“Lo que la ciudadanía quiere saber es qué pasó exactamente”, dijo el presidente alemán Joachim Gauck, poniendo el dedo en la llaga de un escándalo que no cesa de provocar olas mientras no haya una explicación plausible. Gauck hizo un llamado a los funcionarios que dirigen los servicios secretos, pero también a los políticos alemanes. “Sólo podrá ser restaurada la confianza cuando se asuma la responsabilidad de los errores, cuando haya una apertura completa en torno al caso”, señaló Gauck.

Desde que fuera revelada la dimensión de los crímenes de la llamada "célula de Zwickau" el gobierno alemán se propuso intensificar la cacería de neonazis peligrosos. En enero pasado se planteó la creación de un proyecto de ley para la creación de un archivo central que catalogue a grupos e individuos y sus motivaciones políticas. El proyecto fue aprobado hoy por el Bundesrat, la cámara de representación de los 16 estados federados, durante su última sesión antes de iniciar la pausa de verano.

La nueva ley prevé, además, mejorar el intercambio de información entre las autoridades policiales, los servicios de inteligencia e incluso las fuerzas militares. En dicho archivo se registrará a aquellas personas con comprobados objetivos de extrema derecha y cuando haya evidencias que justifiquen la suposición de una disposición a la violencia.

Una década de crímenes que nadie relacionó

A lo largo de una década, Uwe Mundlos, Uwe Böhnhardt y Beate Zschäpe asesinaron a nueve inmigrantes turcos y griegos y a una mujer policía, atracaron catorce bancos y realizaron dos atentados con explosivos en barrios con fuerte presencia extranjera. La policía no relacionó los crímenes, ni identificó a sus autores y sus motivaciones políticas.

Tras un atraco en la ciudad de Eisenach en noviembre de 2011, Mundlos y Böhnhardt, los dos hombres de la banda, fueron hallados muertos por herida de bala. La versión oficial fue que se suicidaron ante su inminente detención. El mismo día Beate Zschäpe hizo volar por los aires la vivienda que el grupo utilizaba en la localidad de Zwickau y se entregó a la policía.

El asunto escandalizó a la sociedad alemana cuando se supo que una semana tras el descubrimiento de la célula, la policía secreta destruyó información vital sobre el caso. Los archivos contenían información recopilada entre 1997 y 2003 sobre la asociación neonazi Thüringer Heimatschutz (THS), que contaba entre sus filas a colaboradores e informantes de la policía, empezando por su líder, Tino Brandt.

Los numerosos errores en las investigaciones, particularmente la eliminación de actas, provocaron la renuncia del presidente de los servicios de inteligencia, Heinz Fromm.

Intentos por reclutar a Beate Zschäpe

El semanario Stern señala en su última edición que probablemente los archivos destruidos documentaban los intentos de los agentes por reclutar como informante a Beate Zschäpe. Según actas a las que accedió la revista, hubo 40 casos en los que los agentes de los servicios secretos buscan contactos con miembros de la extrema derecha.

Tres pseudónimos fueron tachados con tinta negra, al igual que las fotografías correspondientes. Se describe la aproximación a una mujer, amante de los gatos, que es activista en la organización de extrema derecha Thüringer Heimatschutz, con contactos directos con el líder, Tino Brandt.

Según la revista, la descripción concuerda con el perfil de Beate Zschäpe. Las observaciones datan de 1997, un año antes de que Zschäpe pasara a la clandestinidad junto con Uwe Mundlos y Uwe Böhnhardt.

Autora: Eva Usi

Editora: Cristina Papaleo