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Bayern dice adiós a Guardiola con otra copa

Diego Zúñiga (CT)21 de mayo de 2016

En un partido donde se mostró claramente superior a Borussia Dortmund, el equipo bávaro derrotó en lanzamientos penales a los hombres de Thomas Tuchel.

Deutschland DFB Pokal Finale FC Bayern München - Borussia Dortmund
Imagen: Reuters/M. Dalder

“Los títulos son solo números”, dijo en una entrevista Pep Guardiola. Pero son números muy importantes. Al menos eso prueban las lágrimas que el catalán dejó caer una vez que se confirmó que Bayern Múnich era el justo ganador de la Copa de Alemania, que este sábado 21 de mayo disputó en un vibrante partido ante su mayor rival de los últimos años, el Borussia Dortmund, en el Estadio Olímpico de Berlín. No bastó con 90 minutos de buen fútbol. Hubo 30 adicionales por el empate sin goles. Y luego los lanzamientos penales. Emoción en su estado más puro.

El ambiente en la capital alemana estaba preparado desde temprano. Los miles de hinchas que llegaron desde distintos puntos del país para presenciar la esperada final entre los dos principales equipos locales estaban seguros de que no saldrían defraudados. Y no ocurrió. El partido, con numerosas acciones de gol, mucha fricción y los siempre necesarios momentos de tensión entre jugadores como Franck Ribéry y Gonzalo Castro, entregó todo lo que se espera de una final. Y acá había varios añadidos para los difíciles de convencer: era la despedida de Pep Guardiola; era la tercera final de Borussia Dortmund en la Pokal; era el último partido de Matt Hummels en los amarillos antes de irse precisamente donde los bávaros.

Ya al minuto 3 anunció Thomas Müller, con esa capacidad única de estar desaparecido buena parte del partido y, sin embargo, ser uno de los agentes ofensivos más destacables de su equipo. Repitió a los 21 y a los 64. Pero no nos adelantemos. Poco a poco el planteamiento táctico de Guardiola empezó a imponerse sobre el terreno de juego. Bayern dominó, aunque sin ahogar a los amarillos de Dortmund, que decidieron replegar sus líneas y apostar por alguna genialidad de Pierre Emerick Aubameyang o de Castro. O de Mkhitaryan. Pero eso nunca ocurrió. La ausencia de Ílkay Gündogan se notó.

Cansancio indisimulable

Claramente, se trató de un partido de dientes apretados. Ninguno de los dos equipos se vio cabalmente relajado sobre el campo berlinés. La reducción de los espacios, la marca redoblada en algunos casos, el juego trabado en el medio terreno, hacían imposible que se dibujara con claridad una idea de juego muy concreta. Sí, fue un partido desordenado, pero no caótico ni estéticamente desagradable. Digamos, para ejemplificar esto, que el primer disparo al arco de parte de Dortmund ocurrió en el minuto 43. Pero antes hubo otras ocasiones desperdiciadas por Aubameyang por un lado, y por Costa por el otro.

El segundo tiempo fue un poco distinto. Bayern salió a la cancha con otra disposición y Borussia Dortmund se vio obligado a ceder espacios, dejando a un solitario Aubameyang en ataque. A veces, sus intentos se diluían ante cuatro defensas. Pero Borussia no podía más y Bayern empezó a buscar a través de los centros la cabeza de Lewandowski o de Müller o de quien apareciera para intentar doblegar la fiera defensa planteada por Tuchel. Por momentos, Borussia defendía con ocho hombres dentro del área.

Thomas Müller anota gol durante la ronda final de penaltisImagen: Reuters/K. Pfaffenbach

En el minuto 70 Schmelzer se lesionó. Siete minutos más tarde Hummels no pudo más con los calambres. Y los renanos se vieron forzados a modificar su defensa y a perder dos cambios tácticos por dos cambios obligados. Imposible esperar otra cosa que un milagro en ataque. Y este casi llega en el minuto 84, cuando Aubameyang recibió un centro y se lo perdió solo frente a la portería de Manuel Neuer. Ahí pudo cambiar la historia. Pero el goleador, que casi nunca falla, falló. Entonces quedó claro que el partido se definiría en el alargue, porque ambos equipos empezaron a sufrir las consecuencias de una temporada larga, con tres torneos en el cuerpo y con el cansancio que, a estas alturas, era imposible de disimular.

Las últimas lágrimas

Por momentos, el alargue de media hora se convirtió en una tortura. Cada tanto se veía caer a los jugadores, víctimas todos de sus propios organismos colapsados. Los calambres pasaron factura y el nivel del juego decayó ostensiblemente. En el segundo tiempo de alargue fue evidente que los equipos capitulaban, sometidos a la dictadura del físico, y que definirían el partido en penales. Y así fue. En la lotería de los doce pasos, cualquiera podía ganar. Y ese cualquiera fue Bayern.

Aunque falló Kimmich, anotaron Vidal, Lewandowski, Müller y Douglas Costa. Por Dortmund erraron Sokratis y Bender. Suficiente para que Bayern se quedara con la DFB Pokal -que el año pasado ganó Wolfsburg precisamente a Borussia- y despedir a Guardiola con otro título. Quizás este triunfo no hará olvidar los fracasos de la Champions, pero sí para darle un sabor dulce a la partida del catalán, que podrá contarles a sus nietos que dirigió en Alemania y ganó las dos copas que podía llevarse a casa. Consciente de ello, Guardiola derramó lágrimas de alegría, las últimas como entrenador del Bayern Múnich. Las próximas serán dirigiendo a Manchester City.