El Gobierno y el Parlamento alemanes recordaron el destino de los desplazados por la guerra o la violencia en el mundo, en un acto salpicado por denuncias de activistas por las muertes de refugiados en el Mediterráneo.
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"El mundo actual no puede explicarse sin tener en cuenta las experiencias del pasado", afirmó el presidente del Parlamento, Norbert Lammert, en el Museo de Historia, en ocasión del Día del Refugiado y en alusión a la situación tras la II Guerra Mundial.
En los años siguientes a la derrota del nazismo, una Alemania arrasada por el conflicto fue capaz de acoger -"en condiciones de precariedad que hoy serían inaceptables", destacó- a hasta 15 millones de desplazados en apenas cinco años.
La mitad de ellos tuvieron que acomodarse en campamentos y centros de acogida, pero su adaptación discurrió "sin mayores problemas", recordó Lammert, pese a proceder de lugares muy distintos. "Quien llega a un país tiene que estar dispuesto a integrarse, si quiere quedarse en él. Quien vive aquí, debe estar dispuesto a integrar a aquellos que vienen para quedarse", aseveró Lammert, de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel.
El presidente del Parlamento aludió así a las tensiones creadas en Alemania tras la llegada en 2015 de 1,1 millones de refugiados y advirtió sobre la multiplicidad de tragedias personales que hay detrás de un colectivo en dramático ascenso.
"Hace diez años, cada seis minutos una persona debía dejar su hogar. Hoy, cada minuto son 24 los que se ven expulsados", dijo. Recordó ahí las cifras difundidas este 20 de junio por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), según las cuales el número de desplazados por conflictos y violencia ascendió en 2015 a 65,3 millones de personas, cerca de un 10 % más que un año atrás.
El acto, en el que por parte del Gobierno de Merkel intervino el ministro del Interior, Thomas de Maiziére, estuvo salpicado por las protestas de un grupo de voluntarios de la ONG "Moabit hilft" -"Moabit ayuda", alusiva a ese barrio de Berlín. Los activistas portaban carteles alusivos a los 2.510 refugiados que, solo hasta marzo, murieron en el Mediterráneo tratando de alcanzar territorio comunitario e increparon al ministro por lo que califican de "política hipócrita" del Ejecutivo hacia esas personas. El grupo había entrado con invitación nominal -su organización tuvo una parte muy activa en la acogida de la primera gran oleada de refugiados en Berlín, el pasado año- y sus miembros fueron obligados a desalojar el acto tras unos pocos minutos.
Actriz siria será “devorada por tigres”
"Practican una política asesina", comentó, ya en la calle, Diana Henniges, para quien Merkel "ha firmado un pacto con el diablo", en alusión al acuerdo alcanzado con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para que sean deportados a ese país los refugiados ilegalmente llegados a Grecia.
La acción de ese pequeño grupo de voluntarios no fue la única en este Día del Refugiado. A unos metros del acceso al Museo de Historia, otro grupo de activistas denunciaba la situación de los gitanos en toda Europa. A escasa distancia del Museo, el colectivo Centro para la Belleza Política presentó el segundo acto de una polémica acción, titulada "Comer refugiados" y consistente en pretender que un grupo de refugiados se ofrezca a ser "devorados" por seis tigres. Los felinos están desde hace una semana en una gran jaula instalada ante el Teatro Maxim Gorki y hoy se presentó a la prensa a la primera de las candidatas, la actriz siria May Skaf, quien se dijo dispuesta a "dejarse comer" por los tigres.
May Skaf, detenida en varias ocasiones en Siria, se sumó como refugiada a la campaña, que vuelve a desdibujar la frontera entre la realidad y la ficción para protestar contra la política de asilo y denunciar las muertes en el Mediterráneo.
JOV (efe, n-tv)
Francia: la miseria de los refugiados kurdos
En la localidad de Grande-Synthe, cerca de Dunkerque, 2.000 refugiados kurdos aguardan una posibilidad para continuar su viaje a Gran Bretaña. El lodo y el frío agudizan su miseria. El Estado francés no interviene.
Imagen: DW/B. Riegert
Refugiados varados en Francia
Unos 2.000 hombres, mujeres y niños viven en el campamento improvisado en la localidad francesa de Grande-Synthe, cerca de Dunkerque. Allí los refugiados kurdos han construido pequeñas tiendas de campaña. Aquí documentamos sus extremas condiciones de vida.
Imagen: DW/B. Riegert
Esperando
Lizman es originario de la región del Kurdistán iraquí. “En casa hay guerra”, dice. Su meta es llegar a Inglaterra. En el campamento ha instalado un pequeño café en una barraca de madera. Este es el punto de encuentro de los jóvenes.
Imagen: DW/B. Riegert
Meta: Gran Bretaña
El iraquí Asis ha pedido prestado un martillo para repara su tienda de campaña y evitar que entren el lodo y el frío. El joven kurdo quiere atravesar el Canal de la Mancha. Para ello, tendría que pagar a un “coyote” hasta 5.000 euros. “Del otro lado todo tiene que ser mejor”, espera Asis.
Imagen: DW/B. Riegert
Una chispa de esperanza
No se sabe cuántos niños viven en el campamento en medio de la basura y el lodo. Voluntarios han recolectado peluches, y de vez en cuando los reparten en la “tienda de campaña de los niños”.
Imagen: DW/B. Riegert
Hundimiento
Esta muñeca se le cayó a un niño en el lodo. Muchas esperanzas se hunden en el campamento. En las noches el frío es inclemente y no hay luz eléctrica. Solo hay unos cuantos inodoros químicos portátiles y un par de duchas.
Imagen: DW/B. Riegert
Voluntarios de Inglaterra
Chris Bailey fue soldado en Irak. Ahora ayuda a los migrantes que quieren llegar a Inglaterra. “Las condiciones aquí son peores que algunas cosas que vi en la guerra”, dice el veterano. En el campamento, reparte cobijas y botas de hule.
Imagen: DW/B. Riegert
Bienvenidos a Francia
Denise (izq.) y Maryse ofrecen té a los migrantes y platican con ellos. Las señoras viven en una bonita casa particular enfrente del campamento: dos mundos separados por una calle. “Las autoridades no se ocupan” de los refugiados, dice Denise. Muchos de sus vecinos quieren que los migrantes desaparezcan.
Imagen: DW/B. Riegert
¿Dónde están los políticos?
Los voluntarios han bautizado los caminos lodosos con nombres de políticos europeos. La avenida “François Hollande” se llama así porque el Gobierno francés no ha mostrado ningún interés por el campamento improvisado. La Policía tampoco interviene, pese a que algunos habitantes del campamento informan de enfrentamientos violentos entre grupos de migrantes, sobre todo en las noches.
Imagen: DW/B. Riegert
Ayuda alemana
A la ciudad alemana de Múnich ya no arriban tantos refugiados. “Aquí nos necestian”, dice Sinan von Stietencorn, de la cocina popular “Volxküche München”. Junto con amigos ha viajado de Baviera al Canal de la Mancha para repartir comida a los migrantes.
Imagen: DW/B. Riegert
Auxilio
La organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) vacuna a los refugiados contra sarampión y gripe. La humedad, el frío y la falta de higiene afectan sobre todo a los niños. MSF construye un nuevo campamento en Grande-Synthe, puesto que el Estado pareciera no sentirse responsable. Se trata del primer campamento de la organización humanitaria en ese país de la UE.
Imagen: DW/B. Riegert
Una cueva en el infierno
Asim cuenta que huyó del Estado Islámico en Irak. En el campamento ha luchado por un lugar limpio. En su pequeña cueva incluso ofreció un té a nuestra reportera de Deutsche Welle Catherine Martens. “Todos quieren continuar su viaje”, dice Asim.
Imagen: DW/B. Riegert
Tan lejos del sueño
El puerto de Dunkerque se encuentra a diez kilómetros del campamento improvisado. No obstante, las posibilidades de los migrantes kurdos de llegar a Inglaterra son mínimas. Casi ninguno quiere solicitar asilo en Francia. ¿Pagarán a algún “coyote”? ¿Regresarán a Bélgica o Alemania? ¿O simplemente seguirán aguardando?