1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

"Basura" en una cueva resultó ser tesoro de cultura perdida

27 de mayo de 2025

Catorce objetos con símbolos de Venus y Quetzalcóatl permanecieron ocultos en cámara subterránea en México hasta que exploradores cruzaron un pasaje inundado en 2023.

Los arqueólogos confirmaron que las estalagmitas fueron modificadas intencionalmente en época prehispánica para crear formas esféricas con connotaciones rituales.
Los arqueólogos confirmaron que las estalagmitas fueron modificadas intencionalmente en época prehispánica para crear formas esféricas con connotaciones rituales.Imagen: Katiya Pavlova (INAH)

Cuando la espeleóloga rusa Yekaterina Katiya Pavlova asomó la cabeza por la estrecha grieta en la cueva de Tlayócoc, en las montañas del estado de Guerrero, su primera reacción fue de desconcierto. Lo que distinguió entre las sombras le pareció, en un primer momento, basura abandonada por algún visitante descuidado. 

Sin embargo, al examinar con mayor detenimiento, comprendió que se encontraba ante algo extraordinario: un hallazgo arqueológico excepcional que había permanecido intacto durante al menos cinco siglos. Se trataba de un conjunto de 14 objetos rituales vinculados con ceremonias de fertilidad del extinto pueblo tlacotepehu, dispuestos cuidadosamente sobre estalagmitas, según informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH).

El descubrimiento arqueológico en la cueva de Tlayócoc

El descubrimiento se produjo en septiembre de 2023, durante una exploración conjunta de Pavlova y el guía local Adrián Beltrán Dimas en esta caverna ubicada a 2.387 metros sobre el nivel del mar, en las proximidades de la comunidad de Carrizal de Bravo.

La cueva de Tlayócoc –cuyo nombre en náhuatl significa "cueva de los tejones", según informa el INAH– es conocida localmente como fuente de agua y guano de murciélago. Durante siglos había permanecido prácticamente intacta, posiblemente protegida por las creencias populares sobre los "malos aires" que, según la tradición, podrían estar en su interior.

Los brazaletes de concha presentan intrincados grabados antropomorfos con rostros de perfil que podrían representar deidades prehispánicas. Foto: CINAH Guerrero.Imagen: Miguel Pérez (INAH)

Hallazgo de objetos prehispánicos

La travesía hacia el descubrimiento no fue sencilla. Después de avanzar unos 150 metros dentro de la cueva, los exploradores encontraron un pasaje sumergido con apenas 15 centímetros entre el agua y el techo. 

"Me asomé y parecía que la cueva continuaba. Había que contener la respiración y sumergirse un poco para pasar. Adrián tenía miedo, pero el agua era lo suficientemente profunda y yo crucé primero para demostrarle que no era tan difícil", relató la espeleóloga, según el comunicado del INAH.

Al internarse en una cámara más amplia, los exploradores encontraron dos estalagmitas retocadas a mano –con un acabado esférico– y sobre ellas, tres brazaletes de concha cuidadosamente colocados.

La comunidad de Carrizal de Bravo, ubicada en el municipio de Leonardo Bravo, está rodeada de densos bosques de pino y encino. Foto: CINAH Guerrero.Imagen: Guillermina Valente (INAH)

Los exploradores contactaron inmediatamente con las autoridades locales, que a su vez notificaron al INAH. En marzo de 2025, un equipo de arqueólogos del Centro INAH Guerrero se trasladó a la remota localidad para documentar y estudiar el hallazgo.

El inventario final resultó impresionante: entre los objetos recuperados destacan, además de los tres brazaletes de concha completos con intrincados grabados antropomorfos, un fragmento de brazalete, una concha de caracol gigante de la especie Strombus con decoraciones, ocho discos de piedra negra similares a espejos de pirita (dos completos y seis fragmentados), y un trozo de madera carbonizada de 3,2 centímetros, según el inventario del INAH.

Rituales de fertilidad y simbolismo tlacotepehua

Los brazaletes presentan símbolos fascinantes, incluyendo motivos xonecuilli (en forma de 'S') asociados con el planeta Venus y la medición del tiempo, así como posibles representaciones del dios Quetzalcóatl. "Posiblemente los símbolos y las representaciones de personajes en los brazaletes están relacionados con la cosmogonía prehispánica tocante a la creación y la fertilidad", explicó el arqueólogo del Centro INAH Guerrero, Cuauhtémoc Reyes Álvarez.

Los hallazgos corresponden a 14 objetos prehispánicos, entre ellos brazaletes de concha y discos de piedra negra, ya registrados en las bases de datos del INAH.Imagen: Miguel Pérez (INAH)

Lo más intrigante es la disposición de los objetos: los brazaletes habían sido colocados intencionalmente sobre las estalagmitas que fueron modificadas para darles una forma más esférica y, según los arqueólogos, con "connotaciones fálicas". Esta configuración sugiere así que la cueva fue escenario de rituales de fertilidad, coherente con la concepción mesoamericana de las cuevas como espacios sagrados, puertas al inframundo y úteros de la Tierra.

Los arqueólogos fecharon los artefactos en el periodo Postclásico, entre 950 y 1521 d.C., y los atribuyen a los tlacotepehuas, una cultura prácticamente desconocida que habitó la región. Este pueblo, rama de los tepuztecas, se dedicaba al trabajo de metales y estableció su capital en Tlacotepec, municipio que aún existe.

Los tlacotepehuas se extinguieron completamente durante los primeros años de la época virreinal. Los españoles tuvieron que repoblar la región trayendo grupos nahuas de Tlatelolco y Xochimilco, y posteriormente más gente para la extracción de oro y plata.

Conservación arqueológica y patrimonio cultural de Guerrero

En cuanto al excepcional estado de conservación de los artefactos, se debe al entorno estable de la cueva. " Es muy probable que, por encontrarse en un contexto cerrado donde la humedad es bastante estable, los objetos lograran conservarse durante tantos siglos", señaló en el comunicado el arqueólogo del INAH Miguel Pérez Negrete.

La espeleóloga Yekaterina Katiya Pavlova proporcionó al INAH el registro fotográfico que realizó de los objetos in situ para fines de investigación y divulgación.Imagen: Katiya Pavlova (INAH)

Según el estudio cartográfico de Pavlova, la cueva tiene una longitud total de 251.86 metros y se formó por la disolución de piedra caliza, un proceso que ocurre a un ritmo aproximado de 0.1 milímetros por año. Esto significa que hace mil años, cuando los objetos fueron depositados, la cueva era apenas 20 centímetros más pequeña en diámetro.

El descubrimiento no solo tiene valor arqueológico sino también comunitario. Las autoridades del INAH han iniciado una campaña de sensibilización en Carrizal de Bravo para promover la preservación del patrimonio cultural. Los habitantes de esta comunidad nahua, descendientes de los "chiveros" que se asentaron en la región en el siglo XIX, ahora custodian estos tesoros que conectan su presente con un pasado prehispánico del que sabemos muy poco.

Los 14 objetos, ya registrados en las bases de datos institucionales del INAH, permanecen bajo custodia de las autoridades comunitarias mientras se planifica un estudio detallado sobre su estado de conservación.

Editado por Felipe Espinosa Wang con información del INAH, Live Science y Heritage Daily.

Ir a la siguiente sección Descubra más