Berlín: miles marchan contra aumento de precio de alquileres
14 de abril de 2018
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Unas 13.000 personas marcharon este sábado (14.04.2018) por las calles de Berlín para protestar contra el aumento de alquileres en la capital germana.
La protesta, convocada por unas 254 iniciativas ciudadanas y organizaciones, reunió a mucha más gente que en años anteriores. En septiembre de 2016 y en abril de 2017 habían salido a la calle unos pocos centenares de inquilinos descontentos.
Manifestantes de todas las edades salieron a protestar portando pancartas con lemas como "Los inquilinos no son limones (para exprimir)" y demandaron un cambio radical en la política de vivienda de la ciudad-Estado, cuyos alquileres se han disparado en los últimos años.
La protesta también contó con el apoyo del alcalde Michael Müller. "Berlín ha agotado todos sus instrumentos legales. Ahora le toca el turno al Estado federal".
"Antes que nada necesitamos cambiar el derecho de arrendamiento", dijo la ministra de la Vivienda de Berlín, Katrin Lompscher, también en dirección al Gobierno nacional. La falta de vivienda es un problema creciente en Berlín. Las autoridades municipales tuvieron que dar alojamiento en 2016 a unas 30.000 personas sin hogar, casi el doble que el año anterior. Para este año calculan que la cifra subirá a unos 50.000. (dpa)
El cosmopolitismo berlinés de los años veinte
En los años veinte del siglo pasado, Berlín no sólo era el corazón de la República de Weimar, sino también la capital internacional del arte y el placer. Un nuevo libro celebra esa etapa de la ciudad alemana.
“Cae la noche sobre Berlín en los salvajes años veinte” es el título del libro de gran formato que la editorial alemana Taschen acaba de dedicarle a este período de la gran urbe alemana. Sus páginas exhiben las ilustraciones del aclamado diseñador Robert Nippoldt y los textos de Boris Pofalla.
Tras la devastadora Primera Guerra Mundial, los habitantes de Berlín estaban ávidos de divertirse de nuevo. El ocio y la diversión eran sus prioridades y la mejor hora para entregarse a ellas era la noche, bajo el anonimato propiciado por la penumbra.
Ya en esa época, los eventos deportivos atraían a mucha gente. Estrellas del boxeo como Max Schmeling convertían los estadios en imanes para multitudes. Las carreras de bicicletas en el palacio deportivo de la Potsdamer Strasse eran espectáculos que sólo se perdían aquellos que realmente no tenían ni un centavo en el bolsillo.
En el famoso Wintergarten, las luces bañaban a las estrellas del espectáculo más disímiles. “Está oscuro en el Wintergarten. Lo único que se ve es el resplandor de dos proyectores gigantescos. Y unas tres mil personas escuchan la voz de Claire Waldoff; con un repertorio de 300 canciones, la intérprete ha alcanzado el punto más alto de su fama”, cuenta Boris Pofalla en el libro.
Cuenta la leyenda que Berlín acogía sin prejuicios a personas que en otros lugares eran objeto de desdén y burla, que los gays, las lesbianas y las personas transgénero se sentían atraídas por el anonimato y la tolerancia de la gran ciudad. Se dice también que, debido a la gran demanda, unos 130.000 hombres y mujeres se dedicaban en cuerpo y alma al trabajo sexual.
La República de Weimar también es conocida por las tensiones sociales y políticas que la sacudían. Aquellos con vocación de oradores solían articular discursos para persuadir a la población de apoyar a este o a aquel partido o movimiento político. De alguna manera, sus dones los convertían en artistas seductores, en las calles y en los estadios.
Esas tensiones sociopolíticas dieron pie a sucesos importantes en los años treinta. Aunque ese período trasciende el foco del libro de Nippoldt y Pofalla, ambos le dedican algunas páginas a los hechos que propiciaron el ascenso de los nazis. Ninguna otra imagen podría ilustrar mejor el desastre por venir que el presidente Paul von Hindenburg estrechándole la mano al futuro dictador Adolf Hitler.
Una de las ilustraciones más dramáticas del libro está dedicada al incendio del Reichstag, el fuego que destruyó la sede del Parlamento alemán el 28 de febrero de 1933. La toma del poder por parte de Hitler no sólo fue una calamidad para Europa y el mundo, sino también para la cultura alemana. Numerosos artistas fueron arrestados, asesinados o expulsados del país.