxito Federica Mogherini, la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores. La autoridad quiere demostrar que el millonario gasto ha tenido resultados concretos. En diciembre de 2016, la diplomática aseguró que "el número de inmigrantes que llegan desde Níger es de 1.500. Hace algunos meses, antes de que se intensificaran nuestras acciones en ese país, eran 70 mil”.

Giuseppe Loprete, como jefe en Níger de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), conoce esas cifras, y confirma que efectivamente el número de migrantes ha disminuido en los cruces fronterizos donde hay presencia de organizaciones internacionales. Lo que no puede asegurar tajantemente es que en medio del desierto también haya bajado la cantidad de migrantes transportados. ¿No será que los contrabandistas están abriendo nuevas rutas? Loprete dice que sí. "Debido a las medidas adoptadas por el gobierno, los traficante evitan determinadas rutas. Bastan un par de kilómetros y ya. Es desierto, no hay carreteras".

El negocio sigue adelante, y bien lubricado. Incluso literalmente, porque policías y militares suelen hacer la vista gorda ante el problema gracias a jugosos sobornos. Por ello, tanto el gobierno alemán como la UE buscan preparar a las fuerzas de seguridad en Níger. Estas deben aprender a proteger efectivamente las fronteras y respetar los derechos humanos. Para ello se les entregan equipos modernos y un staff de 80 expertos internacionales, que al momento cuentan con un presupuesto de 26,3 millones de euros.

El turismo era la base de la economía de Agadez. Acá, la gran mezquita de la ciudad.Imagen: picture-alliance/Tuul/Robert Harding

¿Efectos inmediatos?

Con los millones de euros que inyecta la UE se apoyan numerosas iniciativas. De educación, seguridad alimentaria, infraestructura, desarrollo, buen gobierno, seguridad fronteriza, lucha contra el tráfico de personas, entre otros. Raul Mateus Paula es el embajador de la UE en Níger desde hace seis años. Él hace la diferencia entre el "clásico trabajo de desarrollo conjunto" y los proyectos que se crearon para combatir las necesidades urgentes de Agadez.  A su juicio, estos últimos "son para los próximos 18 meses, es decir deberían tener efectos rápidos".

Pero ello no se ve en Agadez. En la ciudad muchas personas han oído que la UE está enviando recursos, pero no se ve dónde los están aplicando. "Esto es normal, la gente no los ha visto porque están recién comenzando", dice Mateus Paula. Eso también se aplica para las iniciativas del gobierno alemán, que quiere invertir este año en Agadez  2 millones de euros en generar empleos, 1,5 millones de euros en mejorar la clasificación de residuos y 2 millones de euros en seguridad alimentaria. Son algunos ejemplos de un paquete global de 60 millones de euros que Alemania tiene preparado para los próximos tres años. Ahora hay que ver si los traficantes están dispuestos a cambiar sus actuales empleos por los que puedan ofrecer estos proyectos.

Promesas incumplidas

Contrabandistas como Afagagh suben a una camioneta a unas 25 personas para llevarlas a Libia. Con eso ganan hasta 5 mil euros. ¿Qué alternativa real les ofrecen estos proyectos europeos y alemanes? La pregunta la responde Boutali Tchiwerin, quien participa en el Comité de Paz de Agadez. "Abre ofertas, pero no convencerán a personas que han ganado 1.500 euros a la semana transportando migrantes. No querrán recoger plástico o participar en campañas informativas, esa es la realidad".

Tchiwerin y el Comité de Paz juegan un rol importante en esta región. Entre los noventa y comienzos del nuevo milenio hubo dos rebeliones contra el gobierno de Niamey. Los tuareg, que son la etnia mayoritaria de la región, se sintieron abandonados y se alzaron en armas. Hasta entonces, Agadez vivía del turismo. Los combates destruyeron esa economía. Boutali Tchiwerin pertenecía a los rebeldes y negoció el fin de la insurgencia. El gobierno prometió generar empleos a cambio de que los insurgentes depusieran las armas. Las balas callaron, pero de los empleos nunca más se supo.

Como sea, hasta ahora puede verse en Agadez que la prohibición del transporte de inmigrantes, las detenciones y los controles han generado mucha controversia. Muchos se preguntan de qué van a vivir. Los proyectos que deben responder esa pregunta están en fase de planificación. Por lo pronto, el transporte de inmigrantes continúa, por otras rutas, oculto, más caro y más peligroso para quienes emprenden la odisea. Y Agadez espera para ver si la ayuda prometida por Alemania y Europa se convierte de verdad en alternativas concretas para la economía local.

Autor: Jens Borchers

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