"Estoy impresionada y emocionada", dice Debra Milke, ponente del VIII Congreso Mundial contra la Pena de Muerte, en Berlín. Condenada a muerte, la estadounidense estuvo recluida 22 años en una cárcel de Arizona a la espera de su ejecución. "Cuando estuve presa, no sabía que hay personas que luchan por abolir la pena de muerte", asegura la activista de 58 años. Hoy, Milke forma parte del movimiento global. 

Unos 125 países se dieron cita este martes (15.11.2022) en Berlín para participar en el evento internacional, una iniciativa de la organización "Juntos contra la pena de muerte". Tanto la ministra germana de Exteriores, Annalena Baerbock, como el ministro de Justicia del país anfitrión, Marco Buschmann, jugaron un papel destacado en el congreso, donde abogaron con vehemencia por la abolición de la pena capital.

"Humanidad y dignidad"

En palabras de Baerbock, esta contradice el concepto moderno de "humanidad" y "dignidad humana". Actualmente, cerca de 50 países practican la pena de muerte, y en alrededor de 80 aún es legal. En muchos casos, sostiene la ministra germana, no se ejecuta a personas por haber cometido asesinatos u otros crímenes terribles, sino para "oprimir más y más a la oposición". 

La diplomática menciona a Bielorrusia, China e Irán como algunos de los principales actores que aplican la pena de muerte. Apenas el domingo pasado, se condenó a muerte a la primera persona en Irán, en el marco de las recientes protestas masivas a favor de libertad y reformas. Según Amnistía Internacional, cada año se ejecuta a cientos de personas en Irán. Muchas de ellas son miembros de la comunidad LGBTIQ+. China, por su parte, no publica cifras al respecto, pero expertos estiman que anualmente se llevan a cabo miles de ejecuciones.

Según el ministro de Justicia Buschmann, la pena capital se aplica sobre todo en países con regímenes autocráticos y teocráticos. "La pena de muerte es cruel", subraya el político alemán, y agrega que la ejecución de una sentencia siempre va acompañada del peligro de tratarse de un error de la Justicia, imposible de resarcir. 

AI: aumentan ejecuciones

Debra Milke es un ejemplo de ello. Tras el asesinato de su hijo, en diciembre de 1989, fue condenada a muerte. Sin embargo, pronto se empezó a dudar de su confesión, puesto que había sido interrogada por un agente de policía que tenía mala fama por sus métodos interrogatorios. A pesar de ello, Milke casi fue ejecutada en 1998. Sus abogados lograron detener la ejecución en el último minuto, cuando un médico ya estaba revisando las venas de la condenada para inyectarle el veneno. El caso fue reabierto, y, desde 2013, la estadounidense es una persona libre.

Según el moderador del congreso, actualmente, más de 30.000 personas condenadas en el mundo aguardan su destino en celdas de muerte. En su informe anual más reciente, Amnistía Internacional registró un considerable aumento de ejecuciones y condenas de muerte, sobre todo en Irán y Arabia Saudí. En 2021, la organización documentó por lo menos 579 ejecuciones en 18 países. La cifra negra probablemente sea mucho mayor.

Por otra parte, sobre todo países del continente africano envían señales de que desean alejarse de la pena capital. Representantes de los gobiernos de Liberia, Sambia y Sierra Leona expusieron cuáles son los procesos legales para acabar con la pena de muerte.

(vt/ms)