Las acciones de Bayer cayeron por momentos más de un 8 por ciento, tras conocerse su intención de adquirir Monsanto. No fue la única reacción negativa que provocó el proyecto en Alemania.
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El timing no podía haber sido peor desde del punto de vista de la imagen. El mismo día en que se discutía en la Unión Europea sobre el uso del glifosato, se supo que Bayer se propone adquirir Monsanto, asociado estrechamente a ese herbicida sobre el que pende la sospecha de tener efectos cancerígenos. Por si fuera poco, el mismo día se informó también que Bayer se desprende del negocio de productos para el pasatiempo de la jardinería. Fue demasiado para el corazón ecologista que late en buena parte de la ciudadanía alemana.
“Personificación del mal”
De concretarse el plan, Bayer se vería catapultado a la cúspide del sector agroquímico. Pero no se trata de un negocio cualquiera. Pesticidas y semillas transgénicas son foco de polémica desde hace años y tienen muchos detractores en Alemania. Un estudio de la Agencia Federal para la Protección de la Naturaleza (BfN) dado a conocer fines de abril, indicó que el 76 por ciento de los encuestados considera importante que se prohíba el uso de plantas transgénicas en la agricultura.
“Monsanto es el consorcio que representa la personificación del mal en la agricultura industrializada”, hizo notar Dirk Zimmermann, experto de Greenpeace, quien advirtió que una excesiva concentración en el mercado se traduciría en una menor diversidad y mayores precios de las semillas.
Repercusión política
“La tecnología genética y los pesticidas no son el futuro, sino tecnologías de riesgo”, dijo por su parte el jefe de la bancada parlamentaria de Los Verdes, Anton Hofreiter, a la agencia dpa. La ex ministra alemana de Agricultura Renate Künast, también del partido ecologista, calificó la planeada adquisición de Monsanto por parte de Bayer de “señal equivocada para Alemania y para la protección del medio ambiente”.
La socialdemócrata Elvira Drobinski-Weiß comentó a Bloomberg que, con la adquisición, “Bayer se posiciona en el ámbito de la tecnología genética”, con lo cual éste se convertiría en un factor económico en Alemania, lo que consideró “muy problemático”.
Consideraciones económicas
“Con una fusión de ambas empresas, surgiría un gigante agroquímico que asumiría el dominio global en un mercado que de por sí ya es controlado por apenas un puñado de firmas”, opina a su vez el periódico Frankfurter Rundschau, advirtiendo del peligro de que aumente la dependencia de los campesinos, “especialmente en los países emergentes”. La conclusión a la que llega el editorialista es que “solo podrá haber una agricultura más sustentable y democrática si recibe una apoyo masivo del ámbito político”.
Pero no son las consideraciones ambientalistas o éticas las que hicieron desplomarse las acciones de Bayer al conocerse el proyecto de adquirir Monsanto, sino razones netamente económicas. Por muy atractivo que sea el mercado, los accionistas del consorcio químico alemán temen que la compra resulte simplemente demasiado cara. El valor de bolsa de Monsanto asciende a unos 42.000 millones de dólares. El de Bayer lo duplica, pero se estima que sería necesaria una ampliación de capital para concretar los planes. Además, la empresa de Leverkusen se vería privada de margen de maniobra para hacer otras inversiones durante los próximos años.
Monsanto en India: el algodón de la muerte
En lugar de aportarles más beneficios, a los campesinos indios el algodón transgénico les trae enfermedades y muerte. Un reportaje de la región Vidarbha, en el Estado de Maharashtra.
Imagen: Isabell Zipfel
200.000 suicidios
Una mujer india dio a conocer esta foto de su esposo, que se suicidó en su campo de algodón tomando pesticidas. Desde comienzos del siglo XXI cometieron suicidio más de 200.000 campesinos en ese país, según informan organizaciones no gubernamentales.
Imagen: Isabell Zipfel
Solas en el sembradío
Las mujeres cuyos esposos se suicidan tienen que sacar adelante a sus familias solas. La mayoría de ellas tienen que continuar con el duro trabajo en los campos de algodón. Otras cultivan granos de soja como alternativa. En India el algodón se cultiva en pequeños sembradíos en forma manual, sin maquinarias.
Imagen: Isabell Zipfel
Algodón transgénico
En más del 90 por ciento de los cultivos en India se siembra algodón transgénico BT. El grupo Monsanto colocó genes de la bacteria Bacillus thurinngiensis (BT) para aumentar la resistencia de las plantas contra insectos. Las semillas son caras, pero prometen obtener mayores ganancias y ahorros en pesticidas.
Imagen: Isabell Zipfel
Monsanto domina el mercado
India es un inmenso mercado para Monsanto. El poderoso grupo cultiva allí 12 millones de hectáreas de algodón. Además de las caras semillas BT, también vende el pesticida Roundup, en las cercanías de la ciudad Wardha. Las semillas BT son resistentes al Roundup.
Imagen: Isabell Zipfel
Sin protección contra pesticidas
Las semillas BT desplazaron casi totalmente a las especies autóctonas en la región de Vidarbha, donde también se usa el herbicida Roundup. Aunque los pesticidas son muy tóxicos, los agricultores los aplican sin máscaras de protección. En ningún otro cultivo se usa tanta cantidad de pesticida como en el del algodón.
Imagen: Isabell Zipfel
Poca resistencia a la sequía
El algodón crece en suelos pobres en nutrientes, pero necesita mucha humedad. Algunas variantes del algodón BT no soportan bien la sequía. En Vidarbha no hay regadíos artificiales. La mayoría de los cultivos dependen de las lluvias monzónicas.
Imagen: Isabell Zipfel
Pérdidas para los agricultores
Los agricultores indios deben comprar las semillas BT de Monsanto todos los años. A eso se suman los gastos para combatir las plagas. Si la cosecha es magra, los campesinos se endeudan a menudo para afrontar los costos. Vandana Shiva, ganadora del Premio Nobel Alternativo, dice que esa es la razón por la cual muchos trabajadores del campo se suicidan.
Imagen: Isabell Zipfel
Cosecha escasa
Muchos agricultores de la región de Vidarbha se quejan de los altos costos y los bajos beneficios por cosechas escasas desde que usan las semillas BT de Monsanto. Además, la situación se complica porque faltan sistemas de riego artificiales. Pero hay estudios que también afirman que, en otras regiones de India, los trabajadores mejoraron sus ganancias.
Imagen: Isabell Zipfel
Vivienda y depósito
La viuda de un campesino indio que se quitó la vida guarda parte de la cosecha en su vivienda. Es una de las cerca de diez millones de personas que cultivan allí algodón. Un cuarto de la producción mundial de esa planta proviene de India, que es el segundo mayor productor, después de China y EE. UU.
Imagen: Isabell Zipfel
Sin esperanza
En Waifan y otras aldeas de la región de Vidarbha, la esperanza de los agricultores de que su situación mejorase gracias al cultivo de algodón transgénico no se hizo realidad. Aún se están estudiando los motivos de los suicidios, que algunos investigadores atribuyen al empleo de las semillas BT de Monsanto.