Durante días pareció que el Gobierno de Netanyahu se rompería en pedazos. Israel incluso se preparaba para nuevas elecciones. Pero, de repente, pasó todo, se sorprende Peter Philip.
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Todo parecía seguro. Probablemente, el 17 de marzo de 2019 se iban a celebrar elecciones en Israel. Elecciones anticipadas, como otras tantas veces anteriormente. El motivo inmediato fue la renuncia del ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, el jefe del partido Israel Beitenu (Israel nuestra casa), compuesto por muchos inmigrantes rusos. Con ese paso, Lieberman protestaba porque un bombardeo masivo con cerca de 500 misiles en Gaza quedó sin respuesta por parte de Israel, y porque el primer ministro, Benjamín Netanyahu, aceptó un alto el fuego proclamado por la organización islamista Hamás en Gaza.
Jugando al póker
Netanyahu parecía tener problemas. Con la salida de Lieberman, la mayoría de su coalición de seis partidos se redujo a solo un voto de diferencia, con 61 de los 120 diputados. Por lo tanto, su superveniencia política estaba en grave peligro. Más aún, cuando el partido religioso-nacionalista "Ha Bayit Ha Yehudi” (el hogar judío), también amenazaba con retirarse si no se nombraba a su líder, Naftali Bennet, como ministro de Defensa.
De repente, se habló sobre nuevas elecciones porque no se podía esperar hasta el final regular de la legislatura en noviembre de 2019. Como fechas posibles, se discutió sobre enero, tal vez marzo o quizás después. La fecha no debería estar demasiado cerca de la cita para la investigación de Netanyahu por corrupción. Tampoco a mitad de mayo, porque en Tel-Aviv se celebrará el Festival de la canción de Eurovisión.
Netanyahu ya amenazó repetidamente en el pasado con nuevas elecciones, pero ahora esto no parecía encajar en su concepto. Estaba jugando al póker. Aseguró que cualquiera que amenazase con renunciar cavaría su propia tumba y él prevalecerá porque aguanta más. Él mismo asumió el cargo de ministro de Defensa, además del de Primer Ministro, ministro de Relaciones Exteriores y ministro de Salud. Incluso elogió a lo grande su supuesta experiencia en Defensa, aunque a ojos de sus críticos había demostrado precisamente lo contrario: es decir,había respondido con una tregua al masivo ataque de Hamás.
En busca de disciplina
Incluso los expertos en la política interior israelí habían comenzado a perderse. Nadie creyó los intentos de Netanyahu de aparecer como hombre de acuerdos y representante de una corriente moderada en el pasado. Ahora tampoco podía confirmarlo con hechos, sino solo con insinuaciones. Pronto se verán sus intensiones. Probablemente, aludirá a las recurrentes palabras que siempre vienen de la Casa Blanca, sobre que el presidente Trump tiene un plan para resolver el conflicto de Oriente Medio. Cualquiera que sea el plan, hay que asumir que no logrará llevar la paz a Oriente Medio. "Ni siquiera" entre israelíes y palestinos.
Sin embargo, la mera sugerencia de que "algo pasará” bastó para volver a encarrilar a los rebeldes de la coalición de Gobierno. Todos cedieron, y ni siquiera la oposición dijo nada. Si hubiese una amenaza seria y verdadera, el Gobierno podría contar con ellos. Pero, para eso, no era necesario celebrar nuevas elecciones. Así, la votación del Knesset sobre las elecciones programada para el miércoles quedó reducida repentinamente a una sesión rutinaria, cuyo resultado ya no será una sorpresa para nadie.
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Autor: Peter Phillip (jag/ers)
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